Capítulo I (El Despertar)

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Esa mañana un rayo de luz cegadora proveniente de la ventana del cuarto de Alba, la despertó. Se sentía molesta de que hasta el sol la estuviera jodiendo, clavándole su luz en los ojos, para despertarla. Soltó un gruñido (como si fuera un oso pardo de las montañas ibéricas) y se tapó la cara con la almohada, esperando poder volver a conciliar el sueño. Eran las siete y media de la mañana de un viernes y como siempre, su madre, entró con un mocho en la mano a tocar los huevos.
-Arba caguen dios levántate ahora mismo hija de puta- gritó, la madre de la bella durmiente- que tienes dieciséis años y no sabes ni usar el despertaor de los cojoneh.
Le dio con el mocho de fregar los meados de su padrastro que había dejado en el baño (el pobre no tiene puntería y el día menos pensado le llegan los meados a las vecinas del segundo), en la cara y acto seguido le hizo minitos: "Venga Alba, cariño que llegas tarde a clase" *Besito*. La mujer era un poco bipolar pero con las medicinas se arreglaba (parcialmente).
Alba de mala ostia le gritó:
-ACHA QUE NO OSTIAS QUE TE PIRES CAGUEN DIOS.
Su madre, azorada le pegó un guantazo bien dado (todo hay que decirlo) y abandonó la habitación.
-Haz lo que te salga del papo... Degracia... Cómo repitas curso otra veh te meto la chancla por el ojal.
"Coño, es verdad que tengo que ir al instituto de los huevos", pensó Alba (sí, Alba pensando, esta historia no es cien por ciento basada en hechos reales como se puede ver). Se levantó despacio de la cama, no tenía prisa realmente no había mucho que hacer, cogió su peluche de puerquito (el de Winnie de Pooh) y le dio un beso en los morros (eso sería lo más cerca que iba a estar de contacto físico en todo el curso). Lo siguiente que hizo fue quitarse toda la ropa y quedarse en bragas en medio de la habitación (y con la ventana abierta pa' el disfrute de los vecinos), cogió el primer chándal negro del Decathlon que encontró, se pasó el cepillo por los cuatro pelos mal tintados que tenía y se retiró a la cocina, para desayunar un bote de Pringles y llevarse una bolsa de ganchitos de un euro, marca hacendado, que estaban de oferta y su madre los cogió para alimentar por el menor precio a la cerda de su hija. Después cogió las llaves y se fue derechita a la puerta, tambaleándose (parecía una drogadicta, como la mitad de su familia).
-Maaaaama, me voy, riega las plantas-abrio la bolsa de los panchitos y cogió once de un puñao, metiéndoselos a la boca.
-Acha que te vas ar instituto no a la mili.
Alba ya iba a salir de su piso, vestida como una gitana del 2007, pero las apariencias ya no le importaban, era la cuarta vez que repetía segundo de la Eso (que hasta el "Keko" había pasado) y ya no tenía sentido causar buena impresión, todos sus compañeros la juzgarían al ser la única cría de 16 años en la clase. "Puto Gay-Lussac, Boyle-Mariotte y la madre que los parió...", Alba maldecía para sus adentros ya que en todos los exámenes de recuperación de física que suspendía siempre la cagaba con esas leyes.

El edificio esa mañana estaba tranquilo, en la puerta de enfrente había una señora de sesenta años muerta y tirada en el suelo, un ruso estaba amenazando a un moro con una navaja, y unos niños gitanos estaban jugando con el ascensor haciéndolo mierda. "Lo normal", pensó ella. De camino al instituto de encontró con su compañera Yanet, la cual no había tenido tampoco mucha suerte en los estudios.
-'Oño, Yanet ¿qué tal la vida socia?
-Acho pos ahí vamos, otra vez pa segundo que la hija de puta de matemáticas no me ha aceptado el soborno. ¡Claro, estás burguesitas de capital no saben lo que cuesta ganar diez euros a una familia humirde como la mía!
-Hostias pos yo igual, otra vez a segundo, y con lo gilipollas que soy todavía me quedarán más años.
Las dos jóvenes se rieron mientras comían de la bolsa de panchitos de Alba. Aunque no era tema de risa no había mucho más que hacer (a parte de estudiar pero ¿EN SERIO CREÉIS QUE LO HARÍAN, AUNQUE FUERA UNA HISTORIA FICTICIA?). Alba nunca había tenido mucho interés en nada a parte de sus ships gays del anime, porque todo lo que hacía después de la escuela era hacerse pajas pensando en Mikayuu; "joder lo que daría por estar en mi casa tocándome el coño y viendo ons", pensó Alba para sus adentros. Con 16 años no había tenido contacto físico real con un hombre, no le interesaban, era una bollera empedernida, y su lema era "muerte a los penes, menos los del anime que están muy ricos".

Al llegar a la puerta del instituto divisó, a lo lejos, a su amiga Lola (otra puta cerda sin vida social ni motivaciones que se las pasaba viendo porno gay, pero por alguna razón o conjuro satánico, ella pasaba de curso), hablando con las chonis monguers del B que iban a empezar el bachillerato. Sus conversaciones no pasaban del: "Unga unga dale mg follou x follou xdxd UNGA UNGA 😘😍👌😂", pero la Lola se arrejuntaba con ellas para pescar algo de vida social, que le hacía falta. Alba, sin embargo, era mucho más auténtica y folclórica y como se acercase a las lagartas esas les tiraba de los pelos (algo que ya había hecho con anterioridad, y con el señor "Keko", lo que hizo que la expulsaran, pero según ella valió la pena por arrancarle la coleta asquerosa esa que aquel día se había tenido de rosa). Subió las mismas escaleras que había subido años anteriores para llegar a clase y ver montones de caras nuevas. Entró a la sala con el chándal negro manchado de restos de panchitos y el pelo lleno de migas naranjas de estos, y se puso a examinar la clase, cara por cara. Los chavales se la quedaban mirando boquiabiertos, semejante bestia parda que medía 1'80 y tenía una anchura significativamente intimidante. Nada parecía fuera de lo común, críos de 13 años con el bigotillo y cara de salidos y prepuberes; y las crías con el musical.ly, y los filtros de perrito haciéndose selfies al fondo de la clase. Pero vio un joven que se salía de lo normal, alguien extraordinariamente apuesto, llevaba una camiseta de Tokyo Ghoul y se sentaba en el fondo de la clase escribiendo en un cuaderno. Al principio no le llamó la atención más de lo debido a nuestra protagonista, pero, ¿Podría ser esto el comienzo de una bonita amistad (o lo que surja) con Alba? Mientras la pelo alga fantaseaba, Yanet vino por detrás y le pegó un "slap bitch" en el culo que dejaría marca durante una semana, Alba se retorció de dolor y la cogió del pelo.
-VEN AQUÍ HIJA DE PUTA-En seguida, el murmullo del salón se convirtió en griterío causado por las dos payas locas del coño que habían repetido curso. Poco después vino el que sería su tutor durante el curso.
-Buenas alumnos, sentao...-la frase del profesor fue interrumpida bruscamente por una mochila voladora, una mochila vieja y desgasta en la que se podía leer "Blurryface" (o McFlurry porque ya te digo yo que esa mochila parecía que había ido a la mili).
-HOSTIAS YANET. Perdone maestro, que la paya de la Yanet es muy lianta. -Alba recogió su mochila mientras se reía y rápidamente se sentó donde pudo, al lado de Yanet, curiosamente cerca del joven apuesto que las miraba fascinado desde la silla del fondo, Alba le sonrió y tuvo tiempo de ver quién era el nuevo tutor. "Os...tias...", No era ni más ni menos que el profesor de música al qué tanta tirria le tenía los años pasados. "Pues empezamos bien el curso pichas..." Pensó; y el silencio se apoderó de la clase.

High School of #AdriAlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora