Café y Canela

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En ese planeta el Sol nunca se escondía, siempre estaba a tono perfecto. La temperatura era templada, los pocos humanos que habían eran amigables, los animales que allí iban eran súper panas, tal cual como si fuese una planeta extraterrestre o sacado de un sueño. Todo era una maravilla, había hasta mariposas, que en La Tierra no veía desde hace ya muchísimo tiempo. Recuerdo que también había moscas, algo que detestaba con toda mi alma, de hecho siempre me preguntaba que por qué existían las moscas, estaban todo el día revoloteándome en las nalgas, no importaba el Sol inclemente ni los coletazos que les lanzara, ellas siempre iban a estar rondando mis nalgas. Era muy fastidioso, pero ese día las vi y me alegré tanto que quise jugar con ellas, al igual que con las hormigas, me sentí tan feliz de recordar tantas cosas que desde hace muchísimo no sabía de su existencia, tenía muchísimo años sin saber de esos insectos, se los juro, nunca pensé sentirme tan feliz de ver esos fastidiosos insectos. Pero todo eso fue posible gracias a Canela, con ella recorrí los mejores planetas del mundo, probé las mejores carnes, saboreé la mejor agua en el mejor pozo del universo. Hice muchísimas cosas maravillosas, busqué millones de lugares lindos únicamente para llevarla y hacerla sentir especial, era la leona más hermosa que pude haber conquistado en todo el universo.

Recuerdo perfectamente un noche hablando por telegramas, que por cierto era algo tedioso y ya lo expliqué anteriormente, pero lo diré de nuevo, es que era lento, no se veía bien, no era tan segura la comunicación y de paso no tenías unos putos pulgares. O sea soy de la calle pues, no tengo un cuidador que escriba por mí. Pero nada importaba, eran sacrificios que valían la pena, porque cada telegrama que me llegaba era para mí como si estuviera ganando la lotería repetidas veces; me sentía el león más afortunado de todo el espacio. Tenía el privilegio de hablar con la leona más maravillosa y coqueta del universo, esa leona que todos los animales querían tener y le pagaban a los zamuros con carne podrida con tal de que les avisaran sobre cualquier cosa extraña, - ha, envidiosos, no son capaces de nada, nos amamos y nada nos hará cambiar de parecer- , como no amarla si solo ella sabía escucharme y me entendía a la perfección, una belleza.

Después de un tiempo, de juegos divertidos, salidas a otros planetas, recorridos a otras galaxias, se me ocurre la idea de raptarla al planeta X y montarla en un asteroide. Ese en donde ha querido montarse desde hace mucho pero por miedo a no subirse con la persona que de verdad la cuidase, no lo hacía. Siempre me decía que cuando estaban en la cola para subirse le daba miedo, que siempre era lo mismo porque cuando se asustaba como que la obligaban y no le parecía placentero. En ese momento entendí todo claramente, le pedí que se calmara, que respirara profundo, y se montara con mucho cuidado, que al principio la turbulencia genera mareos y que cuando se está mucho tiempo de cabeza produce mucho dolor. Pero nada de qué preocuparse, todo con paciencia y a disfrutar del viaje, será largo e incómodo, luego te acostumbrarás y verás por qué es tan divertido viajar en asteroides. El subirse, agarrarse duro para no caer, esa sensación de vacío, que vas cayendo y no hay nada ni nadie que te ataje al final de la caída, sentir que tu corazón late millones de veces más rápido de lo normal, la brisa fría del espacio en tu rostro, ver las estrellas pasar tan cerca de ti como si fuese un difuminado de un pincel en un trozo de tela, llegar hasta el final del túnel, bajar muy lento por el agujero negro, dar millones y millones de vueltas, hasta sentir una sensación de placer indescriptible; como cuando haces el amor por primera vez. Ésa sensación de caer en una nube, mientras el cosquilleo recorre tu cuerpo entero, dejando que el placer se convierta en excitación y deseo de mucho más sin saber qué es eso que sientes; algo así es montarse en un asteroide. Es único, espectacular, todo es perfecto en ese momento, nada falla, sólo si te sueltas, pero la caída no será dolorosa, al contrario será placentera, déjate caer a propósito y disfrutarás muchísimo más el viaje en asteroides.

Café y CanelaWhere stories live. Discover now