Treinta y cuatro.

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Y un día ocurre,
dejas de engancharte al precipicio
y empiezas a ver lo bonito que es el cielo
si lo miras desde el suelo.
Viene solo,
sin esperarlo,
sin quererlo,
no intentes adelantarlo
porque el camino ya se marcó hace tiempo.
No confíes
y no te harán daño,
tan simple
y a la vez,
tan complicado.
Deja de apostarlo todo a una jugada,
que cuando se juega entre trampas
siempre
acabas perdiendo.
Lo siento por ti,
lo siento,
pero más por mi.
Eso sí que lo siento.

Todo lo que nadie dijo.Where stories live. Discover now