Veintidós.

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Nunca entenderé las despedidas
y menos
las tuyas.
Llegaste un día como si fueses huracán.
Convenciste a todo el mundo,
incluso a mí,
de que lo que decías era verdad.
Aún a estas alturas,
lo sigo creyendo
por eso me cuesta tanto entender tu adiós.
Porque fue así,
sin más.
Sin una explicación previa.
Pusiste un te quiero por delante
y luego le clavaste el puñal en la espalda
al marcharte.
Y dijiste que volverías
para sanar las heridas
que tú creaste.
Pero este te quiero se muere
y yo ya no sé cómo salvarle.

Todo lo que nadie dijo.Where stories live. Discover now