01- 哀しさ

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tristeza...

Mark sintió como si su pecho estuviera siendo apretado brutalmente. Era un dolor sordo e insistente que de alguna manera le producía ganas de llorar y gritar al mismo tiempo. Era la primera vez que pasaba por una ruptura. De cualquier tipo. Para él hubiera sido mas fácil si hubiera sido una de esas rupturas dramáticas que no dejan lugar a ningún otro sentimiento que no fuese odio o ira. Sin embargo se había separado de forma completamente tranquila. Su novia desde que tenía quince años había sido la única persona a la que había amado. Tal vez, viéndolo de forma retrógrada, sus sentimientos por ella habían surgido de forma forzada, llegando a convencerse a sí mismo de que amaba a esa chica. Y llegó a amarla, claro que sí. Pero ahora, a sus veinte años, tuvo que darse cuenta de que eso ya había sido suficiente para su primera relación. Ya ambos habían cambiado demasiado, no eran más aquel par de adolescentes inexpertos, ya eran casi adultos, unos adultos capaces de darse cuenta de lo que implicaba una relación en la que ya él amor no tuviera la voz cantante. Ambos lo sabían, lo entendían, pero aun así no dejaba de ser doloroso.

Su primera vez había sido con ella, a los pocos días de hacerse novios, y ya a los cuatro meses de estar saliendo, se había convencido a sí mismo de que la amaba. Todo había fluido como miel desde entonces. Hasta que el tiempo se impuso y Mark se dio cuenta de que cuatro años juntos habían sido más que suficientes.

No lloraba tanto desde que era niño. Y, a lo largo de la noche, apenas durmió preguntándose por enésima vez si lo que había hecho era lo correcto. Si podría vivir con la culpa de haberla hecho llorar de esa manera. Alrededor de las seis de la mañana había logrado convencerse de que había sido la mejor decisión posible. Era mejor hacerlo así que continuar juntos hasta lastimarse, y ya lo habían empezado a hacer en sus más recientes discusiones.

Decidió levantarse entonces, sin ganas de salir pero sin ganas de seguir durmiendo tampoco. Su vida debía continuar, a pesar de que él estuviera estancado en un bache, confiaba en que él paso indetenible del tiempo iba a tirar de él hasta sacarlo. Se duchó y desayunó como si fuera un cuerpo sin vida. El espejo le devolvió una imagen distorsionada de lo que usualmente era Mark. El rostro apuesto y suave, de ojos castaños y sonrisa dulce había sido sustituido por un semblante pálido y ojeroso, incluso sus labios estaban resecos. Se sentía triste, inundado por la desagradable sensación de que todo era un sueño y, sin embargo, tenía que confesarse a cada rato que no lo era. Cuando se puso su bata de estudiante de medicina y agarró su mochila se preguntó por un instante como demonios iba a vivir su vida a partir de ahora. Sacudió la idea con un movimiento de su cabeza. Tenía que seguir adelante, no solo debía hacer lo mejor para ella, sino para él también.

Cuando llegó al hospital universitario, un poco más temprano de lo normal, su amigo Youngjae ya estaba allí. Había llegado antes con la intención de estar ahí para Mark cuando él llegara. Ya sabía lo que había sucedido, Mark lo había llamado llorando durante la medianoche y se lo había contado todo.

- ¿Cómo estás?- le preguntó al verlo, pero había poco en la cara de Mark que no contestara la pregunta por sí misma. Él solo se encogió de hombros. ¿Cómo iba a estar?

-¿Dormiste?- otra pregunta tonta. Youngjae no sabía exactamente qué decir. Nunca había tenido que consolar a Mark, al menos no de algo tan grande como aquello.

-Un poco.- finalmente susurró Mark. Su voz reseca y apagada. Sin embargo apreciaba él esfuerzo de Youngjae.

-Eso es bueno. - El chico se alegró al ver que su amigo al menos era capaz de hablar. - Deberías hacer todo lo posible por salir adelante. No me gusta verte tan apagado.

Mark se encogió de hombros, por el momento no había mucho que pudiera hacer al respecto.

-¿Qué vamos a hacer hoy por fin?- intentó desviar el tema.

-Oh, cierto. - Youngjae pareció volver a la realidad, se notaba que ver a su amigo así también lo estaba afectando .- Hoy comenzamos él trabajo en la sala de Medicina Interna.

-¿Era hoy?- Mark lo miró confuso mientras empezaban a caminar hacia él ascensor.

- Si, Mark. Es hoy. ¿Vas a estar bien? Tendremos que trabajar con pacientes reales.

-Mientras no les moleste tener un estudiante con mala cara y ojeras de medio metro haciéndoles preguntas... Si, voy a estar bien.

Youngjae lo miró de reojo, supuso que un poco de sarcasmo pesimista era mejor que nada.

-Si tú lo dices.

El resto del día logró pasar sin penas ni glorias. Mark sintió que era una lástima pues, algo que había esperado con ansias, ahora solo le resultaba tedioso. Les habían instruido sobre el trabajo en la sala, la atención a los pacientes, el protocolo a seguir y esas cosas. Sin embargo, Mark solo quería volver a casa, meterse en su bañera y no salir hasta que su cuerpo pareciera una esponja usada. De alguna forma estar tan deprimido lo ponía de mal humor. Tenía ganas de poder anteponerse a todo el asunto, superarlo, y volver a ser quien era antes. Aquel dolor en su pecho era demasiado molesto.

Pero no pudo.

La semana continuó su avance y él cada vez parecía estar más y más alejado de la realidad. Ya no lloraba, y dormía un poco más, pero seguía muy deprimido. No prestaba atención en la escuela y ya había cometido varios errores mientras le realizaba él examen físico a los pacientes o revisaba sus fichas médicas.

Durante él almuerzo del viernes, Youngjae se sentó frente a él en la mesa y le dedicó una mirada iracunda.

-¿Hasta cuándo vas a estar así?
Mark lo miró algo sorprendido. Youngjae solía ser muy calmado, era raro que le hablara a alguien con ese tono.

-¿Así cómo?

- Sé que lo que te pasa es algo difícil pero no puedes tirar tu vida por la borda así. Sé que estás triste y que la extrañas mucho. Pero recuerda que fuiste tú quien decidió terminar las cosas.

-¿Estás insinuando que debería estar dando saltos de alegría?- él tono de Mark sonaba duro.

- No te pongas a la defensiva, Mark. Eso no es lo que quiero decir, y tú lo sabes. Estoy hablando de tu actitud. Si tomaste una decisión que te pareció la más correcta, no debes andar tirado por los rincones sintiendo lástima de ti mismo. Date una oportunidad.

-¿Y se puede saber que propones?

- Salgamos este sábado, por la noche...

-No.- la negativa de Mark fue rotunda, ni siquiera lo dejó terminar la oración.

-¿Por qué no?- Youngjae dejó caer su cubierto sobre el plato, se estaba empezando a alterar, pero aun así no iba a ceder tan fácil. -Dame una buena razón.

-Porque no quiero.

-Esa no es una razón. Te estoy diciendo que salgamos precisamente porque no quieres hacerlo.

- De verdad no tengo ganas, Youngjae.- Ya Mark sonaba cansado, su comida estaba casi intacta.

-Mira, hagamos algo. Sal conmigo, adonde yo te lleve, te prometo que no será a ningún lugar extraño. Si resulta que la experiencia no te distrae entonces dejaré de insistir con eso y solo seguiré aquí para ti como un buen amigo. Piénsalo.-Youngjae le dedicó una mirada aguda mientras entrecerraba sus ojos, consiguiendo que las comisuras de los labios de Mark temblaran un poco ante su graciosa expresión.

-De acuerdo...- Susurró. Youngjae se apresuró a dar una palmada de victoria pero Mark lo interrumpió-...pero prométeme que no será nada raro.

- Claro, Mark. ¿Alguna vez te he metido en algún asunto extraño?

Mark solo lo miró de reojo. Su amigo Youngjae tenía un doctorado en asuntos raros, de la índole que fuera, era un imán ambulante de problemas.- Además...- Continuó Youngjae retomando su almuerzo.- ...Bambam también va.

Genial, el imán de problemas 2.0. Mark rodó los ojos dándose por vencido. Sería una noche tediosa, pero si podía sacarse a Youngjae de encima entonces no debería ser en vano él sacrificio.

White Thrill ✓[Markson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora