—... mi matrimonio se fue al garete porque mi marido no sabía regar el jardín para plantar amapolas así que olían fuerte los cadáveres que había enterrado y pues lo trincó la pasma un jueves... ¡PUTA POLICÍA, UN DESALOJO, UNA OCUPACIÓN, MUERTE!
Pam llevaba unos buenos ocho minutos blasfemando al respecto.
—¿Tú te crees que esa zorra me dijo que parecía hombre? —Elena hipó, dejando su copa caer en la mesa con un movimiento brusco. Un camarero a lo lejos hizo un gesto de dolor—. Mira, podré ser plana...
—¿Qué dices plana?, planísima. ¿Qué digo planísima?, ¡una tabla! —Diego interrumpió desde donde tomaba asiento en la mesa de al lado, vestido con un traje y portando hasta maletín de negocios.
Nora le echó un vistazo.
—¿Para qué es...? Espera, ¿qué rayos haces aquí? ¿Estás siguiéndonos?
—Mira, si quisiera estar detrás de sus traseros simplemente me metería a su casa cada que se me cantasen los huevos porque nunca cierran la puerta de su garaje. Hoy vi a un muchacho ir a su jardín para oler unas bragas de encaje rosas. Logré espantarlo antes de que llegara a entrar o hiciese algo raro...
—¡¿Y eso no es raro?!
—¿Dijiste bragas rosas...? —Sara palideció considerablemente—. Esas eran mías...
—Bueno, considéralo como lo más cercano a perder tu virginidad —apuntó Pam.
—¿Y a ti quién te dijo que yo soy virgen? —desafió, hipando un segundo después y derramando un poco de vino en el carísimo mantel.
—Bueno, como no permites que los hombres se acerquen en un radio de dos metros a ti supuse que... espera, ciertamente no necesitas un hombre para esto. Cuéntame —colocó sus codos sobre la mesa y lentamente apoyó su mentón en las palmas de sus manos, contentísima con el tema que acababa de tocar accidentalmente.
—Irala, traviesa —picó Elena.
—Ciertamente no es necesario un hombre —Diego acotó mientras el camarero le servía una copa de vino que él rechazó con un gesto antes de pescar la botella entera. El camarero se retiró con una mirada incrédula—. Que te lo diga mi ex la ranchera que se metió treinta mazorcas antes de unirse a mí; bueno, eso fue lo que me dijo... —su mirada pareció perderse mientras razonaba al respecto—. Ah, carajo...
—¡Y que no me digan en la esquina! —empezó Nora antes de que se le uniera la mesa entera—: ¡Sos cornudo, sos cornudo!
—Te dijo que era virgen y ahí adentro te sobró espacio para instalarte los huevos y otros dos chorizos —Pam tenía una vena palpitando en su frente de tan fuerte que quería reír.
—¡Yo era joven y no tenía experiencia!
—¿Cuándo fue eso?
—El mes pasado —hizo una pausa en donde las chicas lo miraban fijamente, sólo esperando la próxima estupidez que saldría de él—, pero maduré muchísimo. ¡La vida te pone obstáculos que te hacen más fuerte!
—Créeme que el sida no te hace más fuerte, lo contrario.
—Terminarás tan muerto como su virginidad y nuestra dignidad —Nora le robó la botella, echando la cabeza hacia atrás antes de acabarse lo que quedaba de la botella.
Diego se aflojó la corbata, midiendo con la vista lo alcoholizada que estaba y cuánto más podría beber antes de colapsar.
—¿Me haces un favor y conduces tú mi carro? Es que el clima está bastante bonito y el olor de la depresión me está calando tan profundo que decidí que si voy a suicidarme que sea a manos de una bella chica... claro, solamente están ustedes, pero uno se conforma lo que tiene.
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1DGV II: Esto se va a descontrolar.
HumorTodos sabemos cómo va, ¿no? Se encuentran, se enamoran, viven felices para siempre... o tal vez no. Eso es demasiado cliché, ¿a que sí? Construyamos a nuestro modo su felices para siempre. Las chicas por fin consiguen ir a Londres tras cumpl...