Trabajo.

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La alarma lo despertó, sus pequeños ojos empezaron a abrirse, y sus tupidas pestañas batían varias veces, acostumbrándose a la luz de la luna que se filtraba de sus cortinas rotas.

Era otro día más, debía salir a trabajar si es que quería pagar la renta del mes en ese basurero.
Se acomodó las lindas bragas que un cliente le había obsequiado y se dispuso a arreglarse en su pequeño y humilde tocador.

Un poco de rímel barato en sus negras pestañas, una embarrada de gloss que lleva ya sus años guardados y un toque suave de rubor para darle color a las que una vez fueron mejillas bronceadas.

Ser un prostituto no era fácil, y menos en un barrio tan peligroso como era el boulevard Hollywood, nombrado así con sátira por su cercanía a la famosa ciudad, a tan solo unas calles de Beverly Hills.

Louis se acomodó sus shorts rotos que le llegaban a la mitad del suave trasero, optó por ponerse uno de los 5 croptops que poseía, y se dispuso a abandonar su apartamento.
Al bajar las escaleras y ver cómo su casero le gritaba a un vecino por el gran adeudo, recordó que su último pago lo había gastado en unos gramos de crack para su compañero de cuarto y mejor amigo, Zayn.

Rápido volvió a subir, para después salir por la ventana de su "hogar" y evadir la responsabilidad que llevaba acarreándolo ya desde hace unos meses. Se encontraría con Zayn en un bar cercano para después ir a la calle que les correspondía y defendían con su vida, a la espera de algún cliente, o trabajo que se les presentara.

Fue cuando un Audi último modelo, frenando cada cierto tiempo, aparentemente sin el control necesario, llegó hasta su calle. 

—Vamos Louis, este es para ti, te lo dejo, haz lo tuyo. ¡Recuerda, tú eliges quién, cuándo y dónde!

"Yo elijo quién, cuándo y dónde" repitió louis en su cabeza mientras caminaba sacudiendo sus regordetes muslos y caderas al lujoso auto que se había detenido metros adelante.

—Bien Harry, tú puedes, haz manejado helicópteros, no debe ser tan difícil manejar un Audi estándar, la palanca de cambios debe estar por aquí...— El empresario hablaba consigo mismo. 

—Hola, guapo, ¿necesitas ayuda?

—Necesito llegar a Beverly Hills, ¿podrías darme indicaciones?

—Claro... por 20 dólares hasta yo mismo te llevo. 

Después de pensar algunos segundos, Harry tomó la decisión que creía era la que más le convenía. 

—Sube.

Harry usualmente no era de los que confiaban fácilmente en cualquier persona, mucho menos en una puta que acababa de encontrarse en un boulevard de mala muerte. Estaba frustrado, había salido echando humos de aquella reunión en dónde celebraban su nueva adquisición, otra empresa que presentaba problemas económicos. Harry sabía que era muy mal visto llegar a ese tipo de eventos socialité sin un acompañante, le quitaba el aire ocasional que tenía de propósito el evento.

Después de discutir una hora en el teléfono con su ahora ex esposa y otra hora más con su ahora ex novia, el empresario estaba más que harto, ya no podía fingir sus habituales sonrisas encantadoras y mucho menos aguantar todos los halagos que le daban sus "amigos", socios y empleados que ahí lo acompañaban.

Salió casi corriendo de aquel aburrido lugar, cuando llegó al valet parking, vio dos trabajadores de raza asiática hablando felices entre ellos. 

—Ehhhh, disculpen, ¿podrían darme las llaves de mi auto? Es un Mercedes, color negro. 

—Bǐ'ěr, tā shì shénme yìsi ne? (Hey Bill, qué querrá decir este loco?)

—Bù zhīdào, rúguǒ wǒmen hūshì tā, yěxǔ tā huì líkāi. (Ni idea, si lo ignoramos tal vez se vaya).

Los asiáticos siguieron hablando entre ellos aparentemente muy concentrados, mientras Harry se cuestionaba mentalmente si él había contratado este servicio o había sido su estúpido asistente. Volvió derrotado y propuesto a pagarse un curso de chino, a la mansión, donde interceptó a Nick, su fiel abogado y amigo por más de 10 años.

—Hey Nick, trajiste tu Audi, ¿verdad?—Harry miró a su abogado, quién coincidía también con ser su amigo desde hace ya 10 años. 

—Sabes que sí, es una verdadera joya, lo acabo de sacar de la agencia, tiene 525 caballos de fuerza y... —Harry lo interrumpió al tomar sus llaves y trotar fuera de la casa, ignorando a los chinos que se reían por un chiste que, obviamente, Harry no entendió. 

Subió al auto de Nick y lo encendió. —Okay Harry, no debe de ser tan difícil manejar un auto estándar, para eso tu padre te pagó un curso en Alemania.— 

Respiró hondo, y como pudo, sacó el coche del cajón del estacionamiento, no sin antes llegar a dónde se encontraban los trabajadores chinos y sacarles el dedo medio. —A vel quien les paga, polque yo no lo halé.— Río fuertemente y aceleró el Audi, casi estrellándolo contra un poste de luz.

—Bien, ahora cómo mierda llegó a Beverly Hills...— Habló con él mismo, maldiciendo cada cinco minutos porque el estúpido auto se detenía y apagaba cada cierto tiempo, haciendo enfadar mucho al ojiverde.

Sabrá Dios cómo terminó en una calle extremadamente fea, el olor a muerto y alcohol inundaba el carro, Harry optó por subir las ventanas, porque sabía que Nick lo colgaría de las pelotas si le entregaba a su bebé oliendo a vagabundo y putas baratas.

Divisó un hombre sin hogar hurgando en la basura de una casa que parecía sacada de una película de terror, y pensó que se veía muy amigable. —Hey, amigo, ¿sabes para dónde está Beverly Hills?—

 Preguntó esperanzado el rizado con peinado perfecto. —¡Estás en Beverly Hills! ¿Qué no ves? ¡La casa que está atrás de mi es la de Will Smith!—Río para él mismo el no tan amable vagabundo, y siguió rebuscando en los restos.

Harry gruñó y golpeó su cabeza en el volante, pisó el acelerador, decidido a buscar su hotel por sí solo.

❁pretty boy❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora