Capítulo 2. Three Days.

271 24 12
                                    

Nueve cortes en el brazo izquierdo. Seis cortes en el brazo derecho. Siete cortes en la pierna izquierda, cinco en la derecha. Hubiese continuado, pero se quedó dormido.

Despertó a la mañana siguiente, con un dolor de cabeza inimaginable y débil.

Yacía en el suelo del baño, donde ya había pasado varias noches antes. Estaba acostumbrado a la frialdad de los azulejos. Parpadeó repetidas veces, intentando espabilarse. Se apoyó en uno de sus brazos y trató de levantarse, al hacerlo sintió dolor en sus muñecas.

Claro, lo había hecho otra vez.

Se arrastró hasta los cajones que se encontraban debajo del lavabo. Los abrió, sacó alcohol, algodón y unas vendas.

Impregnó el algodón con alcohol y comenzó a pasarlo por sus delgadas heridas. Los cortes no habían sido profundos, sólo numéricos. Esperó el ardor que le causaba el alcohol. Era un dolor difícil de definir; No era terrible, pero sí que escocía. Era placentero, gratificante en cierto punto. Le recordaba todo lo que hizo, adoraba limpiarse y contemplar el color escarlata que poseía.

Louis pensaba que tenía algo hermoso; Su sangre. Le alegraba que ni su aburrida personalidad o su aspecto horroroso influyeran en su sangre. Era simplemente perfecta.

Terminando de colocarse las vendas, se paró y empezó a recoger la ropa que dejó regada la noche anterior. Tomó sus preciadas cuchillas, las enjuagó y las dejó a un lado del lavabo. Quizá las necesite pronto. Limpió el piso, devolviéndole su color blanquecino. Habiendo concluido, se dirigió a la cocina. Se come por hambre, por gusto, por manía también. Él comía simplemente para recibir nutrientes, sus heridas se cicatrizasen bien y rápido y así poder seguirse cortando. Era un ciclo.

Le vino a la mente el caldo que el rizado le propició. Sintió cómo su estómago se revolvía. ¿Por qué aceptó la jodida comida? ¿Por qué fue tan abierto con ése chico? "Seguramente fue por estar bajo los efectos del alcohol." se repetía.

Se sentó en la mesa, empezando a devorar a regañadientes su desayuno. Solo.

Le agradaban las mañanas, puesto que podía escuchar a los pájaros cantar. A su difunta madre le encantaba oírles. Su esposo no le proporcionaba televisión, siquiera un radio. Cuando regresaba de madrugada -totalmente borracho- le otorgaba una azotaina a la pobre señora que Louis despertaba por los gritos. No se atrevía a bajar hasta que su padre se recostaba y dormía cual marrano. En el momento que escuchaba los estruendosos ronquidos del señor, iba corriendo con su madre, ella se encontraba ya sea en la sala o en la cocina.

-¿Qué era todo ese ruido?- Preguntaba el menor.

-¿Qué ruido?- Decía con inocencia. No quería contarle a su pequeño la situación. –Yo sólo oigo el cantar de los pájaros.

Así era como Louis y Johannah pasaban horas oyéndoles, apreciando su dulce silbar.

Acabó de comer y lavó los trastes sucios mientras tarareaba una canción. Su casa estaba inmaculada. Él era un desastre, pero procuraba mantener su vivienda limpia. Subió a su habitación, procedería a hacer lo que hace día tras día; Pasar su tiempo en internet.

Gracias a esta herramienta el muchacho sabía cómo cortarse, tratarse y alimentarse. Si quieres morir te cortas y ya, pero Louis vivía para cortarse. Vivía por ese líquido que emanaba.

Se creó un blog donde hablaba con desconocidos y les "ayudaba" a hacerse daño.

Louis no quería lastimar a nadie. Sólo entendía el hecho de sentirse asqueroso y querer librarte. Sacar lo bueno de ti, revelar lo único pulcro que tienes.

When The Birds Are Singing. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora