Capítulo 5. Razorblades.

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Después de haber sido interrumpidos por Josh, Harry caminó seductoramente hacia el mostrador, manteniendo su elegancia. Recibió a los primeros clientes de la noche con una sonrisa absorbente.

Louis le siguió, quedándose delante de la barra a escasos metros de él. Las luces coloridas se apoderaron del establecimiento dándole el característico ambiente de fiesta. Veía asombrado cómo rápidamente entraban grupos de mujeres jóvenes, aglomerándose alrededor del rizado, pidiéndole tragos coquetamente. Causaba un éxito rotundo el mayor. Era sorprendente pensar que aquel mismo chico que estaba alegre y relajado le contó sus penas hacía unos minutos atrás.

Sin más que hacer ahí, decidió irse. Aunque realmente quisiese despedirse de Harry, un acercamiento, contacto, lo que fuese. Necesitaba sentirle. Luego de ese casi beso, el menor se quedó con ganas de más. Harry estaba rodeado de bellas damas, con cortos vestidos luciendo sus espectaculares cuerpos, que siquiera tenían comparación con el suyo. No, no había posibilidad. Sintió su corazón estrujarse. Fue a la salida, haciendo un gran esfuerzo para no voltear y gritar "HARRY, YA ME VOY, ADIÓS." Sin embargo estaba consciente que incluso si chillara como un animal, el mayor no voltearía. Nadie le daba tanta importancia, hasta su buen amigo Zayn se distrae cuando hablan por webcam.

Sintió que alguien le tocó el hombro, esperanzado levantó la mirada para toparse con Josh que le señalaba la oficina de su jefe, dando a entender que debía pasar por ahí antes de marcharse. Le dio una sonrisa pobre y le agradeció alzando la voz, ya que la música retumbaba en el bar. ¿Pueden imaginar que él remplazará eso? Todavía no lo asimilaba. Miró a todas las personas, viéndoles reír a carcajadas, bebiendo tragos para desinhibirse. Comenzaban a pegar sus cuerpos, bailando sin pudor alguno. Imaginó a la gente viéndole cantar, pensando cuán asqueroso era. Riéndose, burlándose. El miedo le entró. Sintió la necesidad de correr pero sus piernas flaquearon, caminó torpemente, parecía que la salida se volvía cada vez más lejana. Las risas y la música se tornaron en pitidos ensordecedores. Se masajeó las sienes, intentando calmarse.

Tenía un ataque.

Trató salir del mar de gente pero no podía. Sentía el tacto de personas desconocidas, haciéndole incomodar a sobremanera. Empujó a tanta gente como pudo, recibiendo uno que otro insulto, pero no le importó. No podía respirar, casi ni pensar. Pudo divisar el fondo de la pista y tropezó asiduamente hasta lograr salir del gentío. Puso sus manos en las rodillas y respiró profundo repetidas veces, tratando de reponerse. Se enderezó. Dio pasos agotados hasta llegar a la puerta de Karl. Tocó.

—Pasen.— Al oír eso, se adentró.

Karl estaba sentado en su escritorio, revisando unos papeles.

—Puedes sentarte, hijo.— Mencionó, aún leyendo los papeles. Louis se sentó. Quedaron un rato en silencio, Louis movía su pierna nerviosamente. Karl terminó y dejó los papeles. Vio a Louis, este se removió en la silla.

—Hablaremos de tu paga, Tomlinson.— Rompió el tenso momento. Comenzó a platicarle del dinero, los días que debía ir a trabajar y la música que debía tocar. El menor sólo asentía, miraba los ojos cafés y cansados de su jefe. Agachó la vista y se mordió el labio con desespero, todavía continuaba nervioso. Sus manos sudaban constantemente, tenía que pasarlas por el pantalón para secarlas. Su mirada se posó en un pequeño sacapuntas de metal que descansaba en el escritorio.

Mierda. Quería hacerlo. Un corte, sólo uno.

Contemplaba al sacapuntas y posteriormente a Karl, deseando que se callara. Empezó a temblar, haciendo que su silla se tambaleara también.

—Llegarías media hora antes para empezar justo cuando abrimos. ¿Entendido?— Louis le miró unos segundos y se quedó callado.

—Oh, claro. Así será.— Sonrió falsamente.

—Perfecto. Nos veremos mañana.— Se dieron un apretón de manos. Karl volvió a leer papeles, ignorando la presencia del desnutrido. Louis pensó que era su oportunidad. Tomó apresuradamente el artefacto, lo apretó fuerte al tenerlo en su puño. Se levantó de golpe de la silla y se precipitó hacia la puerta. Al abrirla, chocó contra alguien.

—D-disculpa.— Comentó aturullado.

—Está bien, Louis.— "¿Uh?"

—¿Harry?...—

—Te estaba buscando.— "¿Buscándome?"

—Ah... ¿Qué sucede?— Contestó con cara de póker, aunque por dentro se estaba muriendo de felicidad.

—Eso es lo que yo debería preguntar, te ves alterado. ¿Pasó algo malo con Karl?— "¿Se preocupa por mí?"

—No, no es eso.—

—¿Es por la charla de hace un rato? No quería alarmarte, en serio.— ¿Es que no se acordaba? "¡No fue la puta charla, casi me das un beso!" quiso espetarle, mas no se atrevió.

—Eso ya no importa, Harry. Ya estoy mejor.— "Estuve a punto de explotar pero ¡qué importa!"

El menor parecía relajado. Era insólita la forma en que Louis lograba tragarse todas sus emociones y palabras.

Por cada frase no dicha, un corte.

Harry le miró dudoso. Le conocía poco, pero sabía lo que Louis sentía con tan solo mirarle. El problema es que no hizo nada para calmar sus angustias, sólo lo dejó pasar. Conducta que lamentará en un futuro.

—Prométeme... Que serás más seguro ¿Está bien?—

—¿Eh? ¿Por qué dices...?— El mayor impidió que siguiera.

—Sólo prométemelo.—

—B-bueno... Lo haré.—  Esas fueron las palabras que articuló, aunque realmente pensó "Lo intentaré."

Harry era raro. Su atractivo le hacía parecer el típico chico mujeriego, por ende rodeado de mujeres.  No obstante, era sumamente inteligente, con una historia difícil detrás. ¿Y lo que vio en el techo? ¿Ese Harry era el verdadero? Sintió un cosquilleo al pensar que es de las pocas personas que tienen el privilegio de ver al Harry real. Inocente, inseguro, con problemas y tierno. Todo sin perder esa fuerza y masculinidad que le caracterizaba.

Ambos usaban máscaras, ambos protegían sus secretos.

—Seré seguro si me prometes que hablarás con tu hermana ¿sí?— Le propuso.

—¿Hablar con mi...?— El mayor se lo pensó.  "¿Valdrá la pena arriesgarse de esa manera por este chico?"

—Qué tramposo eres, Louis— Rió. —Bien, lo prometo.— El paliducho sonrió, haciendo que Harry se estremeciera. Ahí supo que valdría la pena robar un banco sólo por ver a Louis feliz.

Le alborotó el pelo, justo como el primer día que se conocieron.

—Hasta mañana.—

Louis quedó embobado ante el gesto.

—Sí... Hasta mañana.— Contestó dulcemente. ¿Estaba enojado con él? Ya ni lo recordaba.

—Hey, espera. Se te cayó tu...— Se agachó para recoger el utensilio. —¿Sacapuntas?—

Se puso tenso al ver a Harry con el sacapuntas en mano. "Coño, no me di cuenta..."

—Eh, gracias.— Se lo quitó rápidamente. Le sonrió excesivamente, para después salir corriendo del bar.

Una vez afuera, el frío aire de Inglaterra le caló los huesos.

Aspiró profundamente. Abrió la mano y miró el sacapuntas.

No fue necesario cortarse.

Tenía algo peor.

Tenía a Harry Styles.

When The Birds Are Singing. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora