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—¿Si maestro?—digamos la verdad, no era la primera vez que Bon usaba como excusa las prácticas que tenía con el pelimorado para llevar a cabo un intento de declaración, pero nunca sale como debe salir, a veces uno tropieza sin la necesidad de caer al suelo, Bon es de esas personas que no solo van con los cordones desatados por el mundo, sino que tienen la valentía de igual seguir caminando sin mirar abajo.

–B-Bonnie, podrías... alejarte un poco, siento que no puedo respirar— en realidad no es un problema reciente la falta de prudencia que tenía el mayor al acercarse tan peligrosamente al peliturquesa, es algo que a cualquiera incomodaría, imagínate en medio de una declaración... pésima idea acercarse así.

–Oh, perdóname, nunca me doy cuenta de esos pequeños detalles– no era una burla hacia el menor, así de despistado era el de lentes, no lograba entender que el mundo al rededor no era de esa manera, que él no podía acercarse y darle una mano al zombie porque fuera agradable, pero nunca le importo que fuera incómodo en realidad, con que a él no le incomode la situación era suficiente.

–B-bueno Bonnie, ya sabes que... tú sabes que... bueno, es que... ay– las palabras no parecían querer brotar, varias veces había practicado este momento, hasta se había hecho unas notas, pero el profesor se las había quitado ya que "no se pueden leer apuntes de otras materias en mi clase", vaga excusa para un mal intento de atención barata, necesitaba recordar... ¿Cómo era que se hablaba? ¿Alguna vez lo había hecho bien?

El peliturquesa temblaba en su lugar, sudaba a más no poder, sentía que debía decir algo, luchaba con todas sus fuerzas porque ese algo no fuera "guitarra", esa mirada lo estaba matando. El mayor, sentado en uno de los bancos con las piernas cruzadas de forma india, no paraba de mirar las expresiones que ponía su maestro, no le molestaba para nada tener que esperar al menor, no lograba entender esas muecas, tal vez le dolía algo, seguro no entendería, era bastante torpe para las emociones, pero haría lo que fuera para ayudarle, después de todo él lo ayuda siempre.

–Uff... no puedo, lo siento Bonnie– otra vez, no era la primera vez que ponía esta excusa, hay momentos donde ser sincero es lo importante, tal vez Bon no sea completamente sincero con lo que siente por Bonnie frente al presente, aunque debemos admitir que si es totalmente transparente y aunque el otro lleve lentes parece ser ciego a esto, pero al fin al cabo Bon sabe decir cuando esto NO va a suceder y este no era su día.

–Tranquilo Maestro, otro día será, estaré aquí para cuando quieras contármelo, ánimos– el mayor aún no tenía en mente qué podría estar perturbando a su "superior" pero quería dejar esa preocupación a este ya que él debía contárselo, no se haría el cuento por el momento. –Hasta mañana en la escuela!– gritó mientras se alejaba con su guitarra en la espalda, con su sonrisa tan característica, con ese uniforme y corbatín tan resaltantes, esa diadema y esos ojos ahora cerrados, mientras agitaba una de sus manos en forma de despedida.

El menor se encontraba solo como siempre luego de una buena práctica con él contrario, con una sonrisa en sus labios, no lograba ponerse triste luego de verlo tan feliz. Pronto una risa empezó a presentarse en el lugar, no era tan estrepitosa, no te haría voltear a verlo como si estuviera loco, era suave y hasta armoniosa, sus ojos parecían cerrarse mientras el viento revolvía algunas hojas en el suelo, su mano lentamente tapaba su boca y sus mejillas prendían un ligero color rubí.

–Mañana es sábado Bonnie– susurró, si estuvieras cerca de él podrías haber notado como sus ojos desprendían aquel brillo, ese brillo que solo ese pequeño conejo morado podía hacer brotar, era especial, no podía ser alguien más que ese despistado rarito con lentes que tocaba la guitarra en el equipo rival.

Tropezando en el Amor [BonxBonnie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora