2.1 Betónica

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Mitsuki Bakugou llega a su hogar luego de la jornada laboral. Deja las llaves en la mesa del comedor del departamento, con tranquilidad se quita la chaqueta para dejarla en una silla y la alarma de las sospechas suena estruendosamente en su cabeza. En el usual vacío florero, se encuentran unas fresias purpuras, hermosas. O el resto de ellas. Tienen el pobre aspecto de haber sido sacudidas como bate de beisbol. Los tallos están un poco doblados.
Al prestar atención nota que el adolescente indomable que tiene por hijo no está frente al televisor, ni tampoco escucha música a fuertes niveles. La calma es demasiado alarmante
Corriendo como alma que la lleva el diablo, irrumpe en el cuarto del mismo.
El panorama es pésimo, le obliga a tomarse el rostro con ambas manos.
Su hijo esta despatarrado en el suelo, atento al giro de las paletas del ventilador del techo. El relleno de la almohada está disperso por todo el cuarto, evidenciando una agresiva masacre. Y ella contiene un suspiro, considerando que el destrozo pudo ser mayor.
Respira profundo y va directo al grano porque nunca fue una persona de sutilezas que se ande por las ramas y no iba a comenzar a serlo ahora.


-¿Qué carajo hiciste?- vocifera provocando que el adolescente se incorpore de un salto dispuesto a responder la riña.
-¿Qué? No hice nada. ¡Encima hace días que no te llega una nota ni te han mandado a llamar vieja bruja!-
Mitsuki se adentra en la cueva y le pega un coscorrón.
-¡A mi no me hables así que soy tu madre!-
El chico se frota el lugar del golpe y le muestra los dientes siseando.

Ella aprecia cuanto le cuesta ceder, y considera que quizá se le fue la mano al querer criarlo fuerte para que nadie pudiera herirlo. Aparta sus pensamientos entrecerrando los ojos.
-Es cierto que no me han llamado en estas últimas semanas... ¿Pero qué pasa con las flores? Eso es terriblemente sospechoso- se cruza de brazos y casi se cae de culo cuando ve que su hijo se pone colorado.
Shockeada se tapa la boca. "Oh mi, oh mi Dios... ¡¿ Esto está pasando?!"
La voz del chico truena.


-¿¿Qué??? Un vivero abrió cerca... ¿Acaso ahora no puedo traerte algo sin que me trates como delincuente??-
Mitsuki mantiene en su mente la réplica de que ya de por sí normalmente parece un delincuente.
-Oh, está bien. - dice suavemente saliendo de la habitación.

Al cerrar la puerta se queda pensando, en que tan linda sería la chica que trabaja en ese vivero como para que el demonio de su hijo haya caído por ella.

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Betónica: sorpresa

El chico de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora