Me gustaba lo que pasaba cada vez que nos veíamos, mi corazón saltaba de emoción y un sexto sentido se encendía en mí. Solo con verte en la misma habitación mis piernas temblaban.
Ya no me importaba el hecho de ella te llamara frente a toda la familia "novio" y te bese, yo siempre obtenía lo mejor de tus caricias.
Creí que me estaba volviendo loca, pensé que no era justo lo que estabas haciendo conmigo, pero eres una perdición, la peor a la que he tenido que enfrentarme jamás. Y duele resistirse, y al mismo tiempo es satisfactorio caer ante tus caricias y susurros.
Ella nos había mandado a comprar unas cosas y en tu auto fue la primera vez que nuestros cuerpos chocaron de esta forma diferente a la que lo hacían usualmente, a partir de ahí fue donde caí ante ti y tus caricias. No me importaba si mi hermana se enteraba de lo nuestro, solo me importabas tú, tus caricias y nuestros cuerpos juntos. Tú mismo habías caído ante mí, te habías embriagado de mi olor y cuerpo, y lo mejor, o peor, de esto era que ella lo sentía. Sentía como su amado novio, cada vez era más frió con ella y que ya no la tocaba de la misma forma.
Ambos habíamos caídos uno por el otro.
Al final de todo me di cuenta de que estaba atrapada en nuestra relación y nuestras caricias, un parte de mi pedía a grito que siguieras mientras que la otra quería salir de esa situación y volver a ser amigos como antes, peroyo no quería ser salvada.
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