Mi piel se erizaba cuando te veía entrar acompañado de mi hermano. Mi corazón se sobresaltaba y mis mejillas tomaban un color carmesí cada vez que tu mirada se posaba de esa forma en mi cuerpo.
Cada noche pensaba en ti mientras estaban desnuda en mi cama con él a mi lado. Ambos sabíamos que estábamos siendo infieles. Tú, te habías embriagado con el olor y el suave tacto de la piel de la hermana de tu mejor amigo, y yo le estaba siendo infiel a mi novio. Él ya no me hacía sentir lo que tu si, mi piel se erizaba y una corriente eléctrica recorría toda mi columna vertebral con solo sentir tu tacto contra mi piel. Tú solo producidas esas cosas en mí. En mi mente no era él quien estaba a mi lado, eras tú, pero eso era solo en mi mente.
En mis fantasías tú eras el protagonista.
Tú eras mi tentación y yo era tu perdición.
Todo había comenzado ese día que, por seguridad, me acompañaste hasta mi casa, te dejé pasar, pero no tuve en cuenta que no había nadie más en casa. Luego de una conversación ambos estábamos jadeando y recorriendo con nuestras manos el cuerpo del otro.
Ese había sido el momento en donde había caído ente tus caricias. Ese fue el momento en donde tú te viste entre tu mejor amigo y yo, y donde yo me vi entre tú o mi novio.
Ambos sabíamos que esta había sido la primera de muchas y no nos habíamos equivocado.
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