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«Entre más suicidas hay, hay menos suicidas.»

Sus oídos solo escuchaban cosas que ningún ser humano debería escuchar jamás, "la gente es una mierda" se decía el mismo al caminar.

La lluvia caía, a él no le importaba, pues la lluvia era su amiga, sentía las gotas de agua caer sobren su cara y olvidar por lo menos unos cuantos segundos todo lo que le pasaba.

Llego a su casa la cual llamaba "hogar" se recostó en la cama y decidió descansar, no le importa perder el tiempo durmiendo... dormir es el único camino de vivir sin preocupacion.

Despertó y eran horas de la madrugada, en unas horas tendría que ir al instituto, se metió a la  regadera para despertar por completo, al entrar quitó con sumo cuidado las vendas que rodeaban sus muñecas, en ellas se podían ver cortadas bastante profundas.

Al meterlas con cuidado en el agua empezó a sentir un terrible ardor, el sufrió, pero resistió, pues a sufrido dolores mucho peores.

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