V* Mi mejor amigo paki

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Importante: "paki" en argentina significa, despectivamente, heterosexual.
Esto es una parodia para todas las novelas tipo  "mi mejor amigo gay"

—Necesito hablar con vos —el tono de voz que usó Guido a través del teléfono me adelantó que algo andaba mal—. En mi casa, a las 6. Es importante.

Y cortó.
Miré el reloj y eran 17:30. Me levanté de la cama con intriga y me dirigí al baño para darme una ducha rápida. Le dejé una nota a mamá que probablemente llegaría tarde y que cenaran sin mí. Estaba seguro que cuando Juana, la mamá de Guido y mi "tía" (auto consagrada así por ella misma) me viera en su casa no me dejaría ir sin antes alimentarme. Concretamente, invitarme a cenar.

Eran 18:07 y yo estaba a la vuelta de su casa cuando le mandé un mensaje para que me abriera la puerta. Era un poco lento para bajar las escaleras, por eso la antelación. Además ya se estaban notando los efectos del invierno, por lo que cada vez anochecía más rápido.

Guido es mi mejor amigo desde 5to grado. Siempre había sido un poco raro y las personas me preguntaban por qué pasaba el tiempo con él. Simplemente disfrutaba de su compañía. Su pelo casi dorado al sol y sus ojos marrones verdosos escondían a un chico loco de remate con complejo de descubridor de maravillas.
Desde que lo conocí identifiqué su personalidad con la de Dante, personaje de "Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo".

Cuando llegué a su puerta, él me estaba esperando impaciente y nervioso, mirando hacia los costados como verificando si había alguien vigilándonos. Esto ya no era normal (tan normal como podía ser con Guido)

—¿Qué pas... —no llegué a terminar la frase que me agarro de la camiseta me arrastró escaleras arriba—. Ey, ey, tranquilo vaquero, me enseñaron a subir las escaleras solo, soltame.

Él suspiró, se disculpó y aclaró que íbamos a la terraza. El resto del trayecto fue en silencio. Al llegar, él se acostó en el piso y me pidió que haga lo mismo. Tuve un flashback a la época en la que íbamos a la misma escuela y en los campamentos, mientras todos dormían, nosotros nos escapábamos a pasar la noche en el bosque.

Cabe destacar que, sin contar al otro, ninguno de los dos tenía muchos amigos. Éramos como almas en pena en busca de amistad cuando nos encontramos. Y tengo una ligera sospecha de que las seguimos siendo.

—¿Todo bien? —rompí el hielo con la pregunta más banal que existía.

Él solo meneó la cabeza a los costados.

—¿Cuál es el problema?

Se mantuvo en silencio. Quiero aclarar que la paciencia no era una de mis virtudes.

—Dios te regaló una lengua para que te comuniques, hombre —bufé mientras me incorporaba y me sentaba, empezando ya a enojarme.

—Dios no existe —replicó susurrando.

—Me estás inquietando. ¿Qué está pasando, Guido?

Él se incorporó y se puso al frente mío y soltó las palabras. Esas que me venía esperando desde que lo conocí a fondo. Esas que sorprenderían a cualquier persona, menos a mí. Porque yo las esperaba hace rato.

Me miró a los ojos, agarró mis manos y con timidez susurró:
—Creo que me gustan las chicas.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2018 ⏰

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