002

131 15 1
                                    

-Mhm...-se sentía cansado, prometió que lo ayudaría, y esperaba que lo haga aquel pálido de la noche anterior.

La puerta abre de golpe, asustando al rubio, entrando una enfermera con su desayuno.

-Buen día, joven Park, soy nueva y... ¿Dónde dejo esto?-señalaba el desayuno.

-Ahí.- dijo el rubio apuntando con la cabeza la mesa de noche.

-Gracias.- decía la enfermera mientras dejaba todo en la mesa de noche- Bien, me retiro.

-¡Oye!- Jimin no podía comer con las esposas puestas, como todos los días las enfermeras tienen que darle de comer.

-¿Eh?-se interrogaba la enfermera al ver al rubio subir las muñecas con las esposas y con una cara de obviedad.

Oh, tenía que soltarlo.

-¿Qué estás...-vió que la enfermera empezó a buscar algo en sus bolsillos, hasta que sacó las llaves.

-¿Tengo que soltarte, cierto?-dijo mientras agarraba las muñecas del rubio, introduciendo la llave en la cerradura de la esposa. Grave error.

-¡Sí!-dijo desesperado, haciendo dudar a la enfermera.

Aún con la duda ésta decidió liberarlo.

-¡Gracias!-dijo Jimin al sentir sus manos libres al fin, sin poder contener la emoción.

-¿Seguro que siempre te sueltan para comer?-preguntó esta al verlo tan emocionado.

-Sí, sí. Puedes retirarte.-dijo éste con un tono de voz más tranquilo y pausado. La enfermera solo asintió y se fue.

[...]

El rubio había tomado una decisión, saldría de su habitación para conocer el lugar, hace meses que no lo hacía. De paso, iba buscar a aquel chico que prometió ayudarlo, pero ya que, estaba ahora suelto.

Eran las seis de la tarde, según marca el reloj, hora en la siempre acostumbraba a estar tranquilo, nadie molestaba y solía relajarse.

Decidió pararse al fin de la cama. Estaba nervioso, ni para pararse a ir al baño podía, constaba de un bacín especial. Cuando sus pies tocaron el piso, fue como recién aprender a caminar, se tambaleó un poco, pero con el pasar de los minutos, ya podía caminar perfectamente. Caminó hasta la puerta y la abrió lentamente, sin querer emitir sonido alguno.

Estaba vacío. Bien.

Había un silencio absoluto, parecía abandonado. Habían muchas puertas, Jimin supuso que eran más habitaciones como las de él. Miraba a su alrededor, todo le era tan...extraño. Recordó el momento que lo encerraron, recordó ver a su madre hecha un mar de lágrimas, viéndolo con decepción. Perdido en sus pensamientos no se percató que alguien venía por su parte de atrás, y cuando lo hizo, fue tarde.

-¿Qué estas haciendo aquí?-reconocía perfectamente esa voz, a pesar de haberlo conocido poco tiempo.

-...-no sabía que responder, tenía miedo. Éste podría avisarle a alguien, y lo encerrarían de nuevo pero esta vez teniendo una seguridad que le sería incapaz de escapar de nuevo.

-¿Vas a responder?-Jimin empezaba a odiar esa voz ronca. Estaba arruinando su plan de ser libre nuevamente.

-Tenía sed y salí a buscar algo de beber.-dijo el rubio con un falsa sonrisa en su rostro, tratando de sonar convincente a la vez.

-¿Te soltaste o te soltaron? No me voy a creer tus estupideces de ahora. No soy idiota, si eso crees.-Jimin solo estaba en shock no sabía que responder, el grisáceo dio en el punto exacto.

-Si me soltaron, o me solté no es de tu incumbencia, ¿ok?-el pálido solo lo observaba. El rubio se estaba poniendo nervioso nuevamente.-Ni sabes mi nombre, y cuestionas lo que hago.

-Jimin, Park Jimin.-quedó estático el rubio, ¿Cómo sabía su nombre?

-¿Tú como sabes eso?-dijo el rubio.

El pálido solo soltó una pequeña sonrisa burlona, causando más intriga al menor entre ellos.

-Yo te hice una pregunta, y no me respondes hasta ahora.-dijo el grisáceo, cambiando su gesto nuevamente, serio.

-Sí, per...-El menor iba a reclamar, pero escucharon pasos a lo lejos del pasillo.

El rubio giró a ver de dónde venía el ruido, alarmándose. Regresó su mirada al pálido, percatándose de que el grisáceo se acercaba a su rostro, éste retrocedía.

-Toma.- de su casaca sacó un cubrebocas para dárselo a Jimin, éste le miró dudoso-Póntelo, rápido.

El rubio decidió ponérselo, no entendía nada, pero lo hizo.

-Joven, ¿Qué hace aquí? Las visitas no pueden estar paseando por estos pasillos.

-Sí, es que buscaba el baño.-dijo el grisáceo serio, con la idea de cortar rápido la conversación.

-Retírese, por favor. Y...¿Quién es él?

Jimin se había puesto nervioso, tanto que su estómago le dolía, y sudaba por las manos, pero por lo visto, la suerte estaba de su lado.

-Nada, no interesa. Solo retírense.-terminó de decir la enfermera suspirando, la cual andaba estresada, como para que les interese la presencia de ellos dos ahí.

Yoongi y JiMin sólo se dedicaron a asentir, y salieron rápidamente, antes de ser capturados por la enfermera.




Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 15, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Amor de manicomio ; ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora