On My Own

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Esto es un capítulo extra, que desde que escribí el primero lo tenía pero nunca pensé seriamente en publicar, hasta ahora.

Lo que está escrito en cursiva son recuerdos. Esto es después de la muerte de Peter.

°°°°°°°
Comencé a caminar sin rumbo alguno, mi mente llena de pensamientos sobre él, sobre ellos. Mis más grandes y únicos amores. Mi hijo y el amor de mi vida. Recuerdos de todo aquello que vivimos, de lo bueno, lo que nos mantuvo juntos y felices, aquello que nos llenaba que hacía nuestros días una razón más de vivir por el simple hecho de tenernos el uno al otro. A su vez, también de todo eso que nos lastimó, eso que nos fragmentó. Eso que me destruyó el alma desde el inicio.

Todo se empezó a desmoronar a partir de mentiras y verdades a medias, desde que empezó la desconfianza todo se vino abajo, las peleas se volvieron una costumbre que nos debilitaban, como una herida abierta.

— ¡Suficiente! —gritó con su mirada llena de desprecio clavada en mí.

— ¡Nada de suficiente, Rogers! Vamos,di lo que tengas que decir. Dímelo en la cara, sé que me ocultas algo, y sé que te molesta que lo haya descubierto tan rápido pero tenemos… —

—No, Tony. Me refiero a que he tenido suficiente. De ti — Su mirada seguía clavada la mía, mi mente por una vez en la vida dejó de funcionar.

Al verlo darme la espalda sin esperar más a una respuesta e irse sabía que se había terminado, todo se había terminado. Él había tenido suficiente de mí, y se alejó porque no traía más que problemas a su vida y a la de todos.

Cuando llegué a la cúspide del dolor mi mente solo se veía nublada de imágenes del niño. Mi niño, ese joven que era mi alma, mi vida, al cual arrastre a todo mi desastre, ese ser lleno de luz que todo lo que hizo fue conocerme y eso fue suficiente para llevarlo a la perdición, él había logrado darnos una vida que siempre quisimos tener, una familia que necesitábamos tanto, para que al final, sólo logramos arruinarlo.

La necesidad de huir de todo el dolor y pesadez de aquellos pensamientos me hizo comenzar a correr, aún sin rumbo, sintiendo que no era suficiente llamé a una armadura. Despegue, volé lo más lejos y rápido posible tratando de alejar todo aquello que me consumía, que me destruía.

Volaba a máxima velocidad, intentando alejarme de todo, por un momento pensé en ir a la torre pero sabía que eso sería peor al traerme recuerdos de mi pequeño, no podría regresar ahí, nunca. Ese lugar estaba lleno de su esencia, estar ahí y saber que él jamás volvería, que nunca más lo vería por el lugar, me partiría el alma.

— Steve, perdón. No quería que todo esto terminará de está forma, debí hablar de esto antes —Mi respiración rápida hacía mis palabras sonar entrecortadas y balbuceantes .

— Eras, eres y siempre serás una desgracia Stark. Aún no entiendo cómo logras destruir todo a tu alrededor, peor aún, no entiendo cómo aún sabiendo eso decidí quedarme junto a ti —. Sabía que tenía que haber hablado con él en un inicio, tome las decisiones incorrectas a conciencia. ¿Soy tan malo para todo aquellas que me rodean? Él me hizo darme cuenta de que tal vez lo soy.

Aún con todos esos problemas, estuve tranquilo por un tiempo gracias al niño, gracias a Peter, él era quien me mantenía, enterarme que él era un héroe no me sorprendió, ya que era un joven puro, inocente, lleno de bondad y amabilidad. Pero tal como Steve dijo, soy solo una desgracia, una tormenta que destruye todo y ese joven, lamentablemente, jamás fue la excepción.

Lo arrastre hacia mis problemas, le hice dar vueltas por todo el asunto, haciéndolo confundirse tomar malas decisiones, cuestienandose justo como nosotros si lo que hacíamos estaba bien o no. Cuando todo terminó, hace no mucho, y me dí cuenta que también lo perdí a él, intenté seguir por mi cuenta, intenté no derrumbarme, no por mí, por él, pensando que tal vez eso es lo que él querría.

Todo aquello que lo llevó a tal final, no valió la pena, no realmente, toda había sido una telaraña de mentiras, de falsedad y aún así, logro guiarnos hasta este punto sin retorno. Por mis malas elecciones, por mi culpa, siempre, todo, cada cosa mal, es mi culpa. Creo que he tenido suficiente.

Rompí la barrera de sonido, volando los más altos posible con mis repulsores sobrecalentandose, la luz inferior que se mostraba en mí casco empezó a cambiar de color a un rojo, prendiendo intermitentemente, señalando que había riesgo de falla de funcionamiento en los repulsores.

— Señor, hay peligro que su armadura presente problemas de vuelo y energía. Está armadura fue dañada anteriormente en batalla y no la ha arre…

— Silencio —. Seguí volando hacia arriba ignorando a Jarvis.

Primero en repulsor de la mano izquierda dejó de funcionar, después los demás, la armadura se reinició.

Espero y me de suficiente tiempo.

Mientras tanto, mi mente no dejaba ir su mirada de admiración cuando le contaba algo, o su expresión cuando le enseñaba algo nuevo en mi taller. Dios, como extrañaba a ese niño. Cerré mis ojos, cayendo, dentro de los momentos, todo se sentía mejor, sabiendo que pronto lo vería de nuevo.

Entonces, cuando sentí que estaba a punto de volver a poder abrazarlo, un sonido me hizo abrir mis ojos, la armadura había tenido tiempo a reiniciarse.

—Reproduciendo grabación de emergencia código 616.

— Hola, papá. Aún se me hace raro llamarte así, y a Pops—. Me sorprendió volver a verlo tan de cerca, era una grabación de Peter.

— Mmm, el hecho de que posiblemente veas esto me preocupa, no por el hecho de que te des cuenta que hackee tu código para lograr poner esta grabación cuando estés planeando una misión suicida o algo por el estilo, sino por ese hecho mismo, quiero que al ver esta grabación recuerdes que eres importante, para mi, para Pops, que nosotros somos aquellos que viviremos con la idea de que no te veremos más—. Observé cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, y como jugaba con sus manos—. Sólo piensalo otra vez ¿Sí? Mucha gente, aparte de nosotros necesita a Iron Man, necesitan a Tony Stark.

Aquello fue suficiente para distraerme y le diera tiempo a Jarvis para soltar el paracaídas de la armadura, llamar a paramédicos y a Steve.

Me quedé colgando de los árboles de donde mi paracaídas se había atorado, escuchando los sonidos del exterior hasta distinguir el distintivo de una moto, no muy lejos de ese sonido, el inconfundible de una ambulancia.

Adiós...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora