Mi compañera la nerd

Confesión

Decidí no contárselo a mis amigos por ahora, por lo menos hasta que logre estar totalmente cómoda con mi nueva realidad.

Una semana después de haber hablado con mi prima Marcela, me dije a mi misma — declararle mis sentimientos a Antonia, no importa que ella no sienta lo mismo que yo, solo quiero que lo sepa.

Una vez salimos a recreo, le dije que tenía algo importante que decirle después de clases, ella asintió y se fue con sus amigos, yo con los míos.

Esa jornada de clases se sintió más larga que nunca, hasta que por fin sonó el timbre de salida.

Y dime... ¿qué era eso importante que tenías que decirme? — me dijo curiosa.

Vamos Sofía no te acobardes ahora — pensé, suspiré y dije — Anto, me gus... — mis palabras no querían salir — Me gusta mucho tu cabello y tus lindas pecas — dije y me di un facepalm.

Jajaja qué boba — dijo Anto — pero en serio, no creo que me hayas hecho esperarte solo para decirme eso.

Justo en el clavo amiga — pensé.
Es verdad, no era para eso, aún que sea la verdad — volví a suspirar — Anto, se que te parecerá raro, pero tengo que decírtelo, se que talvez después no quieras saber nada de mí, pero como dice mi abuelo," el que no se arriesga no gana", por eso quiero arriesgarme ahora y decirte que eres la nerd más hermosa que haya visto jamás y que desde el primer día que te ví en clase me llamaste la atención, y ahora mi mente y corazón tienen claro que te metiste en mí para no salir, me gustas mucho señorita Antonia.

Antonia se cubrió la boca con las manos y de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas.

A-Anto, n-no llores yo... yo lo siento, n- no quería, yo... no quería hacerte sentir mal — le dije tartamudeando muy nerviosa tomándola por los hombros para tratar de calmarla.

De pronto oí como reía — También me gustas Sofi, pensé que era la única que se sentía así, por eso no te lo dije, pero estoy feliz de que sientas eso por mi — dijo y luego me abrazó.

Me sorprendí por un momento, pero luego le devolví el abrazo y besé su frente.

¿Quieres ser mi novia? — le pregunté mientras temblaba de la emoción.

Anto se acomodó en mi pecho y dijo sonriendo — Si.