Capítulo 8: Encontramos una víctima diferente

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Narra Reid:

Nuestro objetivo era llegar lo antes posible a la comisaría, Prentiss se tomó eso muy enserio, ya que conducía cerca del límite de velocidad.

–¿Piensas en Mack?– Preguntó.

–Pienso en como coincide con la victimologia.

–No tienes que preocuparte. Tiene mucha gente que cuida de ella, además de nuestro equipo.

–Lo se. Aún así no puedo dejar de preocuparme.

–Pues preocúpate por Ania y Mattew ahora. Ya hemos llegado.

Bajamos del coche y entramos lo más rápido que pudimos.

–¿Que tenéis?– Preguntó Luke.

–Dos nombres.– Dije.– Ania O'Donnell y y Mattew Peterson.

–¿Nada más?

–Son nuestra prioridad, puede que sean los desaparecidos.

–Estoy llamando a García.– Dijo JJ.

Decidme que necesitáis.

–García, busca en la lista de desaparecidos en Austin a Ania O'Donnell y y Mattew Peterson.

Dadme un segundito... ¡Los tengo! Son los que desaparecieron hace unos días.

–Tenemos tres días para encontrarlos.– Dijo JJ.

–¿Había alguien con ellos cuando desaparecieron?

Con Mattew iba su padre pero con Ania... No, ella iba sola.

–El sujeto siempre escoge a personas que van acompañadas. ¿Por que escogería a Ania?

–Puede que no estuviera técnicamente sola.– Dije.

–¿Qué piensas?– Me preguntó Rossi.

–¿García, cuál es la última llamada telefónica de Ania?

A las 9:27 se recoge si última llamada hasta las 9:40, la hora en la que sufrió el accidente. Hablaba con su madre.

–Tenemos que hablar con ella.– Dijo Prentiss.

Os he enviado la dirección de los padres de Ania y de Mattew.

–Muy bien, Tara y Luke venid conmigo.– Dijo Prentiss.– El resto id a hablar con la madre de Ania.

Rossi, JJ y yo fuimos directos a la dirección que nos envío García. Parecía un barrio familiar, lleno de villas, y la madre de Ania vivía al final de ellas. Nos bajamos del coche y Rossi tocó el timbre. Una mujer de pelo negro canoso abrió la puerta. Parecía cansada, y llevaba ropa de estar en casa, como si no hubiera salido en varios días.

–¿Si?– Dijo sin despegarse del marco de las puertas.

–¿Es usted Tiana O'Donnell?– Preguntó JJ.

–Si, soy yo.

–FBI. Estamos aquí por su hija.– Dijo Rossi y Tiana palideció al instante.

–Adelante, pasen.– Dijo tímida.

Entramos al salón donde nosotros nos sentamos en el sofá en frente de Tiana. Las fotos que había en el salón eran casi todas con Ania.

–¿Saben algo de mi hija?

–Estamos en ello.– Dijo JJ.– Pero ahora necesitamos hacerle unas preguntas.– Tiana asintió.

–¿Hablaba con Ania la noche del accidente, verdad?– Preguntó Rossi.

–Si.

–¿Y la encontró diferente? ¿Preocupada?

–No, para nada. Unos días antes discutimos y esa noche... intentaba arreglarlo con ella pero entonces escuché un sonido que no me gustó nada.

–Sufrió un accidente.

–Intente hablar con ella tras el accidente pero nadie contestaba. Después colgaron.

Estaba bastante claro que la persona que colgó el teléfono, era nuestro sujeto, pero no debíamos decirle nada a Tiana.

–Estábamos intentando arreglarlo...– Sollozó.– Y yo le grité antes del accidente.

–Sabemos que es difícil, pero, ¿pudo escuchar algo de la persona que colgó el teléfono?

–No.– Dijo secándose las lágrimas.

Cuando salimos de casa de la madre de Ania, ya era tarde.

–Espero que los demás hayan tenido más éxito con los padres de Mattew.– Dijo JJ.

–Y yo. En tres días aparecerán si no hacemos algo.

–Si encontramos la furgoneta que se los llevó, sería un gran paso.

–No cabe duda.– Dijo Rossi.– ¿Te llevamos a casa?

–No gracias, Mack está de camino.

–Creí que te asustaba que Mack saliera a estas horas.

–Un poco, pero quiero hablar con ella.– Dije y al momento escuchamos el coche de Mack acercarse.

–Hola chicos.– Dijo y nosotros nos acercamos a ella.

–Hola Mack.– Dijo JJ mientras yo subía al coche.– ¿Qué tal todo?

–Genial. ¿Y vosotros?

–Bah, seguimos adelante.– Dijo Rossi.

–Ya estoy.– Dije.– Cuando quieras.

–¿Tienes prisa?

–Si. Tenemos que hablar. Chicos nos vemos mañana.

–Esta bien.

–Hasta mañana.– Dijo JJ cuando se marchaban y yo miré a Mack.

–¿Nos vamos?

–Eh, si, claro.– Contestó y nos pusimos de camino a casa.

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