🙊🙉🙈

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Thomas se encontraba sentado en su rincón en el bosque de las lápidas, observando lo poco del cielo nocturno que se llegaba a divisar entre las hojas de los árboles que lo cubrían. Era uno de esos momentos en los que la soledad se lanzaba sobre el, atormentadolo, haciendo que se pregunte por que justo a el le tenía que tocar acabar allí, en aquel sitio sin esperanzas. Su corazón se oprimía a cada segundo que pensaba más sobre su condición en el área, solo conocía a unos pocos y a penas la mitad podían ser considerados "buenos", según su criterio, pero no podía llegar a llamarlos amigos, se habían conocido hace muy poco y no sabía prácticamente nada de ellos a parte de sus nombres y posiciones en aquel lugar. Oculto su cabeza entre sus rodillas que se encontraban flexionadas frente a su pecho, abrazandolas y dejando salir un suspiro, pero fue entonces cuando escucho el crujir de algunas ramas debajo de un zapato, lo que por insisto le hizo levantar la cabeza hacia el lugar de donde provenía aquel ruido, entonces se encontró con la silueta de alguien que ya conocía, Newt, quien se acercaba a él con una sonrisa de buenos amigos en sus finos labios y una bolsa no muy grande trasparente, por donde se podían ver unas cuantas galletas un poco más pequeñas que la palma de una mano.
-¿Que hay Novicio?
Lo saludo casualmente mientas se sentaba a su lado cruzado de piernas, habría aquella bolsa, sacando una galleta y le daba un mordisco, para luego extenderle la bolsa a Thomas, quien en silencio saco una galleta y se la llevó a la boca.
-Gracias.
-¿Pasa algo? Viniste a aislarte aquí en cuanto terminaste de comer, Chuck decía que te veías decaído y, ahora que lo veo con mis propios ojos, me doy cuenta de que no llevas la misma cara de idiota feliz de esta mañana cuando salieron al laberinto con Minho.
Thomas lo miro de reojo, lo estaba mirando con una expresión un tanto curiosa pero calmada como siempre, a veces pensaba que el tenía un especie de poder para calmar a los demás, lo había visto hacerlo antes, decía unas pocas palabras y ya todo el mundo se calmaba, dejado el pánico o las preocupaciones a un lado y entrando en razón, realmente increíble.
-No es nada, solo...estaba pensando.
Dijo aún comiendo su galleta, el que venga a verlo trayendo consigo algo dulce y una sonrisa en el rostro realmente había movido algo en el, Newt era diferente de los demás, el era...especial.
-No te comas mucho la cabeza tú solo, puede que no tengamos ningún psicólogo en el área, pero al menos podemos confiar los unos en los otros como para contar nuestras preocupaciones.
Le dio un par de palmadas en el hombro, gracias a sus palabras aquella sensación de soledad se había disipado tan rápido como se instaló en el.
-Solo estaba pensando que ser el Novicio no es para nada genial, ser un desconocido para todos...
-Tommy, a esta altura ya no eres un desconocido para nada, puede que no conozcas siquiera un cuarto de los chicos que viven aquí, pero todos te conocen a ti, dalo por seguro.
Tomo otra galleta y le dio un mordisco, retomando lo que estaba diciendo.
-Ademas, ya tienes algunos amigos por aquí.
Thomas no supo que decir, puede que haya algunos chicos con los que se llevaba mejor que con otros, pero ¿Realmente podría llamarlos amigos?. Lo único que hizo fue bajar la cabeza y quedarse en silencio, observando sus zapatos. Entonces vio con el rabillo del ojo como Newt se movía hasta estar frente suya, arrodillándose muy cerca de el, tomando su rostro entre ambas de sus manos y acercó el suyo con una expresión seria.
-Quiero que sepas que no estas solo aquí garlopo, esta Chuk, esta Minho, estoy yo...
Suavizó su expresión, transformándola en un gesto cariñoso y con una sonrisa hermosa que hizo a Thomas ruborizar, mientras que su corazón se aceleraba y aquella sonrisa se le contagiaba.
-Vale, vale, entiendo.
Río un poco, pero noto que ante su afirmación Newt no había tomado distancia en lo absoluto, seguía allí, observándolo con una mirada cautivante y las mejillas coloreadas de un rosa a penas perceptible gracias a la poca iluminación del lugar.
Fue cuando, de pronto, Newt empezó a acercar su rostro al de Thomas, quien solo sentía su corazón latir con cada vez más fuerza, pero era extraño, no tenía intenciones de apartarlo como haría con cualquier otro chico, hasta se podría decir que estaba ansioso por lo que estaba por venir, pero ¿Estaba realmente bien algo así? Ambos eran chicos y no había tiempo para juegos de enamorados en el área, no con tantas cosas que resolver. En cuanto sintió el suave tacto de los labios del rubio contra los suyos, todos esos pensamientos de duda se dispersaron en menos de un segundo, otra vez aquel mágico poder suyo de alejar las preocupaciones.
Era un beso dulce, suave, cariñoso y tierno, de esos que te llenan de calidez el corazón y te contagian toda aquella ternura. Thomas le siguió el ritmo lento que llevaban, disfrutaban lo más que podía el uno del otro, disfrutando cada microsegundo. El beso los llevo a disminuir la distancia entre ambos, Newt de acercó hasta abrirse paso entre las piernas del castaño y acorralarlo contra la pared cubierta de una enredadera verde y frondosa, mientras que Thomas lo abrazó por el cuello, atrayéndolo hacia el en busca de aun más cercanía. Cuando aquella danza entre sus labios tuvo que llegar a su fin para así ellos recuperar el aliento, se encontraron sus miradas, cómplices de algo que quizás no deberían haber hecho, haciéndolos sonreír y luego sacándoles algunas risas sin razón alguna mientras se abrazaban con fuerza. Quizás se reían por lo bajo que habían caído el uno por el otro, por los problemas que veían venir al comenzar aquel problematico amor, o simplemente por lo graciosas que se verían sus caras de tan cerca, ni ellos sabían, todo lo que tenían claro era que en aquel mismo momento sus corazones latían al mismo ritmo apresurado e inquieto, lo que lo hacía el momento más agradable que habían pasado (probablemente) en toda su vida.

Continuaron en aquella posición, charlando, comiendo las galletas que Sartén había preparado y robándose algún que otro beso cada tanto, alargando algunos y devolviendo otros.
-Oye.
-¿Mmh?
-Aquella chica...¿Por que no para de decir tú nombre en sueños? Me inquieta bastante.
Lo miro con un casi impercept pucher que logró sacarle una pequeña risa a Thomas.
-Pff ¿Celoso?
Bromeó sin siquiera pensárselo dos veces.
-¿Y que si fuera así?
Aquello lo tomo por sorpresa, sacándole otra risa, pero esta vez una avergonzada.
-Yo en verdad no sé quién es ella, sabes que no tengo ningún recuerdo de antes de llegar aquí, pero dudo que...haya sido...alguien más importante que...tu...
Hablo avergonzado, bajando la mirada con sus mejillas acaloradas, escuchando una risa del chico frente a él.
-Eres en verdad un garlopo.
Dijo entre risas, para luego tomarlo del mentón, haciéndole levantar la cabeza hasta poder verlo cara a cara, junto con aquella sonrisa que denotaba felicidad y que tan bien le quedaba a aquel rostro atractivo.
-Eso espero.
Lo beso luego de pronunciar aquello, lento pero con pasión, dulce pero audaz. Separó sus labios por un momento, pero no separó sus rostros ni un centímetro, ni abriendo los ojos.
-Te quiero, Tommy.
Abrió sus ojos, encontrándose con los del castaño, quien los sentía humedecerse. Desde que había llegado a ese endemoniado lugar, Newt había sido el único pilar firme para el, el único que no lo juzgaba con la primera mirada, el único que mostraba simpatía hacia el, el único que no dudaba de el, el único que era capaz de extenderle una mano a pesar de todo. Thomas se dio cuenta de que Newt era y sería todo para el, ahora y siempre.
-Te quiero, Newt.
Sellaron aquella confesión con un tierno beso, que por más dulce que pareciera era tan profundo el significado de sus actos y palabras que hasta dolía. No sabían que podría pasar a continuación en aquel lugar que parecía no llevar a nada bueno, pero tenían la seguridad de que entre ambos, mantendrían aquellos cálidos sentimientos vivos, como una pequeña llama de esperanza que no se extinguiría aún que el viento  sople con todas sus fuerzas, ya que ellos a pesar de no haberlo dicho en voz alta por temor a estar como gritando a los cuatro vientos su mayor debilidad, se amaban.

Fin.

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