Cada vez que los retos de la vida me han dejado en la oscuridad, sólo la luz del amor me ha permitido ver claramente.
Cuando me atrevo a mencionar “el amor” no hablo del sortilegio separatista con el que nos desbocamos por alguien más, en un inmaduro intento de reconocernos, ni al sentimiento de unidad compasiva que nos mueve sólo en ocasiones convenientes. Con frecuencia, quienes hemos escogido un camino de “bienestar compartido” adoptamos el amor como una palabra constante de todas nuestras conversaciones. Y así es como transformamos la realidad más extensiva del universo en un fonema vulgar sin ningún significado.
Porque el amor no parece ser algo que puedo regalarte, no significa que estoy unido a ti a partir del momento en que nace un sentimiento romántico u amistoso. Creo más bien que siempre hemos estado unidos, todo el tiempo hemos sido parte de la misma danza energética de la vida y en el momento en que surge en mi interior la sensación, lo que sucede es que me hago consciente de esa realidad y tengo la oportunidad de experimentarme como un ente de amor a través de mis relaciones. Pero cuando consideramos que el amor es sólo un sentimiento, corremos el riesgo de practicarlo torpemente. Creo que el amor nunca empieza y nunca acaba, amar es parte implícita de nuestra condición humana, por eso la negación de esta idea deshumaniza nuestra conducta y genera la situación indeseable que muchos estamos percibiendo a nuestro alrededor: relaciones disfuncionales, maltratos, desilusiones, guerras…
Así, siendo que el amor es todo, considero que, para conocerlo realmente, necesitamos estar dispuestos a amarlo todo. Amar lo que nos hace bien y lo que no, lo que alcanzo a entender y lo que aún no logro concebir. Amar lo que me parece bello y lo que me desagrada, porque el amor es integral. Y no se trata sencillamente de aceptar aquello que parece no funcionar para mí, pues aceptar tiene una connotación de que algo nos ha sido impuesto desde algún lugar exterior, pero permitimos que siga presente, aunque mantenemos una resistencia interna acerca de ello. Y no se trata de eso. A lo que te invito es a que aprendamos a amarlo todo tal cual es, “amar lo que es” como diría Byron Katie. Decirle sí a la vida y no solo tolerarla, de ser así la resistencia no nos permitiría disfrutar la experiencia de totalidad que es la vida misma. Eckhart Tolle lo explica de una manera que ha funcionado para mí: “Aceptar todas las circunstancias de la vida como si las hubiéramos elegido”. No es que debemos conformarnos y que está mal pretender cambiar una situación, todo lo contrario, he evidenciado cómo la manera más rápida de trasformar la realidad es el amor.
No es tan fácil, lo sé y lo comprendo, porque me sucede igual. No es tan fácil porque, esta idea de amarlo todo, que el amor es todo y que con todo estamos conectados agrede directamente todos los constructos mentales que nos han definido hasta ahora (sólo amo a quien me ama, cada quien se ocupa de lo suyo, yo soy así, la gente es me traiciona… y un sin número de programaciones que limitan la expresión del amor que somos). Estas creencias son cómo nuestros hijos, estamos apegados a ellas porque nosotros las creamos, las hemos concebido y alimentado durante toda la vida como un tesoro sagrado y desprendernos de ellas parece ser deshacernos de una parte de nosotros mismos, pero no es así. Sólo son como una armadura vieja y pesada que no nos hemos quitado en años; El óxido y la corrosión endurecieron tanto sus bisagras que parecen imposibles de remover. Y llevamos tanto tiempo cargando su peso que nos resulta inconcebible vivir con la ligereza que significaría abandonarlas.
Lo he experimentado numerosas veces, lo he visto en mí y en muchos de los participantes que me han compartido sus historias en programas de trasformación humana en los que he tenido la dicha de servir, para muchas personas el amor total es una realidad demasiado extraordinaria como para ser concebida. Pero el que aún no lo podamos entender no asegura su inexistencia.
Una de las grandes incongruencias que hemos aprendido sobre el amor es la selectividad que le atribuimos. Pero el amor no es lo que nosotros escogemos que sea, el amor es todo. Incluso aquello que no te parece, está incluso donde no lo quieres ver. Ya lo ha escrito Rogelio Echavarría cuando dice:
“Todo es amor: lo dicho y lo callado; el impulso del núbil, sorprendido; la violeta escondida del olvido y el odio, que es amor sacrificado.”
Es probable que aún no alcances a entenderlo. Pero descuida, estamos en un camino de descubrimiento constante, te puedo asegurar que yo mismo que estoy aquí compartiendo contigo este concepto con toda la certeza de que es una realidad, apenas empiezo a comprenderlo y con frecuencia me he sentido desconectado de esta verdad, totalmente distraído entre mis juicios y paradigmas. Pero sigo practicando estar presente para vivir desde esta nueva perspectiva, porque estoy consciente de que el insigne entendimiento que vislumbro me ha regalado una nueva y mejor manera de experimentar la vida que me permite mayor plenitud y libertad. Por eso lo quiero compartir contigo.
Hagámoslo juntos, practiquemos amarlo todo y si los resultados son para ti lo que están siendo para mí, prepárate porque muchas cosas lindas empezarán a suceder.
ESTÁS LEYENDO
viviendo en un poema
PoetryTe acompañó a descubrir poemas hermosos con muchos sentimientos... "Vivir y no leer es como no vivir "