"Antes de juzgar busca la verdad, antes de lastimar ponte en su lugar"
- Autor desconocido.
El sonido de los cubiertos al chocar contra los platos era lo único que rompía el ensordecedor silencio en el comedor. Sussan podía sentir la tensión en el ambiente y suponía que no era la única.
Como había supuesto antes, no todos estaban felices por su llegada. En cuanto su hermana mayor había cruzado la puerta de entrada, no le dirigió ni siquiera una mirada y eso a Sussan le había dolido.
Ahora se encontraban todos cenando sin decir palabra alguna. De vez en cuando la menor de los Hall miraba a su familia, notaba como Matt y su padre se miraban entre sí. Volvió a fijar su mirada en Eleanor tratando de buscar las palabras correctas para poder comenzar una conversación en cuanto la cena terminara.
Observó a su hermana con disimulo, su pelo era del mismo color castaño, pero de diferente largo al suyo, Eleanor lo tenía largo casi llegando a la cintura mientras que el de Sussan muy apenas tocaba sus hombros. Eran tan parecidas pero tan diferentes al mismo tiempo.
—¿Qué tanto me miras? —se sobresaltó al escuchar la voz de Eleanor.
—Yo...
—Deja de mirarme, fenómeno. —el pecho de Sussan dolió ante las palabras de su hermana.
—¡Eleanor!
— Eleanor no le hables así a tu hermana. —intervino el padre de las chicas.
— Creo que ya he terminado de cenar, gracias por la comida papá.
Sussan se levanto de su silla, besó la mejilla de su padre y de su hermano, por un instante su mirada se encontró con otro par de ojos verdes idénticos a los de ella pero, que en lugar de mirarla con cariño, la miraron con frialdad, con odio.
Con los ojos empañados salió casi corriendo hacia su habitación para encerrarse en ella. Su corazón palpitaba tan rápido y su respiración se había descontrolado, se acercó rápidamente al pequeño mueble a un lado de su cama y sacó el bote de pastillas que hace unas horas había dejado en el cajón. Puso en su mano una de ellas y la tomo en seco, dejó el bote donde estaba y se encaminó al baño.
Necesitaba relajarse, así que se desvistió y sin importarle a que temperatura estuviera el agua abrió al azar alguna de las dos llaves. Su cuerpo se estremeció por el frío del agua, pero no hizo ningún amago de retirarse. Aún tenía la respiración un poco entrecortada, debía calmarse, el medicamento funcionaría pero tenía que poner de su parte también.
Cuando terminó, envolvió con una toalla su cuerpo, no necesitó una para su cabello. Ventajas de tener el cabello corto. En cuanto salió del baño el viento hizo que se estremeciera, no recordaba haber abierto la ventana.
La luna era la única luz que iluminaba la oscuridad de su habitación, sin tomarle importancia, cerró la ventana y también las cortinas. A ciegas sacó un pijama de entre los cajones y lo colocó en su cama, quitó la toalla de su cuerpo quedando completamente desnuda.
Se felicitaba así misma por haberle puesto seguro a la puerta, tal vez Matt o su padre podrían entrar sin tocar. Cuando terminó de cambiarse y de secar su cabello se acostó en su cama soltando un casi inaudible gemido de satisfacción al sentirse cómoda entre las sabanas y el colchón.
Se quedó mirando el techo de su habitación mientras pensaba en las palabras de su hermana, ya se esperaba una reacción así, de echo se creyó preparada para escuchar esas palabras antes de venir, pero aún así le dolían. Sus ojos empezaron a sentirse pesados y solo bastó un par de minutos para que Sussan quedara completamente dormida.
ESTÁS LEYENDO
Shades©
ParanormalEl Renacer de la Sangre Libro I: Shades »No te castigues mi niña, al final todo pasará y solo quedará en recuerdos. Y cuando la oscuridad sea tu compañera en la soledad, solo serás tú la única que podrá decidir sobre ti.