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|CAPITULO 2| Restaurant

N.

Después de preguntar a varias personas logre llegar al restaurant que me había dicho la hermana Trinidad. No era un cinco estrellas pero se veía bien. Entre y camine hasta dónde estaba la caja, tenía que hablar con el dueño. Había un joven que no tenía mucha más edad que yo cobrando un pedido y al oírlo hablar me di cuenta que no era de acá.

—Disculpe...—habla captando
la antencion del joven
—Si, decime—respondió cortésmente—¿Qué necesitas?
—Mire me manda la hermana Trinidad—explique—necesito hablar con el dueño, él sabe que yo venía porque la hermana se comunicó con él a la mañana
—Primero tuteame—me regalo una calidad sonrisa—soy Matteo Balsano ¿Vos como te llamas?
—Nina, Nina Simonetti—respondí—un gusto
—Bueno Nina—exclamó—ahora te llamó a Gastón, que es el dueño de todo esto ¿Si?
—Esta bien—sonreí—gracias

Matteo se metió adentro del restaurant y volvió con otro chico que tampoco sería mucho más grande que yo.

—Nina ¿Verdad?—pregunto quien supuse era Gastón
—Si Nina—respondí
—Yo soy Gastón—exclamó—veni conmigo así hablamos un poco más tranquilos

Mi cara de pánico me delató

—Tranquila—hablo—nada formal, es sólo para conocernos

Pasamos por la cocina y seguimos hasta llegar a una especie de oficina.

—Sentate porfavor—hablo mientras el se acomodada en
su silla detrás del escritorio
—Gracias—respondió
—Para hacer esto más amenos voy a comenzar hablar yo—me miro, por alguna razón me inspiraba confianza—Mi nombre es Gastón Perida, tengo veintidos años y soy dueño de todo esto por una herencia por parte de
mi padre ya fallecido
—Nina Simonetti—respondí—hoy es mi cumpleaños número dieciocho y desde que tengo uso de razón viví en el orfanato de la hermana Trinidad, ella me dijo que viniera a hablar con usted
—Porfavor tuteame—exclamó con una sonrisa realmente llamativa—La hermana Trinidad es una persona muy importante en mi vida, ella es mi tia por parte de padre y cuando él falleció me ayudó mucho a salir adelante y como pudo me crío hasta que hace como cinco años se metió en esto de ser monja y yo ya era mayor y ya me estaba haciendo cargo del restaurant
—Ella me ayudó a mucho a mi—suspire—tu tia es un ser muy especial, es una mujer única
—Bueno Nina—me miro—ya me puse melancólico, dejando todo eso de lado yo le dije a la hermana que necesitaba una moza y ella me contó de vos que ya cumplias dieciocho e ibas a necesitar un trabajo y también dónde vivir
—Por el lugar dónde vivir no te preocupes—respondí—el trabajo es lo primordial para mi
—El trabajo es tuyo—exclamo—si mi tia te recomendó no tengo nada que dudar y por lo que tenes que hacer no te preocupes porque los chicos te van ayudar
—Muchas gracias Gastón—sonreí
—Y por el lugar dónde vivir—suspiro—de eso ya hable con mi tia, su viejo departamento esta deshabitado porque la pareja que lo alquilaba se fue, mi tia me dijo que no te cobrará pero también me dijo que no ibas aceptar vivir ahí gratis
—Por supuesto que no lo voy a aceptar—respondí cruzandome de brazos—Descontame del sueldo Gastón
—Esta bien—sonrio—pero la mitad de lo que saldría un alquiler normal porque si no mi tia me mata, te juro que me mata y es que ella te adora Nina
—Y yo la adoro a ella—respondí
—Bueno ahora te voy acompañar a tu nuevo hogar—se paro—y mañana a primer hora empezas a trabajar, vamos Nina

Salimos del restaurant y caminamos atras de este donde se encontraba estacionado un auto.

—Vamos arriba—exclamó

Gastón subió al auto y puso la radio, lo arrancó y empezó a conducir hasta que después de diez minutos paramos en un edificio.

—Aquí es—me miro con esa sonrisa encantadora—tu nuevo hogar Nina Simonetti
—Ya no se como llegar al restaurant—deje escapar una carcajada—te juro que me perdí

Poco a poco iba tomado confianza, Gastón era muy simpático.

—No te preocupes—se unió a mi risa—vivo a dos cuadras, así que mañana te paso a buscar

Saco una llaves del bolsillo del pantalón y abrió la puerta del edificio. Nunca iba a terminar de pagar a la hermana Trinidad todo lo que hizo por mi.

Se conocieron Gastón y Nina
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