Era un acto de completarse mutuamente, por alguna razón los seres humanos somos carentes de autonomía, de plenitud, ni siquiera para pensar podemos ser libres completamente; ese constante juego de análisis de la vida fue algo que comencé a hacer desde aquel agosto frío en el que ella se marchó.
Recuerdo que hace algunas noches recibí una postal, no era como que necesitara que me recordarán la existencia de algún ayer, no, por el contrario, constantemente me movía por toda la tela del tiempo; yo atribuyo tal percepción del universo a mi alterada visión de las cosas, por eso era imposible que olvidara momentos como mi primer pase de cocaína, o personas como ella; es que para mí su existencia era algo que añoraba tener cerca, más cuando yo sé el enorme pedazo de mí que dejé en ella. El sobre lo recibí de imprevisto mientras me tomaba un café muy cerca de donde trabaja un amigo que ella y yo teníamos en común. Cuando me la entregaron tuve esa sensación de una ráfaga de viento que te acaricia las astillas enterradas en el corazón, era algo suave pero cortante, y con el escozor de la ausencia profundizando el daño se volvía algo casi infernal. En fin, era un sobre blanco, la estampilla era algo curiosa, creo que incluso era algo atemporal, al menos esa fue mi primera impresión de la misma, luego, al detenerme un poco más en ella, me di cuenta que era un dibujo, la verdad ya no recuerdo que forma tenía, lo pasé por alto, quizás ya le había perdido interés a cosas como esa.
Recuerdo que al recibirlo me atemoricé, no estaba acostumbrado a recibir muchas cosas que digamos, y las fechas especiales ya se estaban borrando en mi calendario, es que ya existían de una manera tan inerte para mí, algunas veces incluso ofensiva. Al tomar el sobre, al palparlo y hurgar un poco por fuera de él buscando el nombre del emisor, me estrelle contra una pared de miedos traídos de antaño; no sé si en el viento, en el agua de los ríos, en la neblina que se apodera de estas tierras y de mis pensamientos, o quizás en la forma en la que estaba caminando la semana pasada. El miedo era producto de la impotencia, muy a menudo me topaba con cosas así, por eso mismo andaba sin ser muy consciente de los cambios de estación.Hace ya mucho que no sabía de ella, al menos no por su boca, por eso mismo recibir algo de su parte era completamente intrigante; en fin, decidí irme a casa para allí abrir el sobre más detenidamente, llovía y eso clarificaba mi caminar, e incluso me acondicionaba la temperatura. Evitaba pasar por lugares marcados con el signo de sus labios, o con el perfume de su piel canela, también evité los lugares en los que probablemente podría encontrarse, ahí, perdida, pero completamente ungida en plenitud; era como recorrer un campo minado de recuerdos, de fantasmas que le insisten a la vida, de astros que no se creen tan divinos y por eso se entregan a la vida del mortal, de un mortal con mucha ventaja. De vez en cuando pasaba casi que tragando alfileres por el supermercado donde solíamos comprar chocolates, esos que para la fecha ya eran mi adicción, quizás la más sana de las que he tenido; ¿y la acera?, esa maldita acera donde aquella tarde logramos materializar nuestra primera cita, y te cuento, también fue el primer día que la vi llorar; es irónico, realmente irónico, algunas veces pienso con las manos metidas en mis adentros, y con la conciencia alucinando el tártaro me cuestiono, si yo alguna vez la he matado; no sé si mi llegada fue el inicio de la cruel realidad en la que vive ese gato, yo estoy seguro que no son muchas las vidas que le quedan, a pesar de que si son muchos los suspiros que ha robado.
Tras recorrer aquel campo minado, superar el parque del nudo y el fin de mi obra a su lado, encender otro cigarro como herencia de su paso por mi vida, llegué a mi casa, y antes de mirar si quiera la puerta, miré hacía el frente, más hacía el vacío y entonces como un hambriento niño africano engullí una estrella para que mi corazón tuviese iluminación esa noche fría y húmeda. Al entrar en la casa todo se encontraba como en una dimensión diferente, era como pasar del ambiente soberbio de Hesse, al callejero y vulgar estilo de Bukowski , F. Vallejo y de A. Caicedo, todo estaba en su lugar más incorrecto, era curioso, pero se veía casi como el interior de mi cabeza, salvo que no estaba ella, y eso era lo que realmente primaba en mi cabeza. Después de encender las luces, cerrar la puerta con seguro (Era mi ritual de paranoia), correr todas las cortinas, y encender tan solo la luz de mi cuarto, ya que para la cocina me bastaba con la del refrigerador; precisamente para ese lugar iba, necesitaba alcohol, tenía ansiedad, y para ese momento los cigarrillos no cubrían del todo aquella necesidad; destapé una cerveza, subí a mi cuarto y mirando por una ventana que daba una zona verde, empecé a contemplar los colores de la noche, ya algo más tranquilo físicamente, el calor de mi cuarto me reconfortaba hasta el punto de sentirlo metafísicamente; no había olvidado el sobre, solo intentaba ganar tiempo para poder concentrarme un poco más en como recibir lo que hubiese allí, estaba deseoso, casi que excitado por la espera que me había auto-impuesto. Pasadas las 10 pm, y habiéndose dormido la mayoría de mis vecinos, dispuse una silla en el balcón, el cuarto era cálido, pero cerrado, y en ese momento quería contemplar el paisaje lúgubre, y las corrientes de aire que surcan los balcones de Los edificios; también me gustaba escuchar los sonidos amplificados por el eco, las goteras sobre el tejado y el aullido desamparado de un perro que busca donde refugiarse del frío; la noche está tan viva como el día, y es en ella donde viven los momentos más explosivos que regularmente tiene el ser humano, y ella lo sabe, en las noches es como un tierno un sedoso botón que se acurruca del frío en un rincón, y ocasionalmente cuando yo entraba como ladrón, le bastaba el poco calor que podía dar mi esqueleto; pero en el día siempre ha sabido de la crueldad, y por eso era que saber, ver, o tener algo de ella, era mejor en las noches.
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LO QUE CUENTA LA MUERTE ANTES DE MANDARTE A DORMIR
Mystery / ThrillerAntología de cuentos.