D í a N o r m a l 5

4.8K 493 61
                                    

   Me levantaba al unísono del timbre del recreo, haciendo que cambie todos mis planes. Tenía que ir por Youngmi para ayudarla con sus cosas, ya que había traído unas pinturas y varios trabajos que tuvo que exponer hoy ante el profesor.

   Me acerco a ella rápidamente, esquivando todos los bancos y sillas del salón hasta llegar a su lugar.

    —Youngmi-ah, iré al baño un momento. ¿Puedes esperarme? —levanta la vista de su cartuchera para mirarme a mi.

    —No hay problema, te esperaré justo aquí Jungkook-shi — me responde devolviendo su mirada a sus cosas.

    —No tardo~.

   Corro fuera del salón y un poco por los pasillos. Los baños de hombres se encuentran en el tercer y primer piso del colegio y nuestro salón esta en el segundo piso, al final del largo pasillo con blancos azulejos y manchas azules. Azul...

   Bajo por las escaleras, esquivando a algunos alumnos que se encontraban por allí, hasta bajar el último escalón y empezar a recorrer el pasillo. Troto de una manera en la cual no pueda llamar la atención de todos los demás, deteniéndome un poco para hacerle una reverencia a algún profesor que pasaba o para responder el saludo de compañeros que se encontraban allí.

   Entro al baño totalmente vacío y me meto en uno de los cubículos del fondo. Un minuto después y abrí nuevamente la puerta, yendo hacia los lavamanos. Entra alguien por la entrada del baño y muy fácilmente lo reconozco como Taehyung; un chico de un año mayor, con cabello naranja y sonrisa cuadrada.

    —¡Qué sorpresa encontrarte aquí!, ¿cómo estás, pequeño? —grito Tae al verme, golpeando su hombro con el mío.

   Un ser bastante energético.

    —Hyung, es el baño de hombres —respondo mirándolo de lado—, es obvio que en algún momento tengamos que coincidir.

    —Ya, pero es que no te veo desde hace un siglo y te extrañaba.

    —Tampoco seas exagerado, nos vimos ayer en el primer receso y también merendamos juntos en el tercero.

    —¡Pero igualmente me has ignorado todo el día de hoy!

   Río un poco mientras sacudo y seco mis manos con el papel.

    —Lo siento, ¿sí? He estado un poco ocupado hoy —salgo del baño con él siguiéndome detrás.

    —¿Estas ocupado por tus clases particulares con la chica rarita de tu clase? No recuerdo su nombre...

    —Youngmi. Su nombre es Sang Youngmi, Tae —él se coloca a mi lado y subimos las escaleras juntos— y no la llames de esa manera. Es una de las mejores personas que he conocido hasta ahora, aparte de ti.

    —Entonces tendrás que presentármela, tengo ganas de conocer a la persona que ha logrado que defiendas su nombre y me llames "Tae" en vez de "hyung".

   Llegamos a nuestro piso correspondiente, con la diferencia de que su salón se encontraba al otro extremo del pasillo.

    —Bien, me iré ahora. Suerte con tus clases con Jungmin —dice con su sonrisa cuadrada, antes de darse la vuelta y empezar a alejarse.

    —Gracias, hyung pero es Youngmi —respondo casi gritando por la distancia, para que él solo me responda con un movimiento de mano.

   Sonrío ante su gesto y me doy la vuelta para comenzar a caminar al salón, con la cabeza gacha los primeros pasos. Levanto mi mirada y puedo ver de lejos a una chica alta saliendo del salón que esta al fondo, cargando dos cuadros en uno de sus brazos, unas bolsas en su otra mano y con una mochila obscura cargada en su espalda. Se podía ver desde la distancia en la que estaba que no le costaba llevar todas esas cosas pero la veía muy incómoda mientras caminaba a paso lento. Empecé a caminar un poco más rápido para ver si lograba ayudarla pero al ir acercándome, esa persona se me hacía más conocida.

    —¡Youngmi-ah, quédate ahí! —grito empezando a trotar en su dirección.

   Ella abre grandemente sus ojos cuando me reconoce y se queda estática en su lugar, cosa que agradezco.

   Llego hasta donde esta ella para arrebatarle las bolsas llenas de pinturas y pínceles de sus manos, y esta vez correr dentro del salón, recuperar mi mochila y salir nuevamente a su encuentro.

   Extiendo mi mano libre en su dirección, esperando a que ella entienda lo que intento decir sin palabras.

   Sus ojos bajan hasta mi mano y se queda mirándola un momento hasta que su rostro se dirige hacia el mío y, con sus mejillas llenas de un tierno tinte rosa, conecta sus orbes avellanas con los míos. Intento decirle lo que necesito que entienda a travez de nuestra mirada y ella, lentamente, levanta su mano hasta colocarla justo sobre la mía. Siento como si hubieran puesto una pluma en el dorso de mi mano, ya que solo logro sentir la suavidad y la calidez que emana un toque tan puro como este.

   Entrelazo mis dedos con los de ella y, al empezar a caminar, se que ambos sonreímos con timidez pero algo en nuestros corazones se conecto, haciendo que ahora latan a un unísono ritmo.

Tell me | j.jkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora