D í a N o r m a l 9

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   Faltaba poco y nada para la hora de la verdad, la hora en donde Kookie y yo nos reuniríamos por primera vez. Sin notas, sin papelitos de colores de por medio, solo él y yo. Cara a cara.

Aterrador.

   Estaba tan asustada. Mis rodillas no dejaban de temblar y mis dedos se acercaban a mi boca sin aviso para comenzar a morderme los bordes de mi uña, arrancando la piel pero sin llegar a dolerme. Miro hacia abajo, donde esta mi mochila y observo su interior. Solo veo tuppers de diferentes colores y tamaños, todos apilados allí dentro, preguntándome como es posible que hayan entrado ahí. En verdad si se cómo lo logré, solo tuve que sacar casi todo de mi mochila, dejando solo un cuaderno y una de mis cartucheras. Ahora tengo más tarea que nunca, pero al menos todo valdrá la pena. O eso esperaba.

   La campana suena, asustándome y dejándome sin aliento. ¿Cómo puede ser que ya sea la hora? ¿Tan rápido paso el día? Bueno, mas bien mediodía. No estaba lista, no me sentía lista. Me levanto de mi silla como puedo y voy al baño con velocidad, siento que todo me da vueltas.

   Al llegar al baño me detengo frente al gran espejo con tres lavamanos debajo de este y, agarrándome fuertemente de allí con ambos brazos, me quedo mirando mi reflejo. Podia ver pequeñas gotas de sudor por mi frente y el color de mi cara se podía asemejar al blanco del papel. La palabra "nervios" se podía leer en uno de mis ojos y "miedo" se podía leer en el otro. Baje la mirada, abrí el grifo y moje mi cara con el agua fría que salía, en momentos como estos me alegro de no usar maquillaje para venir a la escuela. Seco mi rostro con papel y me miro nuevamente, deseándome suerte a mi misma desde dentro.

   Con un paso mas seguro que con el que entré, salí del baño para ir directamente al salón de clases a por mi mochila. Fui tan ingeniosa al haber traído todo en mi mochila, porque se que si lo traía en una bolsa o en otro lugar que no fuera mi mochila, al instante Kookie de daría cuenta que siempre fui yo pero no quiero hacerle spoiler antes de que la hora llegue. Muy inteligente de mi parte, ¿ha qué si?

   Cierro mi mochila luego de haber sacado mi única cartuchera y cuaderno debajo de la mesa, la cargo en mi espalda y empiezo a caminar con dirección al árbol de cerezo enorme que se encuentra en el patio.

Todavía no puedo creer que todo esto sea realidad, siento que estoy soñando aún pero no tengo intenciones de despertar. Mil y un preguntas corren por mi mente en estos instantes. ¿Le gustará la comida que prepare? Si la respuesta fuera que si, ¿me pedirá que le cocine seguido? ¿Me preguntara por la receta? ¿Disfrutará todo en silencio con una sonrisa escondida y un corazón acelerado? Si la respuesta fuera que no, ¿me lo diría entre risas para alejar todo rastro de incomodidad? ¿O simplemente comería todo sin decir palabra para no avergonzarme? Cuando descubra que todo este tiempo fui yo la de las notas celeste pastel, ¿cómo se sentiría? ¿Enojado? ¿Conmovido? ¿Feliz? ¿Avergonzado? ¿Curioso? ¿Triste? Tal vez necesite un tiempo para pensar las cosas con claridad, yo no se que haría si alguien hiciera esto conmigo. ¿O directamente me dirá que quiere estar a mi lado? Pero, ¿y si me rechaza? Si esto llegara a suceder, por lo menos tendría en mente el hecho de que lo intenté y no me di por vencida al principio de todo esto. Con todo esto me demostré a mi misma que si puedo hacer algo sola, sin la ayuda de nadie. Soy valiente hoy y eso es lo que importa.

Ya en la puerta de entrada al patio me detuve unos segundos a apreciar la brisa y buen clima que corría ese día. Mis ojos paseaban por todos lados; miraba a los diferentes alumnos que estaban almorzando y charlando con sus amigos en las bancas, miraba el cielo azul con nubes blancas esponjosas que viajaban por la pantalla que estaba encima de mi cabeza, el pasto estaba recién cortado y se veía muy verde e hidratado, el árbol de cerezo podía apreciarlo desde donde estaba. Por delante de este divisaba una figura masculina mirándolo como esperando algo o a alguien. Esa figura era obviamente mi tierno conejito.

Sonreí muy grande, mostrando toda la hilera delantera de mis dientes y di un paso el cual al instante lo volví a poner en su lugar de origen. Mi sonrisa se fue junto con ese movimiento y mis ojos bien abiertos no podían creer lo que estaban observando.

Puedo observar desde aquí a una melena roja que se menea al ritmo de la brisa sobresalir del cuerpo de Jungkook.

Tell me | j.jkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora