I'm very sorry, but a Hamada always obtains what they want

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Está bien, lo admitía, le gustaba Miguel.

No tenía tantos problemas con aceptarlo, es más, llevaba bastante tiempo contemplándolo como una posibilidad; porque alguien aparte de Hiro tenía que haberse dado cuenta que el tiempo que pasaba discutiendo con el chico era exagerado.

Le gustaba tener su atención aunque fuera de forma negativa, eso se notaba a leguas, el mexicano no tenía altas expectativas de su persona ni esperaba la reencarnación de Einstein al hablarle (suponiendo que Miguel sabía quién era Einstein...o cualquier otro científico).

Frente a sus ojos solo era él, un joven extranjero más en el mundo, alguien común y corriente con el que tuvo la mala suerte de iniciar con el pie izquierdo y todavía se tomaba el tiempo de contestarle en buena onda algunas veces; algo en eso le generaba una sensación de respeto por el músico, que era muy mínima porque aun así seguía jodiendolo día y noche hasta sacarlo de quicio, pero el sentimiento estaba ahí al final.

Aclaraba que no era masoquista, solo le gustaba maniobrar con lo complejo.

Tampoco era algo de qué hacer bulla, esas situaciones pasaban, no era como si se le fuera a declarar algún día o pensara en tener una relación con él en algún futuro. No le llamaba la más mínima atención ese tipo de cosas y no afectaba a nadie que se lo guardara en lo más profundo de su ser para evitar hacer drama innecesario.

Algún día se tendría que marchar de Santa Cecilia para regresar con Tía Cass de cualquier forma, ¿por qué gastar energías en algo que sería momentáneo y con muy pocas probabilidades de funcionar?

Él estaba bien con lo que tenía.

— Esta vez acabas de costarme el pan de hoy, Hamada, espero que ya estés feliz hijo de la...

O así fue hasta que llego la fecha en que tuvo que empezar a preocuparse por que alguien más no se llevara al mexicano.
Esa tarde había ido a la plaza a molestar a Miguel durante su trabajo de medio tiempo como mariachi, como ya era rutina, e iba con la idea en pie de escucharlo tocar una que otra canción antes de arruinarle el teatro; santa sorpresa que se llevó cuando se acercó al kiosco del centro donde usualmente era el show y vio al moreno tocando la guitarra con un tono coqueto a un par de señoritas muy bien arregladas.

Casi se ponía rojo de coraje con tal escena, el estúpido de Rivera le había salido todo un Don Juan.

— Sí, un poco la verdad —sonrió orgulloso mientras veía a las chicas irse a paso veloz —. Canto bien, ¿no crees? Quizás debas contratarme para hacerte coro en próximos eventos.

— La última vez que revise, las serenatas debían ser arte no sonar como llanta desinflándose —uy, el zapatero sí sonaba enojado esta vez.

— ¿Quién te manda andar buscándote novia en espacios públicos? —contraataco más ofendido por las circunstancias que el comentario a su ego.

— ¿Novi- ¿De que estas- ¡Ay, Hiro, son encargos! ¡Me pagan por tocar serenatas a las damas, es mi trabajo! —Miguel era un manojo de ira que se contenía para no matar en ese lugar al asiático.

¿Le pagaban por cortejar mujeres en la calle?, no pues así cualquiera se ganaba la vida. Ganas no le faltaban de decirle que abandonara ese "trabajo" y le dejara a él proveerle de lo que necesitaba, si lo que quería era conseguir dinero no le era problema dárselo.

— De igual manera, ¿qué es una serenata? ¿Tienes que estar de cursi necesariamente al tocarlas?—esperaba que no se notara que estaba cambiando el tema para evitar la bronca, Rivera ya tenía bien firme el agarre en el cuello de la guitarra para darle una madriza.

El suspiro cansado que Miguel dio fue su luz verde para acercarse un poco más sin el miedo de salir lastimado en el proceso. La verdad, sí estaba interesado un poco en el tema, quizás esto podía darle una idea de porqué el otro se veía muy feliz en ese oficio.

Lo que obtuvo fue mucho mejor.

— Son un tipo de composición musical poética, se usan para declararle tu amor a las chicas por estos rumbos.

— ¿Solo a las chicas?

— Sí, Hiro, solo a las chicas —respondió entre risas como si fuera lo más obvio mientras guardaba su guitarra con cuidado en el estuche, listo para ir a buscar otro lugar donde Hamada no pusiera pie—. ¿Alguna vez has visto a un loco tocarle una serenata a un hombre?

— ¿Alguna vez alguien lo ha intentado? —sonrió galán al ver la cara descolocada del moreno sabiendo que no esperaba esa pregunta.

— Bueno...No, pero tampoco veo por qué alguien lo intentaría.

— ¿Qué tal si yo lo hago?

— Ja, suerte del pobre que le toque escuchar tus lamentos de guajolote, ni siquiera puedes sostener bien una guitarra.

— ¿Y si te la dedico a ti?

Silencio.

La había cagado, oh dios la había cagado, la había cagado en grande y ya estaba listo para ponerse a correr hasta su departamento y encerrarse hasta que la tierra se lo tragara, pero una carcajada suave y dulce le regreso los pies al suelo.

Miguel nunca había reído de esa forma tan pura cerca de él, siempre había estado llena de irritación y sarcasmo, esto era algo nuevo.

— Si puedes tocar una serenata para mí a tu estilo sin que sea un total desastre, habrás ganado esta ronda —respondió iniciando su caminata a otro lugar con estuche en mano y las partituras de lo que suponía era una nueva canción—. ¡Suerte, Hamada, quiero ver que tengas los cojones para esto!

Y se fue, y él se había quedado con la cabeza revuelta y más determinación que la que solía tener en sus proyectos de robótica.

Ese músico lo estaba subestimando; y lo sentía mucho por el moreno de ojos bonitos pero él era un Hamada, los Hamada siempre obtenían lo que querían y en estos momentos lo quería a él.

A ver como se le quedaba la cara cuando llegara esa noche a su casa. 

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Tengo mucho sueño, ni siquiera lo voy a revisar para encontrar errores ortográficos xD

Suerte que mi siguiente examen es el TOEFL de ingles ;w; 

ALGUIEN POR FAVOR MIRE LA HERMOSA PORTADA QUE TIENE LA HISTORIA, ESTOY GRITANDO INTERNAMENTE DE LA EMOCIÓN AY

La música es una ciencia...de alguna forma [Hiroguel/Higuel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora