Al empacar sus inseguridades y abandonar lo único que consideraba «hogar» siendo muy pequeña, Sydney Hudson nunca previno el día donde ella y su radiactividad encontrarían el papel que el multiverso les tenía reservado.
Mas todo comienza co...
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「 PARTE UNO
enseñarte a caer 」
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LAS SEMANAS COMENZARON A PASAR SIN QUE SE DIERAN CUENTA Y LA convivencia se volvió tan natural que llegó un punto en el que los dos no recordaban haber estado separados alguna vez en el pasado.
Wade y Sydney comenzaron a ser inseparables. El tiempo juntos se multiplicó y consiguieron ser buenos amigos a pesar de la diferencia de edad. De todas maneras, Wade Wilson era un niño en el cuerpo de un hombre. Combinaban y hacían un buen equipo.
Ella continuaba siendo acechada por esos tipos. Era un milagro que él lograra protegerla. No obstante, Wade sabía que no siempre estaría a su lado para evitar que algo malo le pasara y la idea de entrenarla le sucumbió los pensamientos muy seguido.
Pero, fueron algunos momentos cruciales los responsables de que la idea nunca muriera.
Uno de ellos sucedió en la cocina. Sydney estaba sentada en un taburete y lo ayudaba a escribir la lista de las compras de la semana con un lápiz fosforescente en la mano izquierda.
Algo entonces no cuadró en su hoja y chasqueó la lengua.
—Estás chingando. Se supone que hay pan de sobra en nuestra poolacena —protestó—. ¡Pff, patrañas!
—De sobra... —Ella frunció el ceño—. Déjame adivinar. ¿Como el papel higiénico, uh, el viernes anterior? ¡Ah, sí! Cuando Al no paraba de gritar mi nombre desde su baño, mientras yo no podía sacar mi trasero del váter de tu habitación.
