El amor es la enfermedad más extraña que se puede padecer.
Si alguien me preguntara en dónde estás fácilmente podría apuntarte sin tener que voltearte a ver. Es difícil sacarte de mi cuadro de visión aun si estoy ocupado tecleando, como ahora. Puedo echar una mirada rápida y ni así podrías enterarte que llamas mi atención. Me gustas desde hace tiempo, no tengo idea desde cuándo, pero realmente no importa. No es como que pueda acercarme a ti fácilmente.
Pertenecemos a diferentes mundos.
Mientras que tú eres todo aquello que se quiere de un alumno ejemplar, mi situación es contraria a la tuya.
Reportes masivos por mal comportamiento son los que reinan mi expediente, otros más por desfiguro público e incluso de agresión.
Soy un chico malo, qué puedo decir a mi favor.
Me da grima pensar en mí como esos tipos asquerosos que fuman y beben haciéndose los muy malotes, cogiendo sin condón a todas horas con una enfermedad verenea soplándole en la nuca. Mas eso soy. Un chico problema que tiene la vida patas arriba, suficiente para colarme en su falda y cogérmela antes de que me lo haga a mí. La ley de prevalencia lo indica, aquellos que se esfuerzan inútilmente encontrarán la gloria mientras que esos que arrebatan podrán tener todos los gozos.
Y yo estoy por encima para eso. Si alguien intenta quitarme mi trono tendré que tronármelo. Ni más ni menos. Este es mi sitio, he explotado tantos derechos con tal de llegar a donde estoy. No pienso retirarme, esto me gusta. De cierta manera soy igual a Dios, puedo decidir quién estará un día más y quién desaparecerá el día de mañana. Sólo debo de tronar los dedos y mis deseos serán concendidos. Mis deseos son los de otros, mi queja es la orden que todos deben de acatar.
Pero esta regla no aplica contigo o cualquiera de los tontos que están a tu alrededor.
Mi reino se mantiene firme con unas cuantas personas que puedes observar porque fuera de esta institución el mundo es mío, sólo debo reclamar un par de títulos más para poder meterte en este universo porque de otra manera esto no funcionará.
No puedo dejar todo por lo que he trabajado, quizá te parezca poca cosa, pero arrebatar, privar, vender sustancias divertidas y varias más no es cualquier trabajo, hay que saber hacerlo antes de que alguien te atrape. Pegar una paliza es igual a ser el foco de atención, mas un líder que gobierna desde las sombras no es algo que me agrade. Me gusta que me llenen de aplausos, que me llamen jefe y que den una fiesta total en mi nombre por cada atraco.
Me da igual, he decidido esto y ya no puedo salir. No importa qué tanto me gustes, el futuro conmigo no existe.
Aun si soy el líder de una pequeña pandilla que puedo llamar mi familia, aun si puedo llamarme un Dios frente a mis subordinados, aun si varios me temen tan solo escuchando mi nombre, la realidad es que ese mundo del que tanto me siento orgulloso de tener en la palma de mi mano es apenas una viruta de polvo.
Porque cuando él lo decide debo de agachar la cabeza.
Así que, Izuku, deja de gustarme, eres peor que la gripe en temporada de verano, que diarrea en días de asado, que fiebre estando en la playa.
Puedo percibir que tu mundo ha notado mi presencia porque ahora volteas a mirarme con una sonrisa igual de tierna a un tifón, es momento de regresar la vista a la pantalla y volver a escribir.
¿A quién quiero engañar? Deseo salir de esto, desearía que mis padres no hubieran muerto estando tan joven como para tener que decidir entre morir de inanición a arrebatarle la vida a alguien más.
Aun así, puedo seguir viéndote por el rabillo del ojo. Ese mitad-mitad te está observando, hablando de cosas que realmente no entiendo, un tema de ustedes dos, seguro. Me desagrada, no quiero verlo cerca de ti, pero no tengo título, voz o voto dentro de tu mundo. Nuestros sistemas son distintos.
Ni siquiera un agujero de gusano podría hacer que nosotros nos conectáramos.
Aunque, como si decidieras abandonar tu sistema natal, el asteroide donde navegas se impacta contra una de mis lunas, aterrizando con gracia para decir:
—¡Hola, Kacchan! —Una frase que la acompañan pétalos rosáceos que se enredan en tu cabello al revolotear gracias a la ventisca que se hizo con tu llegada.
Eres el tierno mejor amigo que tuve de niño y al que he amado desde entonces. No deseo perderte, pero ahora que nuestros mundos vuelven a conectar, ¿Cómo puedo ignorarte?
***
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¿Jugamos?
FanfictionKatsuki Bakugou, el Matón de la escuela preparatoria, el Delincuente de delincuentes, el Rey de los caídos, el Capitán de su grupo de amigos, está perdidamente enamorado de Izuku Midoriya, un chico con una vida común. Sin pensarlo, le propone algo...