Parte 9 -Especial cumpleaños Yuuri-

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—Yurika date prisa —exigió el rubio para la ya no tan pequeña rubia.

—Que ya voy —canturreó la de ojos azules y Plisetsky se tragó, con mucho esfuerzo, sus ganas de matar a la mocosa. La amaba demasiado como para prescindir de ella en su vida. Además, seguro Katsuki le arrancaría todos los pelos si le hacía cualquier cosa a la niña.

—Yeeri, Yedrik, no se olviden ninguna caja —pidió para el par de azabaches de ojos tan verdes como los suyos.

—¡Todo listo! —gritaron a unísono los mencionados, provocando una sonrisa en el hombre que también transportaba algunas cosas a su camioneta.

Yeeri y Yedrik tenían una personalidad pacifica, tal como la de su amado esposo, Yurika, en cambio, tenía un genio del demonio; de algún modo el ruso sentía como que ella era su karma.

Una vez que cargaron todo lo necesario, los cuatro integrantes de la familia Katsuki subieron a la camioneta que los conduciría hasta el encuentro del miembro restante de su familia.

—Mejor vámonos a la casa —lloriqueó la rubia tras dos horas de camino.

La competición en la que participaba el pupilo de Yuuri estaba en otro estado, bastante lejos como para que el proveedor principal de la familia soñara siquiera con pasar su cumpleaños acompañado de los que más amaba. Yuri se había armado una enorme y muy grata sorpresa.

—Si volvemos a casa ahora mañana sin falta estarás en la escuela —aseguró el ruso con voz potente.

—Por eso digo que es mejor aguantar otras dos horas de camino —farfulló la rubia medio molesta pero muy resignada.

Yuri miró por el retrovisor a sus tres hijos, todos con cara de cansancio, pero sus varones lo disimulaban un poco, la rubia no hacía ni el intento de que su incomodidad no se notara.

El rubio giró la cabeza y sonrió para todos, recibiendo dos sonrisas y un puchero en respuesta. Entonces condujo por otro par de horas.

—Le digo que soy su esposo, cumple años hoy y queremos darle una sorpresa —alegó el frustrado rubio al recibir una negativa de parte del recepcionista del hotel donde Yuuri se hospedaba cuando solicitó le permitieran acceder a la habitación del japonés,

—Sin el permiso del ocupante de la habitación no le voy a abrir la puerta —indicó tajante el empleado del lugar.

—Si le llamo para pedir permiso esto dejaría de ser sorpresa —soltó el rubio enfadado—, y venimos de muy lejos como para que usted lo arruine.

—Si digo que no se puede, no se puede —aseguró el empleado aumentando la ira del ruso de ojos verdes.

Yuri talló su cara con ambas manos, estaba frustrado. Por su parte, Yurika apretó los labios y caminó furibunda hasta donde su padre alegaba, entonces hizo una enorme rabieta y un excelente trabajo consiguiendo que les dieran acceso a un lugar donde no deberían estar.

—¡SORPRESA! —gritaron los cuatro cuando la puerta de la habitación se abrió, dejándoles ver a un cansado y muy sorprendido hombre.

Tres crías de enorme sonrisa corrieron y se pegaron a las piernas de uno que no parecía tener la intención de dejar la puerta.

—¿Por qué estás llorando, cerdo idiota? —preguntó el rubio al oído del que abrazaba también. Al ver las lágrimas de ese que amaba con toda su vida se unió al abrazo sin pensarlo.

—Porque ustedes me hacen muy feliz —dijo Yuuri pegando su frente a la de su amado esposo, acariciando tanto como podía las cabezas de sus amados hijos.

—Bien, ahora comamos pastel y vayámonos a dormir —dijo la rubia rompiendo el silencio, el abrazo y el ambiente—. Pasamos cuatro horas de tortura en una camioneta después de que papá nos hiciera trabajar como esclavos cargando todo esto.

—Ni siquiera cargaste nada —reclamaron tres de cuatro hombres, el restante sonrió ampliamente ante la reacción del resto de su familia. La chica parecía indignada ante la molestia de los otros tres.

—Porque soy la princesa —dijo poniendo los brazos en jarra—. ¿Verdad, papi?

—Por supuesto —aceptó el japonés siendo feliz con la nueva reacción de su pequeña.

—Pensé que habíamos acordado que no más mimos para esta malcriada —renegó el rubio y el otro adulto sonrió de nuevo. Yuuri estaba demasiado feliz como para no hacerlo.

—Intentémoslo de nuevo mañana, hoy disfrutemos de OTRO MAGNIFICO CUMPLEAÑOS —pidió Yuuri Katsuki, recibiendo un beso de su pequeña y luego un nuevo abrazo de todos los que amaba.

Y es que era así, desde hacía siete años que había recibido en su vida el amor del ruso y la dicha de ser el padre de esos tres niños, todo era felicidad, cada día era estupendo y los cumpleaños eran simplemente magníficos.

—De acuerdo —dijo Yuri rindiéndose, tampoco se le daba bien ser estricto con la cría esa—. Feliz cumpleaños, Yuuri. Te amo.

El ruso felicitó al japonés y, en un grito que hizo retumbar el corazón del festejado, tres crías imitaron uno de sus dos mejores ejemplos.

—¡FELIZ CUMPLEAÑOS, PAPI. TE AMAMOS!


29/11/2017 El cerdito cumple años y la familia lo felicita

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29/11/2017 El cerdito cumple años y la familia lo felicita. Gracias por leer. Besos.  

pd. lo crean o no, yo dibujé la portada... ¿Qué tal me quedó?

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