O17.

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Se encontraba cegada de la furia que se expandía por todo su cuerpo provocando una ligera alteración en su mente. Estaba molesta. ¡Ella no había sido la responsable de lo que decía Sana en esa nota! Sus pasos se oyen rápidos y fuertes mientras se adentra a la cafetería con el ceño fruncido. —¡Tú! —Exclama. Dahyun rápidamente se gira hacia ella con confusión. —¿Qué pas-

La muchacha cerró la boca al ver el rostro sombrío de la más alta. Sus ojos se paseaban de persona en persona por toda la mesa fijando su mirada nuevamente en la de piel nívea, la cual tragó seco. No acostumbraba a ver a la chica tan molesta.

—¿Fuiste tú? —Reclamó tomando a la chica de las muñecas. De inmediato, Dahyun intenta zafarse del agarre impuesto por Tzuyu. —¿De qué hablas? ¡No sé de qué estás hablando!


Tzuyu se disculpa y esconde su rostro entre sus manos. Se encontraba perdida sin saber qué hacer primero. No sabía que había hecho o dicho para recibir aquella carta de tan desalentador contenido, y no dudaba de que la letra era de ella. Aunque resultase extraño, recordaba aquella curvada letra de memoria.

En medio de su debate mental, una risa comienza a sucumbir la mesa provocando que todos se silencien de inmediato, puesto que provenía de Seungmin. Tzuyu frunce su ceño en cuanta levanta la mirada y la risa contraria es todavía más escandalosa que antes, le dolían los oídos de tan solo escucharlo. —¡Miren todos! —Exclamó el castaño levantándose de golpe. —¡Ahí va Romeo! —Apuntó hacia la entrada de la cafetería, pero Tzuyu no cedió.

—¿Por qué no te giras, Zhou? —Seungmin se acercó a la muchacha inerte con la vista baja. Hasta que reaccionó en cuanto el chico golpeó ligeramente su cabeza. —¿Estás sorda?

—¿Y tú estás ciego, bastardo? —Habló soltando espuma imaginaria por la boca. Un montón de blasfemias queriendo salir desde lo más profundo de su cuerpo. Seungmin, perplejo por varios segundos retomó su molesta sonrisa y observó a las dos chicas. —Minatozaki, ¡¿por qué no vienes aquí?!


Ante aquello, la taiwanesa levantó su mirada martillando la cabeza de Seungmin deseando que estuviera muerto. Aunque sonara muy trágico. Pero había sido él sin duda alguna. 

Seungmin tragó saliva nervioso cuando la chica se limpió su falda y procedió a alejarse lentamente. —¿Vas a huir? —Exclamó y ella paró. —Ahora quieres huir, ¿verdad? —Rió sin gracia. —Oigan todos, ¿quién quiere oír una bonita historia de amor con un final amargo?


Nadie respondió. Nadie se quejó. Ni siquiera cuando la japonesa era retenida contra su voluntad por los amigos del castaño. —Miren a esta ratita... ¿No les parece conocida? ¿No? —Caminó por el lugar con las manos en la espalda. —¡Exacto! Nadie la conoce porque no es nadie. —Sana bajó la mirada y mordió su labio inferior cuando el chico jugó con un mechón de su cabello. —Pero ella quiere ser conocida por todos, ¿no es así?

—Exactamente de alguien. —Completó. —Descubrí algo hace un par de días, pero no quería decirlo de esta forma. ¡Pero ya que estamos! Nuestra querida japonesa está enamorada de alguien, ¿no es así Tzuyu? —La gente a su alrededor comenzó a cuchichear acerca de la inesperada situación. Nadie podía creer que existieran dos chicas así. —Está enamorada de más ni menos que nuestra querida Zhou Tzuyu, ¿y saben qué es lo mejor? —Bajó la voz un poco. —Al parecer a Tzuyu le gusta esa cosa.


Seungmin rió nuevamente tomando el cabello de la japonesa jalándolo con fuerza ocasionando que un par de chillidos salieran de su boca. Sana se sentía terriblemente humillada frente a todos y ahora le sería imposible ver a la cara a Tzuyu. Un nudo se formaba en su garganta y las ganas de llorar sin parar aumentaban en demasía. Sin embargo, aquello pareció disiparse en un segundo.

El castaño dejó de reír satisfecho en cuanto un puño impactó contra su mejilla provocándole una pérdida de equilibrio que lo hizo caer al suelo. Tzuyu no esperó ni un segundo más y se sentó en su cintura enviando golpes y más golpes en dirección a su rostro sin compasión.No sabía a qué le estaba dando exactamente cuando sus ojos estaban nublados por las lágrimas y su mente difusa por la ira. Su cabello se encontraba dispersado por su rostro y sus mejillas estaban rojizas.


Sana gritaba con todas sus fuerzas diciéndole que parara de una buena vez, no obstante, la alta no parecía escuchar. Concentrada en tomar represalias contra el chico debajo suyo. En su mente solamente existían dos cosas: golpear a Seungmin y proteger a toda costa a Minatozaki Sana.


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STUPID QUESTIONS。 ── SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora