Musa

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Estaba en el comedor con mi ración de comida a medio terminar cuando Annuska entró dando gritos de alegría y se subió sobre una de las mesas para anunciar que El Maestro, es decir, el tipo que me secuestró llamado Kavi, la había felicitado en persona por mi buen desempeño con el cliente. Toda esa farsa fue gracias a Darío, quien me ayudó a memorizar lo que tenía que decir cuando regresara, pero desconozco lo que escribió ese tal Román en el formulario. Asumo que fueron puros elogios por lo que veo.

Bebí un poco de leche mientras miraba a cada una de las chicas. Estoy segura de que una de ellas podría darme la información que busco. El problema es que no sé por dónde empezar, tengo miedo de que me descubran y me maten. Pasé toda la noche ideando un plan. Le conté a mi compañera Ausencia todo lo que me había pasado y en la misión suicida en la que estaba de buscar información sobre el paradero de una tal Beth. Ni se inmutó ante mi confesión, así que le prometí que también la llevaría conmigo si lograba escapar.

—¡Jaya! —gritó eufórica Annuska—. ¿Quieres que lea la buena reseña del cliente?

Negué con la cabeza, sabía que Annuska quería leerlo delante de todas las chicas para burlarse de mí.

—No seas así, Jaya. —Annuska juntó sus labios para hacer un mohín, luego noté cómo una llama se encendió como petardos en sus ojos—. Las chicas desean que lea.

Las chicas no pronunciaron ni media palabra, aun así, Annuska comenzó a leer mi reporte:

"Me siento completamente complacido por el buen desempeño de Jaya. Esa mezcla de inocencia y perversión debajo de las sábanas me dejó sin palabras. No hubo rincón de su cuerpo que no explorara. La chica valió cada euro que pagué. Verla tan entregada a mis deseos hizo que fuera difícil negarme a sus exigencias más retorcidas... Jaya me suplicó un nuevo encuentro y estoy dispuesto a pagar el doble solo si me garantizan su exclusividad.

Mis más altas felicitaciones.

Observación: Revisando mi cuello, la joven me dejó un feo hematoma.

B.M."

Al terminar de leer mi buen desempeño sexual, Annuska se bajó de la mesa, me tomó de la barbilla y depositó un beso en mis labios. Me dio un asco tremendo lo que hizo y las risas retumbaron algunas más altas que otras en el comedor. Juré en mi vergüenza que mataría con mis propias manos a ese imbécil, Román. ¿Cómo pudo escribir eso?

Luego del desayuno nos llevaron a la sala de entrenamientos donde fui atada y colgada como a un cerdo. Annuska me ordenó que relajara mi cuerpo mientras el miedo retumbaba en mi garganta. Me golpeó en el estómago, los senos, nalgas y espaldas. Mordí mis labios y apreté los ojos con fuerza. Mi cuerpo estaba tenso y me agarraba de las cuerdas en cada azote.

—Recuerda, no pienses en el dolor, solo disfruta —dijo Annuska contemplando mi cuerpo como si fuera una obra de arte.

La piel me picaba; y entonces sentí el primer rayo de dolor fuerte cuando las cuerdas fueron a parar a mi entrepierna.

—¡Dije que te relajaras! —gritó Annuska en medio de una carcajada.

—¡Maldita bruja! —mascullé sin poder contener un sollozo.

—¿Te dolió? —preguntó Annuska en tono burlón. Entonces volvió a azotarme en la vagina—. Haz lo que te digo, Jaya, te encontrarás con clientes peores que yo. Esto es solo un calentamiento.

Annuska me golpeó los senos y mis nalgas hasta que mi piel se tornó como un mapa rojo. Luego me acarició en mi centro hasta que exploté debido a su estimulación experta. Lloré de rabia mientras me desataba porque, muy a mi pesar, mi cuerpo respondía a sus perversiones. Mis rodillas hormigueaban al ponerme en pie y lo primero que hice fue mirar a Annuska mientras se secaba el sudor con una toalla.

Soy LicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora