Está aquí, de nuevo.

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— ¿No te lo dije? —May voltea a verme desde una de las pequeñas ventanas.

Le respondo con un gruñido y bajo las escaleras de dos en dos, con él detrás de mí.

Me detengo frente a la ventana y visualizo el campo de pelea donde varias personas están discutiendo, repartiendo golpes o practicando su puntería, y más allá, otros sentados en los bancos de cemento pegados a la pared, solamente viendo cómo alguien cae inconciente. Una idea pasa rápidamente por mi cabeza y exhalo pesadamente, tengo que contener mi enojo un poco más de tiempo.

— ¿Cuál es la habitación de Demeter? —pregunto volteándome hacia él.

— Demeter no está aquí.

—No me mientas, lo vi al llegar. ¿Dónde está su habitación?

Paso por su lado y comienzo a caminar a paso rápido por el pasillo, viendo los números arriba de las puertas y haciendo memoria para saber el número de habitación de él.

— ¿Qué quieres hacer, Nina? —oigo preguntar a May y detecto un toque de ansiedad en su voz.

Lo ignoro y sigo caminando hasta llegar a la puerta por donde habíamos entrado, paso por ella y empiezo a buscar a Demeter entre las otras personas en el comedor. Me abro paso entre las mesas recibiendo extrañas miradas de los demás, y siento a May seguirme de nuevo.

—Nina, ¿para qué lo quieres? Detente.

—Debe estar por aquí… —susurro.

Al parecer May pierde su paciencia conmigo, me toma de la muñeca para hacerme parar y verlo. Tiene el ceño fruncido y su rostro está de un tono rojo con gotas de sudor bajando por sus patillas, debido al esfuerzo de casi trotar para alcanzarme o sólo por estar enojado.

—Que Demeter no está aquí, y mírame cuando te…

— ¿Para qué me necesitan?

Demeter, apareciendo casi mágicamente detrás de May, mira hacia nosotros y cruza sus brazos. Una sonrisa gentil se le dibuja en su rostro cuando logra reconocerme por sobre la espalda de May y éste me suelta la muñeca, volteándose y lanzándole una mirada envenenada.

—Nina, ¿cómo te encuentras? —se acerca a abrazarme pero no le devuelvo el abrazo. Necesito sacar el fuego hacia fuera primero.

—Necesito que me ayudes.

—Para eso estoy.

—Vamos al campo de pelea, tengo unas jodidas ganas de golpear algo que estoy por explotar.

—Me podrías haber pedido eso a mí, Nina. —dice May entre dientes.

Me volteo hacia él, sonriendo falsamente.

—No creo que con tus 36 años y algo pudieras aguantar, viejo.

Hago un asentimiento hacia Demeter y nos encaminamos hacia la parte trasera del lugar. Cobrando sentido, recorro con la mirada el lugar y agradezco que nadie nos haya prestado atención. Pasamos por el segundo pasillo, casi igual al otro a diferencia que tiene una puerta de hierro al final en vez de una ventana y las escaleras dan hacia otro pasillo donde supongo hay más habitaciones.

Salimos y me quedo observando unos segundos el campo. El suelo es de un sucio cemento, rodeado de unos pocos árboles externos, se levantan dos muros que esconden el lugar de las miradas curiosas. En ellas se encuentran los anteriores bancos, donde algunas personas descansan o sin querer se quedan dormidos. Los familiares cubos de pasto están unidos, separando la cancha donde algunas personas entrenan, de otro muro un poco más pequeño con hombres pintados sobre él, donde otros están practicando su puntería. Al otro lado está un edificio de dos pisos; el famoso edificio del jefe y armas.

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⏰ Última actualización: May 16, 2014 ⏰

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