Capítulo 1:

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Estar sin motivación, sin ganas. Ir perdiendo el amor que sentías por algo que amabas hacer.

Así se sentía Oikawa Tooru.

Pues se sentía tan desmotivado, que incluso había pensado dejar el voleibol. Eran tantas las veces que lo había intentado, que había caído y acto seguido se había levantado, que estaba agotado.

Esta vez, había vuelto a caer, pero aún no se había levantado.

Bajo aquel chico infantil y frívolo, se escondía un Oikawa que nadie conocía. Un Oikawa pesimista y oscuro, que por su mente sólo vagaba una palabra.

Inútil.

Eso pensaba de él mismo. Era un inútil y sólo entorpecía a su equipo. Se sentía el peor, y por eso actuaba como el mejor. Podía engañar a todo el mundo, menos a quien pretendía engañar.

A él mismo.

Inútil. Inútil. Inútil.

Da igual cuantas veces sonara en su cabeza, cada vez sonaba mucho más convincente. Ya no había solución para él, para convencerle de lo contrario. O eso estaba empezando a creer. Si tuviese que describir sus sentimientos, sería estar atrapado en una habitación sin salida, sin que nadie pudiese oírte y sin querer ser oído.

No quería ser oído, no quería ser ayudado. No creía que lo necesitase. ¿Para qué? Seguiría siendo el mismo inútil e incapaz de siempre.

–¡Oikawa! –exclamó cierto moreno, que llevaba unos minutos intentado que el castaño le hiciese caso. El nombrado le miró con una expresión que sorprendió a su amigo, ya que normalmente estaría sonriendo de esa manera tan estúpida. –Oye, ¿qué te pasa? Llevo un rato llamándote.

–¿Ah sí? –preguntó, y el chico asintió algo confuso, pues había llegado a pensar que le estaba ignorando. El castaño suspiró pesadamente y esbozó esa sonrisa que solía hacer que pensaran que estaba bien.

–No sonrías y di algo.

–Lo siento, Iwa-chan. Estaba absorto en mis pensamientos.

–A ti siempre te pasa algo para ignorarme.

«Créeme, no es para ignorarte

–No seas cruel, Iwa-chan. –habló el castaño, soltando una forzada risa al final de la frase. Que le llamase Iwa-chan, alivió un poco al chico. Quizás no le pasaba nada, y eran simples impresiones suyas. Oikawa solía ser así; muchas veces te preocupaba, pocas le pasaba algo realmente.

–¿Estás bien? –preguntó, cambiando su tono brusco de siempre por uno más suave. Los ojos del castaño se abrieron a causa de la sorpresa. Hacía mucho que no oía esa pregunta, ni tan sólo de su madre. Todos daban por hecho que estaba bien, que todo iba genial.

Qué equivocados estaban.

–¿Podemos hablar de eso más tarde? –cuestionó, confundiendo al otro chico. –Tengo algo que contarte, Iwa-chan.

–Todos a sus sitios. –interrumpió su conversación la dichosa profesora de literatura, haciendo que Iwaizumi renegase y caminase hasta su pupitre correspondiente. Oikawa no dijo nada, simplemente reposó sus brazos en la mesa y apoyó la cabeza en ellos, con la mirada perdida hacia la ventana.

Hajime miró a su amigo, más preocupado de lo que en un inicio ya estaba. Oikawa siempre había sido un tipo frívolo, alegre y sonriente, rozando a la estupidez y ahora apenas le dirigía una sonrisa. Cuando jugaban era un colocador maquinador, observador y sin piedad alguna, pero que disfrutaba jugando. Ahora... No parecía sentir nada.

Tengo que contarte algo, Iwa-chan.

Estaba asustado, muy asustado. No iba a hacer ninguna tontería, ¿verdad? Sólo de pensarlo, le daban náuseas. Jamás lo había visto así, y eso le hacía sentirse aún peor. Ni tan sólo aquella vez en la escuela media estaba tan decaído. Ahora no sólo parecía decaído o preocupado.

Parecía deprimido.

[...]

Las clases fueron una maldita tortura para el moreno de los dos chicos. No había podido pensar en otra cosa que no fuese en Oikawa. Por mucho que tratase de concentrarse en la clase y alejarlo por unos instantes, volvía a él. Ahora se encontraba de camino a la azotea, donde iban a comer juntos como cada día.

¿Estará bien?

Necesitaba saberlo. Saber que le pasaba.

Era la primera vez que Oikawa no le decía que rondaba por su cabeza, cualquier cosa. Siempre le había contado todo tipo de cosas, desde las interesantes hasta las más exasperantes o ridículas. Todo había llegado a oídos de Hajime.

Ahora, lo único que necesitaba para asegurarse era que estaba bien. No, seguro que era una tontería. No debía preocuparse, estaba bien. Oikawa jamás estaría mal sin que él lo supiese, y eso raramente lo calmó.

Oikawa estará bien.

Tooru, por su parte, caminaba cabizbajo, ignorando todo a su alrededor. Sabía que lo que estaba pensando era una locura, pues había dedicado años al voleibol y solía amarlo. Pero, ¿por qué seguir forzandote a algo que ya no amas?

Aligeró el paso para llegar antes al lugar indicado y hablar con Iwaizumi sobre el tema. Necesitaba una opinión ajena, y no sólo la de las voces de su cabeza. Las mismas que decían cosas horribles sobre su persona. Al llegar, vió al chico algo nervioso, caminando de un lado a otro y no pudo evitar pensar en lo adorable que era. Cuando vió a Oikawa, se acercó a él para escuchar lo que tenía que decir.

El castaño no tenía escapatoria esta vez. Llevaba meses intentando decírselo, e iba a hacerlo. Miró a su mejor amigo, decidido y respiró hondo.

No iba a ser tan fácil.



Si, lo , lo ... Tengo muchísimas historias empezadas. Pero me vino esa idea IwaOi y no pude resistirme a escribirla y compartirla al ver que podía salir bastante bien. De momento subiré los dos capítulos que tengo escritos y seguiré, tal y como la de One-shoots. ¡Espero que os guste!

¡Nos leemos! ~

Sadness. | IwaOi [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora