Agotamiento

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Los primeros años de mi vida fueron fáciles; una niña feliz. Promedio. Juegos de muñecas, correr tras ese pequeño perro, jugando a la pequeña familia feliz. Cuanta inocencia guardada en los niños.

Me recriminó no poder dar vuelta de página. Arrancar cada pedazo de aquello que me hizo ser quien soy hoy.
No le puedo dar la espalda, aunque lo ruego cada día.

Cada que escucho sus suaves sollozos. Cuales gritos en un concierto de rock. Me intoxica el alma, me vuelve loca a cada poco.

Hay días en los que me pregunto ¿Donde la historia se torció? ¿Cómo llegamos a esto?
¿Cuando mi vida quedó tan vacía? ¿Acaso siempre fue así, y apenas repare en ello?

¿Donde quedaron mis sueños? Y aún más importante.

¿Donde quedó yo?

Sus pasos resuenan por el pasillo. Ya esta aquí.

Mis propios demonios riendo de mi.

Contemplo esa tinta roja sobre mis brazos.
Seria tan fácil dejar de luchar. No tener que abrir mis ojos a esta realidad.

-Holland. ¡Date prisa, mamá nos espera!.

Su voz plasma una temblorosa sonrisa en mi rostro.

Uno . . .

Dos . . .

Tres.

Mis pies me llevan hasta el cuarto de baño. Limpiando mi vergonzoso pecado. La chica del otro lado del espejo me regresa la mirada. Su piel luce de porcelana, labios rojos, ojos tristes.
Soy triste.

Una persona triste.

-Vamos, hermana. ¡Solo faltas tú!

-Ya salgo. ¡Ya lo hago! Dame un par de minutos.

Río al oír sus pasos apresurados bajar las escaleras. Niego divertida.

Vendo con habilidad los pequeños cortes. Estoy tan asqueada de no poder parar. Siempre me repito que esta será la última vez. Pero, no puedo. Simplemente no puedo parar. Lo necesito. Necesito esto. Estoy tan enferma

Quisiera gritar a todo pulmón que necesito ayuda para levantarme. Pero nadie párese interesado en ver más allá de la "señorita perfecta." Tal como más de uno de mis amigos me llaman.

-Si tan sólo supieran.

Le digo a mi reflejo.





El día no fue lo que esperaba. Debía ser un día perfecto. Mamá lo merecía, pero ella debió aparecer. Meneando las caderas exageradamente, supe desde el primer instante que planeaba algo. Ese brillo peligroso en sus ojos no dejaba dudas. Deseo tanto que desaparezca.

-¡Hola, querida!.- besa ambas mejillas. Es una hipócrita -. Espero y no te moleste. Se que esto es una salida familiar, pero escuche a John por teléfono y quise darte una sorpresa.

Su sonrisa parece tan sincera. Lastima para ella que yo se la verdad. Su sucia verdad.

-Lo siento carla, mamá sólo desea pasar este día con su familia.

Disfruto ver el desconcierto en su rostro. Aunque sea sólo por un efímero momento, el sentir tirar de mi manga y posar mi atención en mamá. Su mirada recrimina mi actitud. Se que la he decepcionado, lo veo en sus ojos.

-¿Qué clase de modales son esos, señorita? Creí haberte educado mejor que esto. Ofrece una disculpa a carla.

Tragando mi orgullo y plasmando una cara avergonzada, le doy mi actuación de "señorita perfecta" perfectos modales. Perfecta familia.

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