Y así es ella, que mas da.

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Capítulo 8

Y así es ella, que más da.


No puedo creer, que haya pasado una semana desde el "incidente" como prefiero llamarlo. Y un día después de ello, los mensajes simplemente pararán. Aun así, no puedo evitar sentirme paranoica. Trato de evitar cualquier mal pensamiento.

"Piensa positivo"

Me repito al revisar la ropa sobre la cama. Mañana es el gran día. No puedo evitar sentirme triste, este será el primer año sin la compañía de Lee. Será un momento agridulce.

-¡Holly! ¡Holly!

Los gritos por el pasillo me hacen sonreír. Justo antes de abrirse la puerta con brusquedad.

Roy entra como un vendaval, y se lanza a abrazarme. No puedo creer lo rápido que creció. Me da tanta nostalgia, un día ya no me necesitará y extenderá sus propias alas.

-¿Qué sucede, Roy? Alguien se quiso comer tus cereales.

Me hace un puchero indignado, sin soltarme.
Si hay algo sagrado e intocable para Roy, esos son sus cereales. Ni yo me libro de sus amenazas.

-Mamá quiere que te vistas y apresures. Irán a comprar cosas.

Hace una mueca graciosa ante la idea. Esa, sin duda es otra de las cosas que más terror le dan. Se me ocurre una pequeña broma para él.

-Iremos de compras, querrás decir. Puedes venir con nosotras, seguro que te divertirás mucho. Compraremos muchos helados.

Guarda silencio y veo la indecisión en su rostro. Para después soltarme y salir corriendo y gritando que él no va.

Las risas escapan de mi boca sin poder contener las más. Fue gracioso ver su cara.

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El transcurso al centro comercial fue rápido. A pesar del frío, el lugar está lleno.
Llevamos entrando y saliendo de algunas cuantas tiendas, a mamá parece nada agradarle.

-¡Oh, mira, cariño! Esa es Margaret y Megan. ¡Hey, chicas!

¡Por dios! Quisiera desaparecer justo en este instante.
Justo a unas tiendas delante de nosotras, se encuentran las aludidas. La cara de tedio en Megan es inconfundible. Siempre parece que su odio por el mundo y la existencia de la humanidad misma, la tiene en un estado constante de estrés y desesperación. Mientras, que Margaret, su "encantadora" madre hace honor a su puesto como esposa estelar del congresista. No podían ser mas opuestas entre sí: Una es espectáculo y luces, ropa de marca y elegancia. Mientras, Megan es la típica chica rebelde y sin filtros. Una chica al puro estilo rockero, una chica dura.

Mamá y Margaret se deshacían en puros elogios. Cosa que Megan y yo, sabíamos que eran puras hipocresías. Quise decir algo a Megan, me abstuve de ello al notar la mirada condescendiente con la que me veía.

-Que les pasa, chicas. Acaso, no piensan saludarse.

La reprimenda en la voz de mamá, no paso a desapercibido. Lo que hizo a Megan rodar los ojos con fastidio. Recuerdo que hace algún tiempo, mamá era una de sus personas favoritas.
Sin mucho entusiasmo, nos saludamos con un beso en la mejilla. Así era siempre, ser civilizadas nos ahorraba tiempo y terminábamos con los saludos de cortesía.

-Querida, porque no vas a dar una vuelta con Megan y nos encontramos en unas horas aquí.

El modo en que Margaret decía "Querida" sonaba tan dulce como si fueses la persona mas importante en el lugar. Si yo no la conociera tan bien, seguro me lo habría creído.

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