Epílogo.

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A veces, Tsuna se preguntaba si es que realmente era tonto o si el mundo era demasiado listo para él.

Suspiró cruzándose de brazos y frunció el ceño.

Toda una diva.

—Me niego.

La sonrisa de su acompañante murió, siendo reemplazado por una mueca de molestia al tiempo en que ella, su declarada némesis, le imitaba en su pose de en esta mierda se hace lo que yo digo, puta.

Oh, Nezumi era la digna sobrina de Reborn, definitivamente.

Una lástima que realmente no lo fuera, a lo mucho era aquella hija enviada del futuro.

Oh, jamás había pensado en esa posibilidad...

Genial.

—No te lo estaba preguntando, Dame-Tsu —rodó los ojos—. Es una orden de tu superior.

El castaño parpadeó atónito y la señaló.

—Tú no eres mi superior en nada ahora, Nezumi —seguidamente se señaló a sí mismo—. Soy tu jefe.

—Bah, simples detalles, niño —le restó importancia con un gesto de fastidio—. Kyo-chan también es mi jefe allá en CEDEF y no se ha quejado ni un poquito, ahora venga, hazme caso y vayamos a...

—¿Eres sorda o qué? —indignación, la diva, por Dios— He dicho que no. Jamás vas a obligarme, no hoy, no mañana, no nunca.

La azabache hizo un puchero y decidió hacer algo que no hacía desde sus primeros años de secundaria.

Berrinche.

—Papá Tsuna hace todo lo que Lambo dice —farfulló desviando la mirada de manera infantil—. No es justo que tengas favoritos, papá Tsu, a I-pin y a mí nos duele.

¿Por qué metía a I-pin? Porque la niña tenía doce y era bonita.

Nezumi tenía algo con las niñas bonitas y fujoshis, en serio.

Incluso cuando Hana la había dejado hacer y deshacer todo siempre y cuando no jodiera los fines de semana.

Como sea.

—No soy papá de nadie, por Dios —bufó ofendido—. Estoy en mis veinte apenas y eres mayor que yo, Nezumi, déjate de joderme la vida.

Y la muchacha dejó el drama para ir con otro intento, acusación.

A veces Tsunayoshi la hacía ser agresiva (otra veces lo era por voluntad propia).

—¡No eres nada joven, Tsunayoshi! —acusó— ¡La vejez está llegando por cada segundo que pasa, cada año estás más cerca de tu muerte y necesitas vivir tu vida al máximo!

Bueno...

Veintiséis años, capo mafioso, en una relación y sin planes de tener problemas con el mundo por ahora.

Una relación de diez años bastante intensa, con amor y odio incluidos, peleas, berrinches, dramas, muchos, muchos dramas...

Sí, estaba viviendo la vida a lo grande.

—Vive y deja vivir —se encogió de hombros—. Soy feliz, no es mi culpa que estés pasando tu crisis de los treinta.

Ohhhhhhh.

Tsuna.

Pescado, ¡digo pecado...!

La chica sonrió, una lenta, malvada y furiosa sonrisa.

Y allí fue cuando Tsuna, siendo él y sólo él, pensó seriamente que quizá sí era tonto.

Lo siguiente que supo es que fue noqueado y cuando despertó había regresado a la secundaria.

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