Irrupción.
La ciudad de Londres era mucho más grande de lo que imaginaba, y lo parecía aún más si tenía en cuenta lo pequeño que era el pueblo donde vivía con su familia en Argentina.
Había llegado a Inglaterra a principios de abril, tras lograr convencer a su madre (con mucho tiempo de anticipación y mucha insistencia) de que la dejara terminar sus estudios en aquel país.
Se estaba quedando sola en una casa bastante bonita, y en realidad bastante más grande de lo que necesitaba. Todavía no había tenido tiempo de conocer los lugares más significativos porque había estado ocupada tratando de aprender los nombres de las calles de los alrededores del barrio. Sabía, por ejemplo, que un par de cuadras más allá había un Subway al que recurría a menudo.
De hecho, de ahí salía aquella mañana soleada llevando su almuerzo en una bolsita y observando a los conductores de la calle. Nunca iba a olvidar la primera vez que se subió a un taxi saliendo del aeropuerto: casi se había infartado por la impresión de verlos conducir del lado derecho.
— Ingleses raros — Murmuró para sí misma.
Continuó tranquilamente su camino a casa, pensando en cómo desperdiciaría aquel día. ¿Quizás viendo una pelicula? ¿Leyendo un buen libro? O podría hacer una videollamada con sus hermanos menores, en caso de que estuvieran libres y la diferencia horaria lo permitiera.
Se encogió de hombros. Ya vería luego, tenía tiempo para pensarlo. Después de todo, no comenzaría sus clases hasta principios de septiembre y podía hacer lo que quisiera hasta que llegara el momento. O, mejor dicho, debía esforzarse para adaptarse bien a su nuevo hogar temporario.
Se detuvo frente a su puerta tras unos cuantos minutos de caminata en los que, para variar, dudó estar yendo por el camino correcto. Llevaba casi tres semanas recorriendo las mismas calles para llegar al amado lugar que le daba de comer y aun tenía pequeños problemas de orientación.
Entró a la casa, cerró con llave y se dirigió a la cocina a buscar una botella de agua. Comería en la sala viendo una película de Barbie, luego limpiaría y ordenaría un poco y finalmente se pondría a leer una buena novela de Sherlock Holmes.
Sí, su tarde ya estaba decidida.
Con todo lo que necesitaba para ser feliz (sólo su sándwich de pollo, tomate y queso, junto a su botella de agua) fue hasta el sofá de la sala y se dejó caer en él.
— Uh, casi me olvido...
Apoyó las cosas en la pequeña mesa ratona de madera y sacó el celular de uno de sus bolsillos. Acto seguido, abrió el chat de su madre en WhatsApp y tipeó el siguiente mensaje:
"Llegué viva a casa, todavía me vas a tener que aguantar, mami~
Y tengo mi comida cocinada con mis propias manos......"Río levemente cuando obtuvo un par de emojis seguidos por un "No digas estupideces" como respuesta.
Encendió la televisión y, agradeciendo a Netflix por su existencia, buscó la película que quería. Pasó así un buen rato hasta que juntó la voluntad de limpiar lo que había ensuciado y ordenar un poco el resto de la casa, incluyendo las habitaciones que ni siquiera usaba.
Estar sola podía ser un poco aburrido después de todo.
Cuando por fin terminó con su tarea, volvió a dejarse caer en el sofá con un libro en la mano. Su madre se hubiera sentido orgullosa viendo que en lugar de esta vagueando hacía cosas productivas... Por lo menos dentro de la casa.
Llevaba cerca de tres capítulos leídos cuando un ruido llamó su atención. Sólo un "Click", como si alguien hubiera abierto la cerradura de su puerta.
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[Kuroshitsuji] Lunar Phase
Fanfiction"Cuando la luna se va, y el sol sale, la dulce tristeza invade, pues el amor de ambos por ahora no es de nadie."