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Tres semanas habían pasado desde que yo-  el señor perfecto, y Tessa, la chica "me importa poco y nada lo que vaya a pasar"- nos habíamos hecho una especie de amigos y la verdad es que todavía no había llegado a conocerla, aunque tenía el presenti...

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Tres semanas habían pasado desde que yo- el señor perfecto, y Tessa, la chica "me importa poco y nada lo que vaya a pasar"- nos habíamos hecho una especie de amigos y la verdad es que todavía no había llegado a conocerla, aunque tenía el presentimiento de que podrían pasar cuarenta años más y que yo seguiría sin hacerlo.

Y como si la hubiera llamado con el pensamiento, Tessa apareció, estaba sentada en un banco de una plaza, cabizbaja.

-¿Todo bien?- le pregunte a la vez que me sentaba a su lado, ella lentamente levanto su mirada dejandome ver su maquillaje corrido.

-Si, siempre esta todo bien

Sus ojos verdes chocaron contra mi cocholatosa mirada y sentí que el aire a mi alrededor se iba, porque por un momento habría jurado ver el dolor más profundo, que una persona podría tener, reflejado en su mirada y también habría apostado que vi uno de sus demoños saludando.

-No tienes que mentirme- le respondí abrazandola y dejando que el olor a tabaco de su cabello me inundará mis fosas nasales.

-No te estoy mintiendo- se separó de mi para encender su cigarro y tenderme uno a mi- Solo que no cambia nada, ya nadie puede salvarme- se levantó del banco- ni siquiera tu- y salió corriendo.

Yo solo la mire irse, había aprendido que cuando Tessa se iba era mejor no seguirla, porque era de esas personas que necesitaban su espacio. Solo que no me imagine que tiempo después me arrepentiria de mi decisión, o para ser precisos, una semana después. Dado que en esa semana no vi las señales que me dejo, hasta que fue demasiado tarde.

-Dan lástima- me dijo mirando a un grupo de chicos estudiando en el patio de una casa- Nunca sabrán lo que es abrir tus alas y volar, hasta perderte para después encontrarte, y darte cuente de quien eres en verdad.

-Solo son responsables, Tess- le respondí-No es su culpa que tu no lo seas, además seguramente esten haciendo deberes y luego saldrán a disfrutar.

-¡DEBERES!- exclamó con burla- Perdona si te ofendo, Tony. Pero si el colegio no es el lugar para dormir, entonces mi casa no es el lugar para estudiar.

-No tienes remedio ¿te lo habían dicho?

-Oh, cállate. Tu sabes que me extrañarás cuando no este- me respondió golpeándome suavemente el hombro. Y desde ese día no la veía, habían pasado cuatro días de eso y seguramente, ella, tendría cuatrocientas llamadas perdidas mías. 

Broken SmokesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora