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Si había algo que Seokjin odiaba con todo su corazón, eran los caballeros.

Siempre soberbios, atrevidos y por sobre todo; bruscos y desgraciados. No podía evitar hacer una mueca de repugnancia al sentir el olor a sudor salir de sus armaduras, y las palabras ásperas brotar de sus labios. Parecía como si fueran animales salvajes creados solo para la lucha y matarse entre sí por una botella de cerveza, sin cerebro ni razonamiento propio.

Pero además de los caballeros de su reino, el reino del sur también le producía bastante rechazo y repugnancia. Tanto que cada vez que tenía que pasar cerca por x motivo, su nariz se encogía de desagrado naturalmente, sintiendo bastante rencor embargarle como un desagradable escalofrió.

Para Seokjin, los caballeros eran la cosa más horrenda del mundo cuando lo conoció a él.

Recuerda esa mañana a la perfección. Salió con su caballo a dar su paseo de siempre por el bosque que separaba los dos reinos enemigos; prácticamente deshabitado y siendo solo hogar de animales y uno que otro leñador. No había peligro alguno, ni cosa fuera de lugar cuando entro entre los arboles justo a la hora en la cual la brisa soplaba con frescura sobre el bosque, y los cálidos rayos del sol cubrían el lugar generosamente.

Seokjin estaba concentrado en cantar con su melódica voz al cabalgar, cuando de repente, algo hizo que su caballo se detuviera. Algo confundido, bajo de este, buscando el motivo por el cual su corcel había detenido su conocido recorrido.

Pero apenas sus pies tocaron el suelo, sintió el frio borde de una espada en su cuello amenazadoramente. De inmediato, Jin se quedó congelado donde estaba.

La espada presionaba contra su piel.

-Miren que tenemos aquí-Escucho salir de los labios de aquella persona detrás de él, de forma ronca y soberbia; el mismo tono que usaban esas bestias que Jin tanto detestaba-El príncipe del reino del norte.

Al instante sintió varias risas más alrededor suyo. Estaba congelado del pavor, y no podía mover su cabeza, pero por los relinchos y bufidos de su caballo, supo que no eran personas de su reino precisamente.

-No sabía que el príncipe se tomaba el tiempo de venir hasta estos lugares. Sus pies no deberían tocar lugares así, o se ensuciara-Dijo de forma burlona otro de los caballeros enemigos, caminando alrededor de Seokjin, y revelando su rostro.

No era de extrañar que los caballeros fueran atractivos, no por nada tenían a las mujeres de casi todo el reino a sus pies, pero realmente detestaba esa suficiencia con la cual sonreían en ese omento. Lejos de parecerle atractivo, le dieron ganas de golpearle en la cara.

-Su alteza- El caballero frente a el hizo el amague de arrodillarse, pero en vez de eso, rio fuertemente, y escupió en las costosas ropas del príncipe.- ¿Sabe usted que se ha metido en un gran problema?

Jin no respondió, solo soltó un pequeño suspiro de resignación y furia acumulada. Aun sentía la afilada hoja de la espada contra su cuello.

-Si lo llevamos a nuestro reino de rehén, podrían pagarnos una fortuna- Comento otro caballero desconocido a sus espaldas- O bien podríamos venderlo a los reinos occidentales. Daria lo que fueran por esa cara bonita.

Seokjin sintió un escalofrío ante la mención de venderlo. Realmente se había metido en un aprieto de dimensiones escalofriantes.

Probablemente jamás volvería a su reino a partir de ahora. Sus ojos asustados volvieron a ver al hombre frente a él, rogando clemencia con su mirada. Este pareció ignorarle.

-Pero antes que nada...- El caballero frente a él le miro de pies a cabeza y se lamio los labios- Las caras bonitas como la suya no se desperdician. Tendríamos que divertirnos un poco, ¿no?

Prince and Knight [NamJin]Where stories live. Discover now