Capítulo 6: Quiero ser el único.

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Otabek estaba de malas cuando entró a la pista de hielo, tenía que practicar el programa libre que Yakov coreografió para él. El kazajo eligió la novena sinfonía de Bethoveen segundo movimiento como acompañamiento porque la consideraba profunda y fuerte, perfecta para su carácter. Los primeros días que practicó era sumamente dichoso ya que sus saltos y movimientos fluían con las notas de aquella música.

Sin embargo, aquel día estaba hecho un energúmeno por lo que deseaba disipar toda su rabia raspando un poco el hielo. Y no sabía si el motivo de aquel enojo era Yuri o él.

Y es que, ayer en una visita improvisada al joven ruso se encontró con la desagradable sorpresa de ver a Yuri conversar animosamente con un jugador de hockey. Observó como esté último acomodaba un rebelde mechón detrás de su oreja y Yuri sólo observaba sin dejar de hablar emocionado. Tenía ganas de matar a ese sujeto.

Fue en ese momento donde Otabek supo que era malo enojarse con alguien por algo tan insignificante como aquella plática que Yuri entablaba con aquel individuo pero, su corazón le decía que Yuri sólo era suyo, Otabek debía ser el único.

Y en ese momento con la cólera emergiendo al traer de vuelta aquel recuerdo, ejecutó un salchow cuadruple seguido de un toe-loop triple, siguió con la rutina clavando a la perfección los saltos restantes, terminó con el efusivo aplauso de Yakov y Yulia quien tenía poco de llegar.

-¡Bravo Otabek!-gritó emocionada la esposa del entrenador sin dejar de aplaudir.

El kazajo se acercó hacia ellos aún con la respiración agitada, los mayores le sonrieron de forma dulce.

-No sé que mosca te ha picado pero, has mejorado bastante tú programa. Ya estás listo para el skate america-elogió su entrenador palmeando su hombro con orgullo.

Otabek sonrió satisfecho y ambos continuaron con la práctica tanto de su programa corto como el libre, por al menos tres horas más. Algunas veces Yakov le corregía detalles mínimos.

Cuando hubo terminado la última práctica, escuchó nuevamente un par de aplausos, pensó que era de nueva cuenta Yakov y su esposa no obstante, frunció el ceño al enfocar sus orbes chocolate en Yuri y en su acompañante, este era el mismo sujeto que platicaba con el ruso ayer. Dejó de mirarles cuándo el viejo entrenador le llamó, se acercó tratando de no verse molesto y siguió las últimas instrucciones para salir de la pista. Su entrenamiento había concluido.

Salió de la pista irritado, no sabía exactamente porqué o... ¿Tal vez sí pero deseaba no reconocerlo?

-¡Beka!-escuchó el llamado al otro lado de la pista, disimuló no escuchar.

Al salir de la pista, Otabek puso los protectores a sus patines, cambió estos por sus zapatos deportivos y con fingido desinterés caminó en dirección a los vestidores.

-¡Beka! Espera por favor-dijo Yuri quien seguía sus pasos, detrás caminaba el jugador con las manos en los bolsillos.

El hombre kazajo volteó tratando de disimular su mal humor.

-Ah...hola Yura-saludó sin detener su andar.

-Hombre ¿estás enojado conmigo?

-¿Por qué debería de estarlo? Que yo recuerde, no haz hecho nada para que yo pueda enojarme.

-Entonces por qué no me hiciste caso cuando grité tú nombre al salir de la pista. Yo tampoco sé que pude hacer para que no me hagas caso.

-No escuché tú llamado.

Mintió porqué sabía que verlo acompañado le molestaba, mintió al decir que no había escuchado porque aquella voz la reconocería a miles de kilómetros de ser necesario.

Trabajo Sucio [Otayuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora