Después de dos meses, Otabek por fin tenía un poco de tiempo para conocer aquella ciudad. Desde que había llegado a Moscú, la única actividad que absorbía la mayor parte de su tiempo eran los duros entrenamientos que llevaba con Yakov.
Sus primeros días comenzaron en el salón de ballet de Lilia, la esposa de su entrenador. Ella le había hecho derramar lágrimas de sangre con aquellas clases intentando buscar su lado más delicado, sin embargo, no lo logró. Otabek era un hombre que por más que pusiera el empeño en ser más sutil no surgía, Yakov le había comentado en una de las prácticas que él sería el más varonil de todos y eso incluía a su compañero Jean Jaques Leroy.
Y a pesar de todos esos detalles, Otabek logró completar su programa corto y estaba en proceso de realizar el siguiente. La perseverancia de aquel patinador le hacía ganar el respeto de sus actuales entrenadores. Por ese motivo le habían dado dos días de tiempo libre.
Sin embargo, Otabek no podía ir a Almatý porque no contaba con el dinero suficiente para el viaje redondo. Decidió que el primer día hablaría con Aiman y Bianca mediante una video llamada. Ellas le dijeron que estaba bien, que sólo soportara unos meses. Y en ese momento sintió la frialdad de la soledad en la que estaba ahora.
El día siguiente decidió que era mejor salir a pasear un poco por aquellas calles que eran desconocidas para él. A medio día llegó a las orillas del rio Moscova, se sentó en una banca y se quedó absorto en sus pensamientos hasta que una voz conocida le llamó.
-¡Oye tú idiota!-dijo alguien a la distancia.
Otabek estaba realmente extrañado, aquel que le estaba llamando era nada más y nada menos que Yuri Plisetsky. Llevaba unos lentes de sol y una camiseta de manga corta puesto que el verano se dejaba sentir en Rusia y, aunque no era tan abrumador como en otros países, el clima los obligaba a olvidar unos meses los grandes abrigos y bufandas.
Yuri se acercó al hombre de cabellos negros, con la curiosidad marcada en su rostro, Otabek sólo lo seguía con la mirada.
-¿Qué haces aquí solo?
-Intento conocer un poco de Moscú-dijo indiferente alzando sus hombros sin mucho ánimo.
-Pues, no es divertido hacer turismo solo.
-No tengo ningún amigo en este país y quedarme en mi departamento sin nada que hacer tampoco es una opción.
-¿Quieres que sea tú guía turístico?-preguntó impasible.
Yuri tomó asiento junto al kazajo, ambos quedaron en completo silencio. Pronto Otabek dejó la banca y comenzó a caminar. Yuri se sintió un completo tonto por compadecerse de él.
-¿Vas a acompañarme o no?-cuestionó con voz ronca.
Yuri no supo que decir, sólo asintió a la pregunta levantándose del lugar para darle alcance al hombre de cabellos azabaches quien siguió caminando.
En principio nadie quiso entablar conversación hasta que llegaron a un bello edificio histórico, en ese instante Yuri comenzó a hablar explicándole a Otabek el origen de este-Yuri amaba en demasía Rusia al igual que Viktor, éste le había inculcado el hábito de conocer su país, por si en algún momento hacía falta-.
Siguieron el recorrido con el pelirrubio como anfitrión. Otabek estaba atónito por el cambio de actitud de su acompañante. De reojo miraba el entusiasmo con el que narraba la historia de todo el espacio y sonreía levemente cuando se paraba en algún sitio para tomarse una que otra selfie.
Como agradecimiento, el kazajo invitó a Yuri una comida en un modesto restaurant cerca de una estación de tren, este no se negó y comieron tranquilamente. Por alguna extraña razón ninguno se sentía incómodo con la presencia del otro. Otabek sorbía con parsimonia el café americano que pidió después del postre cuando unos ojos esmeraldas lo miraban con tanta curiosidad.
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Trabajo Sucio [Otayuri]
FanfictionEl trabajo de Otabek Altin era sencillo: evitar que Yuri obtuviera el oro en el siguiente Grand Prix. Con ese objetivo en mente llegó a Moscú para ganar un lugar en la competencia y en el corazón del joven ruso. Lo que no vio venir es que aquella mi...