ø2 - Verdadera identidad

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Parte 2: Verdadera identidad

Aveces pensamos que somos innecesarios para el mundo. Que todos están mejores sin nosotros. Quizás muchos hicieron la peor decisión de sus vidas y terminaron por quitárselas. Otros a lo mejor hicieron un horrible movimiento y causaron que los trataran como esclavos, sin ningún voto de felicidad. A lo mejor somos consientes de que somos infelices y actuamos como masoquistas porque queremos.

Ese chico estaba a segundos de hacer una de las peores decisiones que alguien pudiera tomar.

No conozco su situación, no conozco sus problemas ni sus debates mentales; Estoy seguro de que está destrozado. No tengo idea de cuál sea su nombre, su edad, no se nada sobre ese chico. Lo veo y una gran pena entra en mi corazón haciéndome ver la realidad de la que no quería saber.

Miles de jóvenes allá afuera están, hicieron, el mismo error. El suicidio fue un tema que ignoré cuando estaba en el colegio, nunca pensé que tendría que enfrentarme con alguien pasando por algo así. Ni siquiera mis consejos podrían servir.

La molestia de sentirse impotente no me gusta. Desearía ayudarlos a todos sin embargo no puedo hacerlo a la misma vez.

Podría buscar formas de ayudar a los demás por un libro; Sin embargo veo la realidad y comprendo que no todos leen, no a todos le gusta. Puedo hacer algo por muy pocas personas.

Es difícil querer hacer algo y no tener la oportunidad necesaria o a alguien que te apoye. Es frustrante.

Escucho unos ruidos de quejas a mi lado izquierdo, el chico se movía complemente molesto en la cama. Sus ojos comenzaban a abrirse y se cerraban por la molesta luz. Sus manos tenían una que otra raya, no como si fueran cortadas a propósito, parecía haber corrido por un bosque o algo así. Su ropa estaba en horribles condiciones y sus zapatos parecían haber pasado por lugares llenos de agua y lodo.

Cuando por fin abre sus ojos después de haberse acostumbrado a la iluminación me observa con el ceño fruncido.

– ¿Dónde estoy? ¿Quién eres tú? – su voz se escuchaba cansada y molesta.

El doctor que atendió al chico llega hasta nosotros con una libreta.

– Buenas noches, ¿me puedes decir si recuerdas algo? – el chico no entendía. – Tu nombre, edad... eso ¿lo recuerdas bien? – luego de unos segundos asiente con duda. – Bien necesito que me digas toda esta información. ¿Nombre?

– Min YoonGi.

– ¿Edad? – suspira pesadamente.

– 24 años. ¿Dónde estoy? ¿Me puedo ir? – miraba sus manos como si quisiera salir corriendo y el suero lo estuviera deteniendo. – Tú, respóndeme. – me estaba ordenando a que le respondiera cuando no tengo ni menor idea de qué decirle.

Estoy seguro de que él sabía lo que hacía. Estoy muy seguro de que quería perder su vida. ¿Cómo le voy a decir que lo salvé de haber muerto? Si le digo me odiará. Aunque no tengo duda de que ya lo haga.

– Verificaré algunas cosas y puede que le demos de alta en unos días o una semana.

– Gracias doctor.

– Señor Jung ¿se quedará? Lamento decirle que no se puede.

– Yo... – necesitaba quedarme, saber quién era YoonGi y en qué podría yo ayudar.

– ¿Puede él quedarse, joven YoonGi? – deseaba que dijera que sí sin embargo negó. – Entonces tendrá que visitarle otro día. Que pasen buenas noches. – abandona el lugar dejándome decepcionado.

– Bueno, hasta pronto. – sonrío sin ganas y me voy a paso lento.

– Nunca me respondiste quién eras. No te vayas hasta que me digas por qué demonios no permitiste que muriera. – ¿estaba escuchando bien? ¿En serio me está cuestionando por haberle salvado el trasero?

– Lo hice porque lo vi necesario. Te vi y no pude evitar reaccionar. Salvé tu vida. – mantenía mi voz al margen, no alzaba el tono y tampoco me alteraba.

– Nunca te pedí que me detuvieras. ¿Crees que quería suicidarme sólo porque sí? Capacita muchacho, no debiste haberme salvado.

– Hice lo que mi corazón me ordenaba. No puedes negarte a un impulso, mucho menos si hay una vida de por medio.

– El corazón es traicionero.

Sus ojos mostraban tristeza, dolor, pena. No podía descifrar lo que me trataban de decir; Los ojos son la puerta del alma.

Y sin más que decir, me fui. Ninguno detuvo al otro.

                                       (...)

11:30 a.m. Tenía que reportarme a la compañía en la que trabajaba. Vagamente busqué mi teléfono para ver la hora y me di cuenta que llegaba tarde. Corrí con alguna muda de ropa que hubiera sacado anoche, me bañé y salí de mi departamento. Mi cabello estaba mojado por lo que no veía prácticamente nada. Cuando llegué a salvo apagué el motor y saludé a todos.

Espero que no me maten. – Pensé al abrir la puerta y verlos a todos en una reunión. – Maldición.

Buenos días Ho Seok, llega tarde. – no tenía que recordármelo, mi día ya había empezado mal.

Las reuniones de los lunes eran importantes. Hablábamos sobre nuevos proyectos, borradores que tuviéramos e incluso hablábamos sobre las personas en quienes nos inspirábamos para escribir; La persona que haya causado miles de problemas en tu vida o los mejores momentos.

Me disculpé mil veces hasta que por fin me dejaron sentar. Mi mente estaba tan bloqueada que se me olvidaron los borradores en el apartamento.

Vas bien Ho Seok.

– Hasta la próxima reunión. – Kihyun recoge sus papeles y sale con unos cuantos más.

1:30 p.m. Miraba el reloj impaciente. Me prometí a mi mismo que iría a visitar a ese chico a las dos de la tarde y tiendo a ser puntual.

– ¿Estás bien? – doy un brinco al escuchar la voz de mi chico rosa. – Te he notado muy pensativo, más de lo usual.

– No es nada, no te preocupes.

– En el momento que alguien me dice no es nada sé que es cuando estás pasando por algo difícil y no te preocupes es sinónimo de ayúdame que siento que me hundo. Confía en mi Ho Seok, te conozco hace doce años.

– Tienes razón perdóname. Es difícil tratar de socorrer a una persona y que ésta te niegue por completo. ¿Qué hago?

– Usaste el truco del corazón ¿verdad? – asiento. – ¿Y se lo dijiste? – vuelvo a decir que si. – Amigo estás haciendo algo mal. Te ayudaré pero necesito saber sobre esa persona.

– Ese es mi primer problema. Sólo sé su nombre y su edad. Min YoonGi, 24 años. Intentó suicidarse y me negó cuando intenté ayudarle. Salvé su maldito trasero de caer al oscuro, frío y profundo mar en la noche y me dijo de todas formas que no debí haberlo salvado. Dijo que tenía razones por la cual lo quiso hacer... ¿me debo dar por vencido? – suspiró pesadamente acariciando mi cabello.

– ¿En serio quieres rendirte ahora? Apenas sabes sobre él. Indaga, busca información de cualquier forma. Yo confío en ti, sé que lo lograrás y podrás colaborar y darle esperanzas.

– Por eso eres mi mejor amigo. Te lo agradezco Jin. – nos damos un gran abrazo y me voy del lugar.

Min YoonGi, te hastiarás de mi porque no me apartaré de tu lado hasta verte feliz. O al menos cerca de eso. Ayudaré a que encuentres tu verdadera identidad y sepas que viniste a este mundo, no a sufrir sino para cumplir un gran propósito.

Consejos Extraños ~ HopegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora