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pasó más tiempo, y no volvías. podía seguir esperando, pues tenía todo el tiempo del mundo. pero yo quería verte lo máximo posible. sonreí mirando cómo habías convertido mi piso en tu propio hogar. tu cepillo de dientes, tu champú y tu jabón en mi baño. tu comida en mi nevera. tu ropa en mi armario. y mi cama deshecha. no me importaba, todo lo contrario. amaba cómo te habías adueñado de todo lo mío. de esta manera estaba seguro de que volverías.
"ahh, al fin llegué", comentaste con un suspiro al entrar. "¿qué tal te fue el mes?", reiste suavemente. fui a verte con una sonrisa, amaba que me hablaras, aunque no pudieramos conversar.
"siempre pasa muy lento hasta que tú llegas"
fuiste a mi cocina, y sacaste un paquete de ramen del estante. a los 5 minutos, estabas comiéndolo en el sofá buscando algo que ver en la tele, arropado con una manta. me encantaba verte así, tan cómodo, tan hermoso. parecías una obra de arte. quería estar lo más cerca posible de ti, por lo que me senté a tu lado. tu piel se veía tan suave, tan... acariciable, que no me pude resistir.
"mmh, creo que me quemé la mano", me dijiste.
"¿lo has notado?", te pregunté, pero obviamente no me escuchaste.
