Shhh!

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Él sabía que era un secreto a voces... No, a gritos que esa chica de ojos grandes, tan azules y extraños lo tenía todo, era la lluvia tan esperada en medio de toda esa sequía, pero la lluvia tenía detalles, esa lluvia tenía relámpagos que asustaban y vientos que lo corrompían todo, cada una de sus gotas sanaban heridas pero creaban más y más y aún que corrieras, o aun qué intentaras alejarte siempre iría tras de ti, pero era tan débil, tan frágil.
El detalle de ella era que lo tenía todo, sí, pero frente a todos se dejaba caer, se amaba tanto así misma que un día su amor se convirtió en odio y se dejaba morir, sus clavículas se marcaban a cada momento un poco más y el agua se había vuelto su mejor amiga, pero a veces, él la miraba tanto y tan seguido que había notado un detalle más en específico, a veces, cuando nadie miraba comía una galleta, y disfrutaba cada migaja de ella hasta que se terminaba y entonces todo cambiaba, hasta su humor se volvía extraño, a ratos era sonriente y luego como que se arrepentía. Su nombre era tan raro y tan lindo justo como ella, ella era Ana.

Hilos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora