Recuerdas la vez que te acercaste a mí y me preguntaste.
—¿Como es posible que un ángel tan bello haya caído del cielo, y no lo esten buscando?
Me sonroje, me gustaron tus palabras.
—Ya que nadie te reclama — te acercaste y juro por Dios que no se como puede seguir de pie, mi cuerpo temblaba — yo lo hago.
Y me besaste.