Durante los viajes me gusta jugar con el ombligo, suelo llevar camisas que lo enseñen, si hace mal tiempo, voy con una sudadera y después me la arremango. Hay gente que le da asco, el ombligo es la marca que demuestra que estás viva, es como si del corazón se tratase. De repente veo a mi abuelo mirándome a través del retrovisor, me sonríe. Siempre se ríe de mis payasadas, mi abuela le da un toque en el brazo y vuelve a fijar la vista en la carretera. Me gusta jugar con mis pequeños michelines, juego a esconderlo, parece una boca con la cuál he tenido grandes conversaciones.
Estoy nerviosa, quiero verla, ese ser recién nacido que va a cambiar nuestras vidas para siempre y también estoy nerviosa por ese maldito examen de historia.
Entramos a la habitación y una fragancia de limón inunda mis fosas nasales. Es una escena preciosa, mamá dormida en la cama, papá con el móvil en el sillón y finalmente la pequeña Judit. Una bolita de carne, su cabeza es un gran punto rojo, en cada mano lleva 2 guantes para evitar que se rasque la cara. Me gustaría chillar de emoción, pero papá me pone la mano en la boca y evita mi chillido, me señala y veo a una mujer con bastantes tubos y a su lado un niño pequeño durmiendo. Saco el móvil y le hago una foto a Judit, mis redes deben de conocer a mi nueva hermana. Me giro y me encuentro a un doctor malhumorado mirándome, nos pide que salgamos todos los familiares. Les digo que voy a bajar a la cafetería, ellos se van a quedar esperando al médico. Me descargo los apuntes y los empiezo a memorizar. Tenía la esperanza de tener tranquilidad, pero es una jaula de grillos, gente eufórica por el nacimiento de sus hijos, las botellas de champán son el centro de las mesas, no sé hasta qué punto es legal vender alcohol en los hospitales... Pero no es eso lo que más me llama la atención, veo a una pareja liándose sin ningún tapujo, nadie les mira, nadie les observa. Solo me quedo yo embobada, viendo sus labios entrelazándose, me bombea el ombligo, se ha encendido el horno, solo me falta echar humo por la boca. Cojo la bandeja y me dirijo a la barra, hay mucha cola.
- Eh tío, que haces, que voy yo
Se me acaba de colar un gilipollas.
- Perdona princesa, no te había visto
- Que broma tan original, un chiste sobre mi altura. Ahora hago un chiste sobre tu micropene? Así me pongo a tu altura
- Hombre, si tiene gracia la muchacha.
Me adelanto a él, muy seria, me estoy preparando una frase que demuestre mi intelecto, estoy esperando, impaciente, a que conteste, pero nada, solo hay silencio. Solo noto como la distancia disminuye, se me arrima, me pongo nerviosa, miro a los alrededores y nadie mira. Me toca el culo descaradamente, esto no está bien, no quiero que continúe. Avanzo, cojo un croissant, paso por caja y me siento en una mesa vacía. Veo que se acerca, si se sienta no me va a dejar otra opción que pegarle una hostia. Se acerca hacia mí, me pongo de pie y...
- Disculpas, ha sido muy grosero por mi parte
Mientras dice eso coge mi mano y hace que le dé una hostia, dice que se la merecía.
- No tengo excusa ninguna para defender lo que he hecho, si en algún momento te he molestado, discúlpame.
Al menos parece que le queda algo de razón, vamos a intentar empezar desde el principio.
- Si quieres siéntate, y me ayudas a estudiar
- Me encantaría, pero tengo que subir a planta un momento, si nos volvemos a ver te juro que te ayudo a lo que quieras.
Se levanta y se va, ahora que me doy cuenta es bastante guapo y musculoso, no está mal. Me miro unas veces los apuntes, me tomo el croissant y subo a planta.
Antes de ir a la habitación voy a ir al lavabo, necesito lavarme la cara y hacer pis. Voy a entrar y de golpe alguien me tapa los ojos, me dice a la oreja: tranquila. Me empieza a besar, me quita las manos de la cara, es él, el tipo de antes. No quiero que me bese, pero el cuerpo me lo pide, nos besamos, entramos en el lavabo de las chicas y entramos en el compartimento del medio. Seguimos besándonos, me baja las mayas de golpe, él se baja el pantalón; puedo verlo, como intenta salir. No quiero hacerlo, no estoy preparada, él sigue besándome, me coge la mano y la mete en su paquete, me da asco tocarlo, el mete la mano en mi tanga, busca con ansías el cáliz de fuego. No estoy cómoda, finalmente se libera del calzoncillo, me pone de rodillas, se me queda delante de la cara, me dice que abra la boca, no quiero. Intenta meterla con fuerza, me resisto. Escucho el ruido de un niño y de un adulto, me asusto, al asustarme abro la boca, aprovecha para metérmela, sin miramientos, me da una pequeña arcada. Me pongo de pie y me subo las mayas.
- Tss, tranquila nena, vamos a esperar que estos se vayan y continuamos.
Intenta penetrarme por encima de las mayas, abro, salgo y pego un portazo. Me doy cuenta que hay un abuelo, me empieza a explicar cosas que no acabo de entender, deduzco que su nieto se ha metido en el lavabo, intento sacar una sonrisa y le digo que se encuentra en la puerta de la izquierda. Salgo del lavabo, mientras me dirijo a la habitación empiezo a llorar, se me corre el maquillaje.
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Finalmente he podido cumplir la promesa, este capítulo es un gran punto de inflexión para la historia. Creo que hasta 2018 no subiré más capítulos, disfrutad.
Deltoide
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Conviviendo
RandomEsta historia trata de una familia que tiene que convivir y que a partir de unos secretos hará que esta convivencia se rompa...