Capítulo 2 [Mirada azulada]

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Thomas

Nada interrumpía mi marcha por el aparente infinito asfalto de Travis, ni siquiera el clima agobiante y sofocante propio de Texas. Como todos los días, a la misma hora, iba de mi hogar al matadero, donde yo trabajaba, y del matadero a mi hogar. Aquello, al paso del tiempo, se había vuelto algo rutinario y monótono.
A pesar de la constante caminata que mantenía no conseguía despejar mi cabeza de una profunda preocupación: mi familia cada vez estaba peor, casi no teníamos para comer y más de una noche la pasábamos con hambre. Yo era el único que podía ayudar pues mi madre ya era mayor para trabajar, igual que mi tío Charlie y mi tío Monty, quien perdió la sensibilidad de las piernas durante la guerra. Además el pueblo se estaba volviendo desértico, la mayoría prefirieron emigrar a la cuidad.

Solté un largo suspiro sin detenerme. Aquel martes pintaba ser otro día cualquiera.
Sin embargo, al visualizar la casa de mi familia, noté que no todo estaba igual. En el abandonado hogar de nuestra fallecida vecina se hallaba un coche aparcado justo delante de la puerta, del auto salió un muchacho.
Al principio pensé que se trataba de un ladrón, lo que hizo ponerme alerta. Pero antes de dar el tercer paso observé como el tío Charlie fue a ayudar a ese chico a descargar lo que parecían ser cajas, ¿es qué acaso el desconocido iba a mudarse a nuestro lado?
Al parecer ninguno de los dos se percató de mi presencia, y como sabía que al tío Charlie no le gustaba que se entrometieran en sus asuntos regresé al destino original y decidí entrar en casa.

Entonces, al girarme, sentí como alguien se chocaba contra mi pecho. Me volteé y pude observar a una muchacha sentada en el suelo, con una expresión de molestia, debido al golpe, en su rostro. Tenía el rostro apuntando hacia abajo, a pesar de no poder verla bien supe enseguida que ella no era del pueblo. Yo llevaba 30 años viviendo en Travis y nunca la había visto antes.

-¡L-lo siento!- empezó a disculparse conmigo nerviosa -¡no veía por donde iba y..!- entonces levantó su cara.

El verla me dejó sin aliento. Ella era la muchacha más hermosa que había visto nunca, poseedora de un cortísimo pelo negro, limpio, liso y brillante, labios finos y rosados, facciones faciales finas y delgada figura. Pero lo que más me encantó de aquella desconocida fueron sus ojos: azules violeta, grandes y resplandecientes. El observarlos provocó que mi mente se despejara de cualquier cosa y solo prestara atención a su bellas cuencas oculares. Tan hipnotizado estaba por su rostro que no llegué a pararme a pensar quien era ella o que hacía en mi hogar.

Extendí mi mano hacia su persona, no me iría dejándola allí tirada. Sin embargo me percaté que mi mano estaba llena de suciedad, en ese momento me arrepentí.

-Soy estúpido...no va a acepar la ayuda de alguien sucio como yo...

Sentí como algo tocó mi palma. Miré al frente y visualice como la desconocida aceptaba mi ayuda. La elevé hacia arriba, me di cuenta que también pesaba poco, como una pluma.

-Gracias- me agradeció...sonriendo. Por primera vez en mucho tiempo alguien me había dando las gracias y me había sonreído a la vez, sin importarle al parecer mi desagradable apariencia...y menos una mujer. Extrañamente, mi corazón comenzó a latir irregularmente y de forma brusca. Su mano transmitía una gran calidez y suavidad, no quería soltarla, quería seguir notando tan maravilloso calor. Por inercia la apreté un poco más.

-¡Tommy!- al oír la imponente voz de mi tío solté su mano, me giré para verlo. Se dirigía hacia nosotros muy enfadado -¿¡se puede saber que haces?!- agaché la cabeza y me alejé de ella, ¿había hecho algo malo?

-¡No, no!- la figura femenina de la pelinegra se colocó enfrente mío -¡El no ha hecho nada malo!- comenzó a... ¿defenderme? -yo no miraba por donde caminaba, me choqué con él y solo me ayudó a levantarme!

Solo me limité a mirarla con los ojos abiertos, impresionado y sorprendido.

-Entra en casa, hablaremos después- sentenció Tío Charlie, mirándome inquisitivamente. Asentí nervioso la cabeza repetidas veces y fui al porche.
Pero antes de entrar mi campo visual se desvío un momento hacia el asfalto. Gracias a esos dos segundos me percaté de algo dorado resplandeciendo debido al reflejo del sol. Curioso, lo tomé entre mis anchos dedos. Aquello era un medallón.

•••

En el sótano esperaba la vuelta de mi tío y de la charla que tendríamos en cuanto llegase. Mientras aguardaba examinaba el colgante, en uno de sus laterales se hallaba un botón que al presionarlo conseguí abrirlo. Dentro vi dos fotografías de blanco y negro.
Reconocí enseguida a la persona de la foto de la izquierda, era la señora Mell. Y a la derecha era la misma muchacha de antes. Al visualizar ambas mujeres juntas observé el gran parecido que estas tenían.

-Debe de ser su hija...¿entonces es la que se mudará enfrente?

La idea de tener a la pelinegra como vecina hizo alegrarme mucho. Podría volver a verla. Al fijarme en la parte inferior de la foto leí un nombre: Aya.

-Su nombre...Aya- aquel nombre resonaba constantemente en mi subsconciente -entonces el medallón debe ser suyo..tengo que devolvérselo.

I Lost My Humanity When I Fell In Love With You. [Leatherface Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora