Capítulo 5 [Siete segundos]

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Aya

Toc toc toc.

Tres suaves pero repentinos golpes provenientes de la puerta principal hicieron sobresaltarme. Confusa, pues no esperaba a nadie y menos a las siete de la mañana, solo salió de mi boca una frase sonora.

-¡Ya voy!- exclamé al mismo tiempo que cerraba el grifo y guardaba el bote a toda prisa para no hacer esperar a quien fuera que llamó.

Con paso rápido me dirigí a la entrada principal. Por obviedad pensé que Mike se habría olvidado de algo y que regresaba para recogerlo. Tan centrada estaba en esa posibilidad que no llegué a pensar del gran pero que existía después de esa afirmación: era imposible que mi hermano hubiera tardado dos minutos en volver a la casa si lo vi perfectamente alejarse demasiado. Además, no oí el motor del coche.
Por ende, cuando abrí la puerta me encontré con aquel pelinegro que desde el primer intercambio de miradas de ambos no abandonó mi mente en ningún momento.

♦♦♦

Me hallaba sentada en el sofá sujetando el colgante mi madre. Lo miraba atentamente mientras le daba vuelta y vuelta.
Sin embargo mi mente realizaba aquella monótona acción sin parar a la vez que yo estaba sumida en mis pensamientos, recreando el momento en el que volví a ver aquellos profundos ojos negros. ¿Cómo podría agradecerle a Thomas por haber encontrado y haberme devuelto el colgante? Sé que solo era un colgante pero era lo único que me quedaba como recuerdo de mi querida progenitora.
Suspire sonoramente. Me incorporé del sofá y negué con mi cabeza varias veces, tratando de concentrarme en mis quehaceres de aquel día y de lo ajetreada que andaría aquella semana o dos semanas.
Lo primero que debía hacer era limpiar la casa entera, toda se encontraba cubierta por un manto de polvo. Me dirigí a la cocina, mi madre solía guardar los productos de limpieza bajo el fregadero y supuse que no sería la excepción. Pero claro, allí no había nada. Tonta de mi no supuse antes de mudarme de la posibilidad de que mi madre se hubiese llevado todo con ella cuando dejó Travis.

-Te felicito Aya. Compras comida para toda una semana, te traes toda la ropa de tu armario, libros y demás...y no te compras lo esencial para mantener limpia una casa- comencé a regañarme a mi misma -¿y ahora qué? No puedo ir al pueblo pues acabo de llegar y apenas le presté atención cuando íbamos por él, además son casi las ocho de la mañana y no creo que haya nada abierto a estas horas. ¿Qué hago?

Entonces una pequeña idea apareció. Miré a la casa de los Hewitt y la figura de Luda se presentó.

-Tal vez podría preguntarle a Luda si puede dejarme algo para limpiar- al minuto de plantar la opción negué fuertemente la cabeza, llenándome de inseguridades y malos pensamientos -no, no, no y no. Apenas somos vecinas de un día y ya tengo que pedirle cosas. Pensará que soy una niña, que soy una olvidadiza...- sí, tan estúpidas eran mis preocupaciones. No era como si le estuviera pidiendo dinero o el coche, solo necesitaba algo para limpiar y no tener que usar la lengua como fregona.
Conseguí relajarme. Analice mis propias palabras una a una.

-Ya...ya deja de ser tan estúpida, Aya. Vete a su casa y preguntaselo. Tragate esa maldita timidez y vete a preguntarselo- solté un largo y sonoro suspiro. Salí de mi domicilio y ,aunque tuviera miles de voces atrás mía gritándome que volviera, no me detuve en ningún momento.

Llegué a su puerta. Tragué saliva y llamé con mis nudillos.
Un segundo, no se escuchaba nada.
Dos segundos, seguía sin oir nada.
Tres segundos, se acercaban pasos.
Cuatro segundos, sentí un sudor frío recorrer mi espalda.
Cinco segundos, la puerta comenzó a abrirse.
Seis segundos, apreté los puños e intenté ponerme firme.
Siete segundos, Luda apareció frente a mi.

-Hola, Aya- ella me recibió con su inconfundible sonrisa materna -¿necesitas algo, querida?

Me había quedado muda. Tanta preparación mental para luego quedarme muda. Ante esto mi rostro se tornó rojizo y empecé a temblar.

-¿Aya?- preguntó de nuevo ya con una mirada confusa y preocupada.

-¡Yo!- no pude evitar gritar -yo..yo quería...quería pedirle algo si..si no es mu...mucha molestia -y sí, también empecé a tartamudear.

•••

Al final nada salió mal, al contrario, Luda se mostró muy contenta en poder ayudarme, incluso se ofreció para ayudarme. No importó cuantas veces le dije que no era necesario, ella me agarró del brazo con una fuerza impensable para su edad y volvimos al hogar de mi fallecida madre.
Habíamos tardado toda la mañana y casi toda la tarde pero por fin terminamos de dejar el lugar decente y limpio.
Guardamos los productos en una cesta para transportarlas a su hogar, mientras el sol empezaba a esconderse en el horizonte.

-Ha sido un gran placer ayudarte, querida- me dijo antes de despedirnos.

-Gracias de nuevo por todo, Luda- le agradecí.

-Pero, ¿por qué no me pediste ayuda antes?- interrogó.

-Bueno...digamos que...soy algo tímida y siempre dudo en pedir socorro a los demás- le confesé. Como respuesta obtuve una cálida sonrisa.

-Entonces te pareces bastante a Tommy- comentó llamando mi atención -a pesar de su gran tamaño y a pesar de que para muchos puede dar miedo mi pequeño tiene un muy buen corazón. Suele ponerse nervioso con facilidad y puede llegar a ser muy tímido- mencionó cambiando su expresión a una más triste.

¿Miedo? ¿Por qué alguien le temeria? Vale, es muy alto y es bastante fuerte y musculoso pero a parte de eso...

-Aya- me llamó, cambiando de tema -dijiste que tenías que comprar algunas cosas en el pueblo, ¿verdad?- asentí. Sus ojos estaban como...brillando -¡puedes ir con Thomas mañana. Él va al matadero que queda a pocos kilómetros del pueblo. Podéis ir juntos!

Y de nuevo mi cara se transformó a un tomate.

-¿Con Thomas? No..no me importa realmente pero no quisiera molestarle. A..además quizás él no quiera...

-Oh, no te preocupes. Estoy segura que estará encantado de ir contigo- concluyó giñandome un ojo, lo que hizo sonrojarme más todavía.

I Lost My Humanity When I Fell In Love With You. [Leatherface Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora