Mirarás el cielo por última vez

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Era tarde, las estrellas brillaban en todo su esplendor, al igual que los faroles de luz. Un joven de cabellera rubia, pateaba rocas distraídamente mientras dirigía sus perezosos pasos a casa. Masticaba ruidosamente una goma de mascar a la par que tarareaba una canción que posiblemente era vieja pero que sabia a la perfección, pues era una de las tantas melodías que escuchaba su madre con frecuencia.

Levantó su rostro al divisar la parada de autobús, y esta vez, con un poco más de premura caminó hacia esta. Recargó todo su peso en la señal del transporte, sacando su móvil del bolsillo de su chaqueta, y tratando de mantener paciencia, ya que su día había sido apresurado y no podía esperar a llegar y tirarse en su preciada cama. Después de un rato, alguien llegó del lado contrario y se colocó cerca del rubio, casi chocando su hombro con el de él. Tenía el rostro tenuemnte rosado, y miraba al suelo, guardando sus manos en su chaqueta. Jimin intentó reconocerlo, pero con el chico cabizbajo no ayudaba mucho.

—Si...—se le escuchó murmurar de repente—. No puedo esperar a hacerlo, debo hacerlo ya.

—Am, ¿disculpa? ¿estás bien?

El rostro del desconocido se levantó de una manera tan brusca que Jimin retrocedió, un poco desconcertado.

—¿Estás bien?—repitió de nuevo, algo nervioso.

—Perfectamente—respondió el otro, mirándole atento—, ¿cuál es tu nombre?

—Y-yo..—comenzó a sentirse inquieto, los ojos del desconocido parecían clavarse a él como un par de navajas—. Jimin, Park Jimin

—Un gusto Jimin, yo soy Kim...—guardó silencio por un rato, y después sonrío levemente—. Soy Jeon Jungkook.

Un ruido proveniente de la carretera se escuchó, y después ambos miraron como el autobús paraba en espera de ellos. El más bajo se adelantó, entrando con rapidez y pasando la tarjeta con desesperación. Tomó asiento hasta la parte trasera, y ya sentado, expulsó todo aquel aire que había estado reteniendo.

Miró por la ventana y vio al castaño, este ni siquiera se había inmutado y seguía ahí, de pie. Cuando el transporte público comenzó a avanzar de a poco el joven le miró, y lentamente una grande sonrisa se pintó en sus labios.

Esa noche, Jimin no pudo dormir.


○°○°○°○


Al día siguiente, por la mañana, Jimin se encontraba sentado en la mesilla de su cocina, bebiendo café. Era la segunda taza y seguía sintiéndose cansado. Sorbió por la nariz y se puso de pie, caminando hacia la salida no sin antes tomar su abrigo y su mochila.

Era todo tan monótono como cualquier otro día, saludaba amablemente a los vecinos y después caminaba unos cuantos minutos más hasta llegar al instituto.

Pero justo ese día, había sido distinto.

Vio al castaño de la noche anterior jugando ruidosamente con una pelota, vestía con una camisa a rayas y un oberol de mezclilla, algo diferente a como lo había visto antes. Se acercó hacia él arrepintiéndose a cada paso que daba, su mirada, se mantenía fija en el chico, que sonreía juguetonamente y no paraba de reír con aparente alegría.

Volvió a sentirse nervioso y asustado, pero aún asi, cuando llegó a donde el individuo se encontraba, soltó un suspiro y dijo: —Hola, Jungkook.

Jungkook le miró, extrañado, como si ese no fuera su nombre—. Ah, hola.

—¿Por qué no subiste al autobús cuando llegó a la parada?

—¿Eh?—frunció el ceño, y ya que estaba sentado en el suelo se irguió un poco—. No sé por qué el señor Kim no quiso subir al autobús.

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